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Un beso no fue suficiente, Craig precisó dos, o tal vez tres, para caer en cuenta de que Stanley estaba besándole con desespero; como si durante tanto tiempo esperara ese momento. Y por supuesto que él se hallaba igual, aferrándose a la cintura del capitán de fútbol para recibir su lengua húmeda y algo tosca, esa que buscaba satisfacer los deseos más humanos; tanto propios como ajenos.

Tucker era, en esos momentos, incapaz de abandonar su boca y el deseo insano de arrastrar sus uñas por cada espacio del cuerpo foráneo. Desde la ancha espalda hasta las caderas definidas de Stan Marsh, quien jadeaba sobre sus labios antes de volverle a besar.

Y mierda, o Stanley le gustaba muchísimo o besaba condenadamente bien porque no explicaba otra razón para casi temblar ante la caricia de sus bocas. Ya no solo era la ávida lengua del capitán recorriéndole y estremeciendo por donde pasaba, ahora eran sus dientes marcándole los labios; dejando sobre sí la huella posesiva de su pequeña sesión de besos.

Cuando Craig se apartó en busca de oxígeno, Stanley se quejó en voz alta y volcó el deseo de seguirle besando en recorrer su cuerpo con las manos, afianzando el enlace en su cintura por unos segundos. Tucker volvió a besarle, pero esta vez en piquitos cortos.

—Estoy muy caliente, te lo diré porque sería vergonzoso que lo notes después —se rio el más bajo, con las mejillas rojas de la vergüenza.

Craig sintió la espina dorsal llenarse de un agradable cosquilleo, y aunque él no estaba mucho mejor, tenía un control más inflexible sobre lo que decidía exteriorizar, siendo el deseo de comerse a Stanley algo incapaz de demostrar.

El bulto de Stan estaba provocándole más allá de una simple incomodidad, y aunque él estaba totalmente lúcido, probablemente Stan no. Y Craig lo cuidaría por el resto de la noche, sin ninguna doble intención.

—No te preocupes, el alcohol hace esas cosas —intentó paracer fresco y cool al decirlo, pero las mejillas ardían bajo la mirada estricta de Marsh.

Stanley quiso refutar sus palabras porque él había bebido suficiente, antiguamente, como para conocer los síntomas del alcohol; sin embargo sonaba mucho peor decirle alguna obscenidad respecto a su atuendo y esa manera tan lasciva de comerle la boca que mostró sin pudor.

Craig era tan sensual incluso cuando movía la cabeza en dirección opuesta para que encajar sus labios fuera fácil; y en acciones tan nimias como sujetar su mano y volver a la fiesta.

Cualquier invitado que prestara suficiente atención a sus rostros se daría cuenta de que llevaban la boca roja, las mejillas coloradas y el inicio de una erección bajo los pantalones de Stan.

Bailaron, bebieron y jugaron con el resto a todo tipo de juegos, donde Marsh tuvo la desdicha de perder todos, haciéndole caer en penitencias asquerosas o vergonzosas que presentaba Clyde. Descubrieron que el castaño era bastante hábil en dar retos, como que salían en menos de un segundo de su cabeza, y Tucker se estaba preparado para caer bajo el escrutinio de Token, quien no le quitaba ojo de encima como si quisiera hacerle saber que sabía su pequeño secreto.

Y lo entendía, cuando estuvo lejos de Stan quien se había encargado de hacerle saber de él, era Token. Craig estaba sumamente agradecido de no haber sido mirado con asco o pena, no obstante era imposible que le contara qué sucedió en la planta alta, porque también era pudoroso.

La fiesta terminó con un borracho Clyde tambaleándose, y un preocupado Tweek tratando de ayudar. Craig se despidió de Stanley con la mano, muy a pesar de que deseaba darle otro beso, y se encaminó hacia la casa de Donovan con el pelirrubio de compañero.

Tweak hizo preguntas que Craig respondió con las mejillas calientes, porque se sentía como una maldita porrista que consigue al capitán de fútbol y hacen la jodida pareja perfecta. Era una situación tan cursi, y él reacio a ese tipo de demostraciones, estaba ligeramente abochornado ante los "aww" que soltaba el más bajo.

Cuando decidió volver a su casa, el sol comenzaba a asomarse entre las montañas de Colorado. Thomas estaba levantándose para ir al trabajo y tuvieron una pequeñísima charla antes de que el mayor se fuera y Tucker subiera perezosamente las escaleras rumbo a su habitación.

No sabía si hablarle a Stan o dejarlo dormir, y la tentativa de escribirle le picaba con fuerzas en los dedos.

No duró ni dos minutos así cuando fue su móvil el que vibró, recibiendo una videollamada del pelinegro en cuestión.

Stanley se veía adorablemente adormilado, como si acabara de despertar pese a que Craig no había tardado tanto en llegar a casa.

— ¿Qué haces despierto aún? —interrogó Stan con voz ronca, carraspeando con cierto deje de vergüenza.

—Acabo de llegar a casa, ahora iba a dormir —mintió.

Los ojitos dormilones de Stanley se cerraron por un minuto, y Tucker atesoró ese momento en las retinas. El azul de Stan volvió a posarse sobre sí, y un quejido infantil abandonó su boca.

—Tengo sueño, pero quiero verte.

El corazón de Craig latió con fuerzas en el pecho, haciéndole enmudecer.

—Y quiero besarte de nuevo, besarte toda la vida, Craig.

Marsh era sumamente cursi, pero a Tucker le gustaba sentirse consentido bajo sus palabras. Le gustaba ser dueño de los deseos ajenos. Y le encantaba verle aún después de besarse toda la noche.

—Stan-

La palabra quedó en el aire al oír el grito colérico del señor Marsh.

— ¡¿De qué mierda estás hablando, Stan?!

Los ojos del futbolista se abrieron de par en par, y soltó el teléfono sobre la sábana. De pronto solo vio el techo de su habitación.

Craig no escuchaba más que gritos y portazos, Stanley no tomó el móvil durante esos minutos y Tucker se reconoció atándose rápidamente los tenis para salir corriendo de su casa en dirección a la ajena.

El corazón le latía en la garganta, y un nudo pesado se alojaba sin que pudiera pasar aire correctamente.

Se reconoció corriendo tan rápido y con tanta desesperación que dolían las piernas, y aunque jamás se consideró creyente rezaba para que Stan estuviera bien.

dude, bullshit «South Park» Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora