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Advertencias:
Lenguaje maduro, violencia, abuso y demás temas duros de tratar. No intento sensualizar nada, solo mostrar la crudeza de la realidad. Mi intención es escribir una denuncia social y de paso el  protagonista tiene diesiseis-diesisiete. Les dejo un enlace externo para que la lean completa. Voy a editar algunas partes para no tener problemas. 

https://wordpress.com/post/cachorrosyamos.wordpress.com


Por favor, sus comentarios me ayudan a mejorar, no se olviden de dejarlos.  




Eran más de las seis, cuando llegó a su destino. Noel apretó las mangas de su chaqueta y se dispuso a cruzar la puerta al infierno. Antes de que pudiera reunir valor y tomar el picaporte, se abrió sola. Retrocedió sorprendido y en el umbral apareció la criatura más hermosa de los alrededores.

Jade le dirigió una mirada del mismo calibre y lo atropelló para abrirse paso.

—Alguien está en serios problemas.—le dijo deteniéndose a su lado.—Si fuera tú me doy prisa, ya está bien furioso.

Acto seguido, Jade desapareció a toda prisa y Noel prefirió ignorar sus palabras venenosas, aunque sabía que no se alejaban de la realidad.

Al ingresar al departamento, minúsculo en comparación al palacio en el que vivía Luka, humo denso le dio la bienvenida. Devan se encontraba fumando, sentado en su usual silla en la cocina, con el televisor encendido y al al escucharlo entrar, dejó su cigarro sobre el cenicero rebalsado. No le dijo nada, nunca lo hacía, sólo se levantó de un salto y le pegó en la cara.

Noel rodó por el suelo y apenas se repuso, sacó de entre su ropa, el sobre que le entregó Luka, para dárselo a su chulo.

—Vaya, que elegantes estamos hoy. —Le respondió Devan, arrebatándoselo de un zarpazo.—Un sobre cerrado, se ve fino.

El muchacho, aun en el suelo, se maldijo por su estupidez. Conservó el sobre tal y como lo recibió de las manos del fotógrafo, nunca lo abrió, ni contó la cantidad. No importaba ahora, Devan lo haría por él, unas tres veces, porque era una superstición personal. Si no le satisfacía la cantidad, lo iba a matar allí mismo.

Sin perder más tiempo, Noel se incorporó para continuar con el ritual de entregarle todo el dinero que consiguió trabajando. No se quedaba con nada, ni un centavo y Devan se aseguraba de ello. Se desvistió, con más prisa de la que quería. La chaqueta primero, luego los pantalones ajustados y la camiseta gris. Todo al suelo.

Devan acababa de contar el dinero, por última vez y devolvió los ojos al muchacho desnudo frente a él.

—Te dije que te deshicieras de ésto—bufó el chulo, mientras tomaba su chaqueta del suelo, buscándole los bolsillos.

Sólo encontró lo usual, condones y un par de paquetitos de lubricante.

—Empieza a hablar antes que te haga escupir las palabras.—amenazó Devan, mientras desaparecía el dinero dentro de su chaqueta.

Noel no supo que decirle, si era la verdad, no le iba a creer. Necesitaba pensar en una buena excusa de porque estaba llegando tan tarde.

—No te escucho explicando porqué llegas a esta hora. —insistió Devan asiéndolo del brazo.

Lo arrojó contra la mesa de la cocina y con una mano, le aplastó el cráneo contra la superficie sucia. Escuchó que gruñía y lo siguiente que sintió fue una palmada sobre la carne magullada de sus nalgas.

—No tenía como volver.—gritó Noel rindiéndose a los hechos. —Estuve en Manhattan y se me hizo tarde. El subterráneo...

Devan no estaba contento con la explicación y no le importaban sus excusas.

Cachorros y AmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora