Demencialmente hermosa / yuri

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Apenas y conseguí llegar a casa

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Apenas y conseguí llegar a casa. Arrastrando los pies y con las rodillas mallugadas. Lo único que deseaba hacer era dormir, y quizás encerrarme a llorar en el baño. Pero sabía que ni eso podría hacer. Suponía que apenas llegara, Meiko me iba a lanzar su charla sobre lo correcto y lo incorrecto. Y después, sermón tras sermón, me curaría descuidadamente las heridas, con su asquerosa agua oxigenada. Y como no quería eso, ni deseaba algo por el estilo, caminé lento. Por eso arrastré los pies, por eso también traté de no llorar, y me sorbí los mocos de vez en cuando. El camino fue tan lento como yo lo deseé. Y aún así, me hizo falta algo más de tiempo.
Empuñé la llave en mi mano, y juntando intentos de valor, me atreví a abrir la cerradura. Entré, y entonces la vi, sentada con finura sobre el sofá más bonito de la tierra. Con su cabello corto tan cepillado, y como si supiera que así, solamente, ya era tan demencialmente hermosa, ni una sola gota de maquillaje en su rostro. Una de las millones de imágenes preciosas suyas que tenía en mi mente. Y me hubiera quedado más tiempo mirándola, si no se hubiese percatado de que llegué. Yo estaba ahí, y ella me miró. Se levantó con preocupación dejando de lado lo que estaba haciendo y corrió hacia mí. Pero realmente, no había porqué correr, ya había pasado, y yo no me movería de lugar.

—¡Sakine!, ¿qué te pasó?—tocó el golpe en mi mejilla, y me pregunté como hubiera sido si allí no hubiera habido un golpe, sólo mi piel—¿fueron esas chicas de nuevo?

Barrí la mirada por la sala, el ver la atmósfera tan desértica me calmó, un poco.

—¿dónde están los demás?— pregunté.

—no están— respondió con voz más calmada—. Solo tú y yo por el momento.

Pude haber tenido más tiempo para alegrarme por esa respuesta, de no ser por que Kaiko me tomó de la muñeca para sentarme en el sofá grande. Apenas unos momentos después, desapareció de mi vista a toda prisa, y cuando regresó, ya tenía en manos las canastilla de medicamentos, por que nosotros no teníamos botiquín de emergencias, Meiko decía que a esa insignificancia no le cabía nada, en cambio, un día llegó a casa con su canastilla de emergencias. Era enorme, y parecía que había asaltado un hospital. No valía la pena discutirle mucho.

—dije que me quedaría a esperarte— dijo buscando algo entre los mares de medicamentos seguramente próximos a caducar.

Y aunque sonase raro, no me sorprendió ese comentario, después de todo, ella era dulce, tan servicial y acomedida, siempre preocupándose por los demás...

—ya veo— respondí esperando que dijera algo más, pero estaba tan seria, y mientras más la miraba así, más ganas tenía de llorar, por algo que no era el dolor físico, y quizás ella lo notó por que no tardó más en suavizar sus delicados ojos, y toda su cara recobraba esa paz habitual.

Suspiró.

—escucha Sakine, si te están hostigando debes decírselo a alguno de nosotros. Sé que tal vez te da algo de vergüenza, pero hay que hacer algo al respecto.

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2019 ⏰

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