Capítulo 2

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—Atención a todas las unidades cerca de South Boston, tenemos un llamado de una madre desesperada. Un niño de cinco años subió a un árbol detrás de un gato. Por favor, atender las unidades cercanas.

Hablo por el canal mientras escucho a la madre gritarle al niño que baje, pero el niño solo llama al gato. Estos son los momentos que nos relajan en el trabajo muchas veces.

—Unidad cuarenta de los bomberos en camino. Y buenos días, Número dos. Feliz Año Nuevo. —¡Dios, esa voz!—. Vaquero, cambio y fuera.

—Número dos saluda a Vaquero y le da las gracias. —Cierro mi canal de los otros canales para que solo él pueda escucharme y le digo bajito—: Igualmente y, por favor, cuídate.

¡Qué ñoña soy! ¡Estoy enamorada de su voz!

—Entendido, Número dos. Cambio y fuera —responde y con esas palabras Vaquero se despide.

Mi relación con Vaquero tiene alrededor de un año, nunca le he visto en persona, pero nos hemos hecho cercanos, ¿y cómo sucedió esa conexión? La respuesta no la sé, pero lo que sí sé es que simplemente su voz me transmite la paz que necesito y quiero hallar. Puede sonar a una auténtica locura, pero siento eso porque cada vez que lo escucho siempre me siento tranquila.

—Alguien habló con Vaquero hoy... —Mary me dice en tono de burla.

Pongo los ojos en blanco y le saco la lengua.

—Deja de meterte en mi canal —le advierto seria.

Ella empieza a reírse porque es la única que sabe de la conexión que tengo con este hombre, siempre trato de imaginarlo gordo, barrigón y calvo, pero es Mary la que me asegura que ningún bombero menor de treinta y cinco años en los Estados Unidos entra en esa descripción. Yo le ignoro cuando trata de decirme que tengo que conocerlo y poner un rostro a esa voz que me tiene enamorada.

—Venga, que pones carita de cordero degollado cuando hablas con él —me responde burlándose—. Me apuesto veinte pavos que el tío está buenísimo y tú aquí suspirando por él.

Me pica de esa forma y yo ruedo mi silla hasta el cubículo de mi izquierda y le doy la mano aceptando.

—Apuesta aceptada.

En mi canal se cuela el llamado de la unidad cuarenta de los bomberos y sonrío cuando Vaquero dice:

—Aquí Vaquero, situación resuelta en South Boston, niño a salvo y creo que alguien estará castigado hoy. Cambio y fuera. —Vaquero se despide y yo espero poder escuchar su voz de nuevo hoy.

—Aquí Número dos. Buen trabajo, Vaquero. Cambio y fuera —contesto mientras escucho la voz muerta de risa de mi compañera decirme:

—Estos serán los veintes dólares más fáciles que he ganado.

Hago un mohín molesta y sigo trabajando con mis llamadas. Siempre he estudiado el comportamiento humano y las emociones, por eso es que a veces me siento un poco incómoda por sentir este tipo de conexión con una persona que nunca he visto y solo he compartido más que palabras de trabajo. Cuando Vaquero atiende un llamado siento que todo saldrá bien. Todo comenzó una noche hace un año, cuando su unidad acudió a un incendio causado por un accidente de tránsito, todos radiábamos a las unidades a presentarse en el sitio porque habían múltiples heridos y quizás algunas personas muertas. Monitoreábamos por las vías aéreas el accidente y atendíamos a cada respuesta de las unidades, pero cuando su unidad respondió al llamado y él dijo que todo saldría bien, me sorprendí no puedo negarlo. Yo veía desde la pantalla gigante la magnitud del incendio que consumía alrededor de quince vehículos.

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⏰ Last updated: Apr 08, 2019 ⏰

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Amor en llamas, primeros capítulosWhere stories live. Discover now