CAPÍTULO XLVI Un día antes del grado

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Lunes, 11 de diciembre. Mi madre me despertó como siempre de costumbre, yo misma no puedo hacerlo. Las alarmas no me despiertan y sigo durmiendo, incluso, excediendo las diez horas. Con Elian habíamos medio acordado que nos veríamos posiblemente, esta vez a la 11:00 am. Le pregunté ese día por medio de mi BlackBerry (algo antiguo hasta este entonces) y Elian me respondió que no. A mí me dio igual. No tenía caso vernos ese día.

Entré con mi madre al colegio a la hora que tocaba estar para la reunión. Cuando pasé la puerta de la entrada, vi que la cafetería estaba abierta, y justo de allí salió un chico muy pinta. Aquél vestía ropa oscura, diría que tenía abrigo y pantalón de color negro, y por añadidura, un gorrito de color gris. No pude dudar que era Edisson dejando todo arreglado para salir y no volver más. Sólo nos pudimos ver. Ni él ni yo nos saludamos, ni nada por el estilo. Era la última vez que lo vería pasar por el colegio.

Con mi madre subí las escaleras que conducían al salón 17 donde tendríamos la reunión de entrega de boletines. Esperamos mucho tiempo hasta que llegara el profesor y abriera la puerta para entrar. Entre mi aburrimiento llegaron mis compañeros y ninguno me saludó, como si no existiera, además estaba con mi madre, y menos se iban a acercar cuando estaba ella, pues le tenían miedo.

Aproveché un tiempo para caminar por el colegio y ver si la cafetería estaba abierta, pero ya no lo estaba. Él ya se había ido y ni siquiera le dije adiós, fue frustrante. Él fue una gran compañía cuando no tenía a nadie con quien pasar el rato y siempre lo valoraré.

Regresé al segundo piso y no había nada nuevo. Así que otra vez bajé a ver a la cafetería sin suerte, y, además, si llegaba el profesor en su moto, pero sólo vi un estudiante y los vigilantes en la entrada. De nuevo subí y ya habían abierto la puerta del salón, estaban terminando de entrar todo el mundo, excepto, mi madre que me estaba esperando para entrar. Luego el profesor entró y empezamos la reunión.

En resumen, ocupé el segundo puesto otra vez. Nos dieron un diploma y mi madre como siempre, me felicitó. Nos entregaron a cada uno la hoja de observación. Vi las respectivas felicitaciones y el mensaje del fraude que cometí a principio del año con Daniel ayudándole a hacer dos trabajos de física. Aún sigo creyendo que por eso no había ocupado el primer puesto. En fin, fui a donde estaba él para ver lo que estaba escrito en su hoja de observación. La madre de él me regañó sarcásticamente por haberle ayudado y no pude evitar reír en ese instante.

Una vez que terminó la entrega de boletines, todos los estudiantes de once se tenían que quedar a reclamar el traje de grado y la invitación al evento. Los padres de familia también esperaron atentos acompañando a sus hijos. Esperé un buen rato, mientras hablé con Daniel, Alix Dayana y Vanessa (una chica de décimo de la mañana) en la biblioteca, supuesto lugar donde entregarían el traje de grado y la invitación. Luego fui a donde mi madre para ver si estaba. Ella me dijo que iban a entregar eso en el teatro. Así que fui para avisarles, pero ya estaban bajando al teatro.

Pasó el tiempo y ya estaba muy aburrida de quedarme sin hacer nada. De pronto, se me pasó una idea por la mente que, con tan solo pensarlo, se me quitó el aburrimiento. Llamé a Elian. El día anterior le pedí su número de celular y ahora que lo tenía, no podía dejar pasar esa oportunidad de llamar a mi amigo. Cuando contestó, oí una voz grave y melodiosa que me hizo recordar a ese tal Cristian de 25 años. Pregunté si era Elian el que contestaba, al responder afirmativamente, me tranquilicé. Él también estaba confundido, creía que era una amiga de su novia, una tal Sol que ni siquiera distinguía. Además, le sorprendió mi llamada y los minutos del celular que gasté por él.

Por último, agradeció mi llamada y nos despedimos. Mientras estaba en el teléfono, Mafe me miró y le sonreí. Después no fui hacia ella, primero, estaba su madre y lo otro es que no sabía de qué hablarle. Preferí quedarme cerca de mis compañeros, aunque no hablara tampoco con ellos. Al poco tiempo, seguiría igual de aburrida.

Una idea pasó otra vez por mi cabeza, y aprovechando que estaba esa persona, decidí ir hacia ella y encuestarla. Se trataba de Jeisson que estaba escribiendo un mensaje con marcador rojo en la camiseta de Lencen. La madre de este último estaba con ellos y yo, ya que estaba allí, me dijo que marcara la camiseta de su hijo. No esperaba escribirle nada, aunque a él lo hubiera visto desde muy pequeña, nunca fuimos amigos realmente. Después de que terminé de dedicarle un bonito mensaje de compañeros y supuestos «amigos» me senté con Jeisson y sus amigas Angie, Daniela y Lina. Esperé a que se acabara la conversación de ellos y en una pausa, le pregunté:

—Oye Jeisson, ¿te gustaría que te hiciera una encuesta? Pues para mi libro de Cómo Ser Social... ¿Sí?

—Sí, ahorita.

—Pues me gustaría ahorita, es un poco larga.

—Ay ¿es larga? —dijo Jeisson sin ganas de saber de eso—. Ahorita.

Creí que la había embarrado por decirle esto último. No obstante, esperé un buen rato a ver si me decía algo, pero no ocurrió. Cansada de esperar, otra vez le pregunté.

—¿Ya?

—Ahorita.

En ese momento, me quedé mirando el árbol que estaba al frente de mi vista, admirando lo hermosa que es la naturaleza, y lo ocupada y desinteresada que es la gente. Luego, me di cuenta de que llegaron las personas encargadas de entregar las togas, los birretes y estolas para el grado. Me fui atenta al teatro donde las iban a entregar. Mi madre se encargó de que fuera la primera dejándome colar con Gipssy, una excompañera.

Estábamos bien hasta cuando nos avisaron que teníamos que estar organizados por cursos. Gipssy hizo una cara de ironía y decepción. Yo estaba normal, ni me alegré ni me desilusioné. Vi que todos se organizaron en filas, ya unos de mi curso se adelantado, y bueno, yo me quedé detrás de ellos. Mi madre se dio cuenta y me dijo que tenía que haberme avispado más. A mí me dio igual, no tenía ningún apuro.

No sé cómo, pero se fueron todos de la fila y me quedé ahí sola. Miré atrás y vi que estaban pagando lo que faltaba por los derechos de grado. También fui allá y no alcancé a pagar. Ahí estaban Daniel, Sebastián y Nicolás con su padre posiblemente. La señorita nos dijo que entráramos al teatro y que ya nos atendería.

Tiempo después, nos dimos cuenta de que 1101 ya estaba terminando, así que nos hicimos detrás de la fila. Pude ver que los de 1102 estaban empezando a llegar, y yo que había estado casi de últimas, ahora estaba dentro de los primeros. Esta vez, ya me sentía con satisfacción, pues me estaba cansando de quedarme ahí parada sin hacer nada. Luego de que pagué y adquirí mi traje de grado, fui a la salida y me entregaron la invitación a la ceremonia de graduación. Ahí pude saber que el sitio de la graduación era la Gobernación de Cundinamarca. No sabía que quedaba en Bogotá, pues pensaba que era fuera de la capital, según había escuchado que Bogotá D.C. (Distrito Capital) era independiente del departamento de Cundinamarca.

Una vez que salí con mi madre, nos encontramos con Vanessa y su madre. Nos contaron que seguían en el colegio para saber si Vanessa perdió física, pero la profesora estaba muy ocupada y en toda la mañana no la había podido atender. Ellas habían llegado desde las 6:15 a.m. y sólo Vanessa había visto a la profesora una vez. Luego, se despidieron de nosotras pidiendo que fuéramos a su casa en vacaciones. Mi madre dijo que «tal vez» y nos fuimos. Yo sabía que mi madre no quería ir, si ella no veía la necesidad, no lo haría.

Mi vida intentando ser socialWhere stories live. Discover now