Cap. 26| "Todo iba bien"

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Narra Owen

Todo iba bien. Habían pasado algunos días y las cosas entre Amelia y yo mejoraban, iban muy en serio.
Pasábamos tiempo juntos en el trabajo, en su casa, en mi casa, con los niños, en todos lados, no nos estaba importando escondernos, pero por supuesto, nada de besos o signos amorosos en público.
Aunque había algo que me mantenía más cerca de ella que lo que debía estar: protegerla. Estar alerta. George podía aparecer, y quién sabe qué se traía entre sus manos.
Pero hablemos de lo lindo ahora. Entre los tantos momentos que pasé junto a Amelia algunos lograrán permanecer en mi memoria incluso si llegara a perderla.
Como ese lunes, luego de pasar mi primera noche oficialmente durmiendo con Amelia, nos dirigimos juntos al hospital no dejando de conversar ni por un segundo.
Las miradas del hospital estaban clavadas en nosotros, sospechando de cada paso que dábamos.
-Todos nos miran -dijo Amelia entrando al ascensor.
-Tal vez somos muy llamativos -dije riendo mientras las puertas se cerraban.
-O tal vez somos ex pareja y ahora actuamos como si fuéramos amigos de toda la vida -dijo encogiéndose de hombros.
-Yo no actúo -dije con seriedad.
-Lo sé pero... -intentó explicar Amelia.
-Yo no actúo mis sonrisas, que tan solo por el hecho de estar contigo se producen espontáneamente -insistí.
Amelia sonrió avergonzada.
-Yo tampoco actúo -dijo y las puertas del ascensor se abrieron en el piso de Neuro.
Comenzamos a caminar juntos, pasos coordinados y nuestras manos rozándose.
-Pero sí actúo mis ganas de no tener intenciones de besarte todo el tiempo -dijo sin rodeos y entre dientes para que nadie en el pasillo escuchara.
Me detuve en seco. Absorto por esas palabras. Amelia caminó unos pasos a solas y luego se percató de que yo me había quedado atrás.
-¿Qué sucede? -se extrañó y caminó hacía mí- ¿te sientes bien?
Miré a nuestro al rededor para percatarme de que nadie nos estuviera viendo. Cuando lo confirmé tomé la mano de Amelia y nos adentré en un cuarto de limpieza.
-¿Owen qué haces? -preguntó confundida al ver que trabé la puerta con seguro.
-Lo que quiero hacer todo el tiempo y no puedo -dije y caminé hacía el medio de la habitación donde ella se encontraba.
Aprecié su delgada, pequeña y dulce figura que resaltaba aún más con la bata blanca del hospital. Aferré su precioso cuerpo al mío apoyando mis manos en su cintura y la observé a centímetros.
-¿Qué es lo que quieres hacer todo el tiempo? -preguntó coqueteando.
-¿Te gustaría saberlo? -pregunté.
Ella asintió con su cabeza, entregada a mí, apoyando sus manos en mi pecho.
Entonces la besé, de la manera más seductoramente posible, para dejarla con ganas de más, para que pudiéramos continuarlo en algún otro momento del día.
Y ella parecía disfrutarlo, parecía responder a cada estímulo a la perfección. Era una diosa y... había besado a muchas mujeres en toda mi vida pero ninguna besaba tan bien como ella. Ninguna me hacía sentir tantas cosas como ella.
Rompió el beso, observándome con sus ojos brillosos y deseosos. Me sonrió.
-Supongo que mi desempeño laboral será mejor luego de este beso, jefe -dijo.
-Supongo que el mío también -respondí besando su frente.

Narra Amelia

Solía distraerme en el hospital por el solo hecho de pensar en Owen. Cada vez que su perfecto rostro se posaba en mi mente, me sumergía en las nubes del encanto y del amor, pensando en cómo, cuándo y dónde sería mi próximo momento a solas con él.
Hacía mucho tiempo que no me sentía así, llena, amada, especial y soñadora. No desde hacía tres años. Y se sentía excelente volver a ser esa Amelia.
Como en una de esas noches, martes para ser más precisa, donde Austin y Angelina estaban completamente dormidos luego de haber corrido en el parque con sus amigos:
Había invitado a Owen a pasar otra noche junto a mí, me estaba acostumbrando otra vez a él y sentía que si no ocupaba el otro lugar de la cama podría morir de soledad o frío debido al calor que sus brazos rodeándome me producían.
Mientras el pelirrojo se percataba de que la casa estuviera cerrada (y eso era un poco extraño, como si sospechara de mi seguridad) yo me encargaba de cepillarme mis dientes y observar mi rostro de felicidad producto del amor.
-Ya está todo -dijo asomándose a la puerta del baño.
-¿Por qué te preocupa que la casa esté tan cerrada? ¿Vas a secuestrarme? -bromeé.
Escupí la pasta de dientes y enjuagué mi boca. Él observaba cada gesto.
-Es el siglo XXI, hay más gente peligrosa que gente buena, y vivimos en una ciudad enorme -respondió- solo quiero que tu y los niños pasen una noche sin ser perturbados por la inseguridad.
-Owen, ¿qué inseguridad puede haber contigo estando aquí? -pregunté sin vueltas.
Sonrió. Y noté sus mejillas enrojecerse.
-¿Te molesta si me doy una ducha rápida? -preguntó.
-No -respondí- te buscaré un toallón.
Asintió con su cabeza y una sonrisa. Busqué toallones, sí, toallones, plural. Dos toallones, uno para él y otro para mí. Y si me preguntan si estaba segura luego de mis desagradables experiencias con George la respuesta era 'sí, estaba más segura que nunca porque sabía que Owen me hacía sentir así, segura'.
-Ten -dije volviendo al baño y el ruido de la ducha invadió la habitación.
-Oh, tomaste dos por error -dijo sonriendo con inocencia, a lo que no pude evitar reír.
-Uno es para mí -dije y puedo jurar que mis ojos estaban llenos de pasión.
Owen se sorprendió, pero no pudo evitar sonreír.
-También necesito una ducha rápida -dije- y como tu hablaste de la inseguridad del siglo XXI también pensé en cómo debemos cuidar al planeta.
-¿Cómo? -preguntó sabiendo mi respuesta.
-Ahorrando agua -sugerí- solo si tu quieres.
-Si tu quieres yo quiero -respondió y sacó su remera dejándome a ver su torso desnudo.
-Quiero -respondí al mismo tiempo que cerraba la puerta del baño y comenzaba a desabotonar mi camisa de gasa sacándola de adentro de mis jeans.
Y al cabo de dos minutos, ambos estábamos debajo de la ducha, las gotas golpeaban nuestros cuerpos desnudos abrazados.
-¿Te sientes bien? -me preguntó Owen pensando en lo que había sucedido la última vez que intentamos tener sexo.
Lo miré a los ojos y vi sus pestañas mojadas, sonreí.
-Increíble -respondí- pero solo me siento así porque eres tu.
Me apoyó con cuidado contra la pared y comenzó a besarme mientras yo entrelazaba mis piernas en su cintura, él llevaba sus manos a la mía para sostenerme. Y finalmente, sin miedo, sin malos recuerdos, llena de seguridad, amor y sin terceros que se interpusieran entre nosotros tuvimos sexo, debajo de la ducha, confundiendo sudor con agua, volviendo a los tiempos de universitarios y casados.
Y esa misma noche, aunque ya lo sabía lo confirmé. Y lo confirmé con palabras, luego de que ambos nos rindieramos de placer en la ducha y quedando abrazados con las gotas golpeándonos:
-Te amo, Owen -dije mirándolo a los ojos.

Second try ༄ | Omelia {ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ}Where stories live. Discover now