•7•

40 9 0
                                    

Abby

—¿Hola? ¿Qué pasa? —Escuché la voz de Neydan desde el otro lado de la línea.

—Perdón, no podía dormir. —Respondí, bastante apenada.

—No te preocupes. ¿Todo bien? —Preguntó mi amigo, con voz adormilada.

—No. Tuve un sueño demasiado extraño, y me dio algo de miedo.

—¿Qué fue lo que soñaste?

—Soñé conmigo misma, de niña... Estaba en una habitación que yo creo no conocer, y había tantas cosas que no recuerdo haberlas visto nunca. De pronto, en el piso de abajo escuché un grito muy fuerte, y justo en ese momento desperté.

—Wow. Sí que es un sueño raro.

—Lo sé.

—No sé lo que te está pasando, Abby. Me preocupas, y quiero ayudarte, pero tampoco sé cómo. —Me dijo, con la preocupación muy evidente en su voz.

—Yo tampoco sé cómo. No sé lo que pasa conmigo. Además, hay algo que aún no te he contado.

—¿Qué pasa?

—Después de salir de la cafetería, cuando venía de regreso a casa, a unas calles de llegar comencé a sentirme observada y con mucho miedo, como si alguien estuviera todo el tiempo detrás de mí, pero no había nadie siguiéndome... Y después, cuando al fin llegué a casa, un extraño sujeto me dijo algo raro y después se fue.

—¿Llamaste a la policía?

—No lo pensé en ese momento, pero si lo hubiera hecho, no habría podido acusarlo de nada en concreto.

—Sólo cuídate, ¿De acuerdo?

—Lo haré. Gracias por escuchar, Ney.

—Cuando quieras, literalmente.

—Bueno, dejaré que descanses. Nos vemos después.

—Buenas noches. —Se despidió mi amigo, y dicho esto, yo corté la llamada.

Me levanté de la cama y fui hacia la ventana, a observar la desolada calle de madrugada.
Me quedé completamente embobada, contemplando la soledad que lo invadía todo, y de repente, me percaté de que había una silueta de un hombre, justo frente a la ventana de mi habitación, del lado opuesto de la calle. Un miedo parecido al que había tenido esa tarde, me invadió por completo, y mi respiración comenzó a dificultarse cada vez más.

A esas alturas, no sabía si lo que veía era real, o era un producto de mi imaginación.

Me aparté de la ventana y traté de recomponerme, pero caí al suelo. Aún respiraba con dificultad, intenté dar grandes bocanadas de aire, pero era inútil, no podía respirar completamente, y ese horrible miedo que empezaba a conocer, inundó mi cuerpo entero.

De repente, quedé inconsciente.

Voces Donde viven las historias. Descúbrelo ahora