Día 6

1.8K 192 78
                                    

Bakugou yacía tranquilo leyendo un libro sobre su cama. No es que fuese realmente interesante de leer, en realidad, le hastiaba que en la universidad lo obligaran a leer libros que en su vida tocaría —en especial porque hablaban de romance, algo que le repugnaba.

Pero no había remedio, si quería sacar una buena calificación en su clase de literatura debía hacer bien las cosas, ¡y Katsuki siempre hacía bien todo lo que se proponía!

Dio vuelta a la página, refunfuñando por lo estúpida que era la protagonista cuando se encontraba cerca del chico que le gustaba. Sus pensamientos se centraban solo en la lectura, hasta que un fuerte estrépito proveniente de la puerta le obligo a despegar la vista de las palabras.

—¡Te dije que no molestaras, idiota!

Sus ojos se clavaron en el cuerpo del recién llegado. Su compañero de cuarto, Kirishima Eijirou, le veía con una sonrisa boba y un ligero color rosa adornando sus mejillas, se notaba a leguas que el chico estaba conteniendo su emoción.

—¿Ahora qué mierda te pasa? —preguntó por mero impulso, arrepintiéndose de inmediato al ver brillar con más intensidad los ojos de Eijirou.

Kirishima se irguió lo más que pudo, cambiando su sonrisa a una orgullosa mientras paseaba a paso lento por el cuarto hasta llegar a un lado del rubio.

—¿Recuerdas que te hable de lo mucho que admiro a Crimson Riot? —habló con tono tranquilo. Bakugou chasqueó la lengua y fingió que volvía a leer.

—No —contestó secante.

—¡Blasty! —Kirishima chilló, deshaciendo cualquier rastro de seriedad en su rostro—. Siempre te hablo de él y de lo masculino que era en el tribunal.

—No sé de qué me hablas.

—Claro que sabes. Desde que nos conocimos te he dicho que él es la razón por la que quiero ser abogado —Eijirou apartó de su cara algunos mechos azabaches que se habían colado en su campo de visión. Hasta ese momento Bakugou fue consciente de la bolsa que su compañero escondía tras su espalda—. Y te dije que quería ser tan genial como él.

Bakugou cerró de golpe su libro, importándole poco si perdía la página de su lectura —después haría rabietas en lo que buscaba en dónde se quedó.

—Ve al grano, cabeza de carbón —Porque sí, en ese momento Kirishima llevaba su cabello completamente natural.

La sonrisa ilusionada volvió a aparecer en sus labios. Se dio la vuelta, rebuscando en la bolsa por un par de segundos hasta que sacó una caja y la colocó de golpe en la mesa de noche a un lado de Bakugou.

—¿Qué mierda es eso?

—¡Es tinte para el cabello! —dijo con mucho orgullo.

—Es de un estúpido color rojo chillón —Katsuki inspeccionó la caja, mirándola con desagrado—. ¿A qué estúpido le quieres gastar una broma? Si es para el idiota de Kaminari, él ya tiene un tinte de mierda que lo hace parecer pollo de tianguis.

—¡Oye! Su cabello rubio es natural —Kirishima se cruzó de brazos—. Y el tinte es para mí, genio.

Hubo un gran silencio entre los dos. Bakugou intercaló su mirada entre la caja y la cabeza de su compañero, una y otra vez hasta que una gran carcajada se escapó de su interior. A Kirishima le gustaba escucharlo reír, pero no cuando lo involucraba de esa forma.

—No es gracioso —Su ceño se frunció, retando con la mirada a un Bakugou que se recuperaba del pequeño ataque de risa que acababa de tener.

Los dos se veían directamente, rojo contra rojo. Kirishima no solía molestarse de esa forma y mucho menos era capaz de retarle a un duelo de miradas, algo que llamó la atención de Bakugou. ¿De verdad era tan importante para él?

Kiribaku Week 2019Where stories live. Discover now