Kim Junmyeon es un hombre que ha hecho de su trabajo su vida entera, convirtiéndose en la persona más gruñona, quisquillosa, irritante y mandona que puede existir, o bueno eso es lo que piensa Oh Sehun que como su asistente personal tiene que seguir...
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El bullicio de la ciudad los recibió de nuevo en sus largos brazos tediosos. Las personas ajenas a lo desgraciada en que se había convertido la vida de Oh Sehun, caminaban con prisa por las banquetas, chocando algunas con su cuerpo parado a mitad del camino. Algunas le maldecían o insultaban pero estaba tan asustado por la inminente tragedia que ese tipo de cosas tomaban la menor importancia, ¡ESTABA POR CASARSE POR EL AMOR DE DIOS!, el fango que trepaba por su cuerpo hasta tomarlo por el cuello le impulsaban a tomar su poca dignidad y salir corriendo como sí su vida dependiera de ello. ¡Corre y no te detengas, por todos los cielos sagrados!. Ahora sí no había vuelta atrás por más que lo intentara. Acababa de firmar lo que se sentía su sentencia de muerte e ir llorando con su madre para que lo rescatara no funcionaría.
Sin embargo tenía una ventaja, una enorme y bendita ventaja: Kim necesitaba de su ayuda, mucha más de la que dejaba entre ver. Ventaja por la cual le sacará todo el provecho posible, exprimirá hasta la ultima gota de esa bendición con todo el derecho que posee. Y lo disfrutará, muchísimo. Su cuerpo tembló con la excitación y miedo de tener entre sus dedos a Kim. ¡Oh bendita sea la venganza!. La serviría fría sobre su plato, amando cada bocado.
Una sonrisa diabólica se reflejó en el cristal pulido enfrente suyo, esperando a Kim del otro lado de las puertas giratorias del edificio de migración, hasta que salió con todo el mundo bajo sus zapatos elegantes, le dirigió una rígida mirada antes de continuar su camino por la congestionada calle de Seúl.
Lo observó caminar con su usual espalda bien estirada y un traje pulcramente planchado. La vista trasera de su cuerpo le invitaba a sus ojos a ver aquel redondeado trasero modestamente escondido entre tanta tela negra, y su visión cambia. Antes él que era la presa se convertirá en el inteligente zorro y los papeles cambiarían para bien. Un pensamiento ciertamente infantil titila en su mente.
Se adelantó por algunos pasos sopesando su nueva perspectiva con adoración, encantado con el nuevo curso que podrían tomar las cosas para su beneficio. Ahora las cosas no parecían tan malas como se desarrollaban en un inicio, como su abuela siempre dice "las cosas son malas hasta que decides tomar ventaja de ellas y volverlas a tu favor" ¡oh abuela! besaría tus pies en este momento.
— Escucha, este será el plan. Iremos a casa de tus padres y les diremos que somos una adorable pareja, luego que estamos felizmente comprometidos. No se te olvide usar tus guías aéreas para el vuelo, yo pondré el completo para ir en primera clase así que por favor asegúrate de usarlas porque en caso contrario no lo haremos. Odio el modo turista con toda mi alma — ¿Acaso tiene alma? pensó Sehun con con protervia, era espantoso ver como aquel hombre daba ordenes a diestra y siniestra con parsimonia, como si el hecho de que estaban a punto de cometer un delito federal fuera cosa de todos los días y no había nada que temer. Lo escuchaba seguir dando instrucciones y solo podía pensar, ¿acaso este hombre alguna vez se detiene a pensar cómo afectaran a los demás sus decisiones descabelladas?, le miró con ojos intensos y molestos intentando transmitir todo su disgusto y hacer que se callara de una bendita vez.
