Capítulo 5

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–¡Heinrich! ¡Hienrich! – Vicenzo tocaba incesantemente la puerta.

Unos pasos se escucharon de la casa. Era el barman que había sido despertado por los ruidosos golpes en su puerta. Con tan solo una bata encima y los párpados que se le cerraban involuntariamente, abrió la puerta.

–¡Por fin! – El mago se abalanzó hacia su amigo y lo tomo por el cuello de la bata.

–Vicenzo, por el amor de de todo lo bueno, ¿Por qué no vienes mañana por la tarde? ¿Tienes idea de qué hora es? – La molestia en la voz de Heinrich se hacía evidente.

El mago, confundido, salió de su trance y soltó a su amigo.

–Lo siento Heinrich. Pero ha pasado algo inexplicable, primero...

–¡Sh! Baja la voz. – dijo Heinrich enojado –. Ven, entra, no es como que tenga sueño aún.

El sarcasmo se hacía más que evidente.

Ambos amigos se sentaron en la pequeña cocina de la casa. La luz amarillenta que iluminaba aquel cuarto lastimaba los ojos de Heinrich que tan solo pedía que la plática fuera breve para irse a descansar de una vez por todas.

–Bien Vince, cuéntame qué sucedió.

Vicenzo se acomodó en su asiento y los ojos se le abrieron a medida que recordaba lo que había sucedido.

Un pensamiento asaltó su mente.

–Antes que nada, quiero aclarar algo, porque no soporto tener en la mente ese detalle. – El mago inclinó su cuerpo hacia el frente –. El mundo se petrificó ante mí. Hasta tú estabas totalmente rígido; pero, una vez que todo volvió a la normalidad...todos se habían ido y el bar estaba cerrado.

Heinrich miraba con extrañeza.

– Ahora que lo dices, no percibí nada de eso.

– Pero eso quiere decir que el tiempo transcurrió para ustedes, pero no para mí, no lo comprendo.

–Espera Vince...– Heinrich comenzaba a quitarse el sueño de encima –. Hoy en la noche, no estaba en el bar, ¿O sí?

El corazón del mago empezaba a latir más fuerte.

– Claro que si. Recuerda que estábamos atentos a la radio, se te cayeron varias cosas.

El rostro de Heinrich permanecía como una roca, tan solo miraba el suelo. Trataba de recordar, más no pudo, fue inútil.

– Me parece que no lo recuerdo Vince...

Vicenzo se puso de pie y comenzó a caminar erráticamente de un lado a otro. Se tomaba los cabellos y los tiraba fuertemente. No podía creer lo que había pasado. Él recordaba y le desesperaba el hecho de que su amigo no lo hiciera. ¿Cómo era posible?

– Escucha Vince, tienes que seguirme contando, concéntrate.

El mago se tranquilizó y finalmente decidió recargarse en el viejo refrigerador de su amigo. Suspiró.

– Bien. Aquí vamos. Resulta que el mundo se detuvo frente a mí y ¿Qué es lo próximo que veo? A Draken, un poderoso mago que usaban para crear historias de terror para los niños de mi época. Lo combatí, pero me era imposible vencerlo...

–¿Y qué pasó después?

Vicenzo caminó con pasos agrandados hacia su amigo.

– ¡Oh! Aquí viene la parte interesante. –Una sonrisa se dibujó en su rostro –. Gin apareció y venció a Draken. ¡Así! en un parpadeo.

Heinrich trabataba de recordar el nombre. Hasta que a su mente vino una de las incontables borracheras al lado de su mágico amigo y con este recuerdo, las risas y el drama de las confesiones bajo el exceso del alcohol barato de aquel pueblo.

–¿Gin? ¿Te refieres a esa bruja que no viste jamás después de...?

–¡Sí! ¡La mismísima!

Vicenzo interrumpió a su amigo, no deseaba escuchar más detalles, al menos no de una boca ajena.

– Vaya...¿Y a qué crees que se deba su aparición?

– No tengo la más mínima idea Heinrich, pero esto me está volviendo loco. Es decir, que aparezca Draken es algo inusual, pero Gin...

El mago había perdido el aliento por pronunciar todas esas palabras de manera ridículamente rápida. Una vez más dejó caer su cuerpo sobre una de las sillas del comedor. La cabeza le daba vueltas y tan solo deseaba respuestas.

–Escucha Vince, no tengo ni la más mínima idea de lo que ha sucedido, pero... – Heinrich dudaba –. Creo que sé quien nos dirá más detalles.

Los ojos de Vicenzo se iluminaron.

– ¿Ah si? ¿A quién tienes en mente? – Cruzó los brazos.

Heinrich se puso de pie.

– ¿Aún recuerdas el hechizo que usaste para revivir a mi gato?

El semblante del mago cambió repentinamente.

–Por supuesto. Muy mala idea por cierto.

El barman sonrió de manera pícara.

– Iremos al cementerio Vince.

El mago oscuro: Relato de una vida difícilWhere stories live. Discover now