Epilogo (Part. II FINAL)

127 14 20
                                    


Acaricia con parsimonia los cabellos de su hija, quien, por fin, se ha dormido.

Estaban todos asustados y por dios, ¿en que estaban pensando al discutir frente a sus hijos?

Niega irremediablemente y siente el olor a café recién hecho. Se gira y ahí, en el marco de la puerta y balanceando dos tazas entre sus pequeñas manos, está la versión mejorada de sí mismo.

Miles lo mira entre curioso y enojado y tiene que suprimir las ganas de ponerse a reír y echarse a llorar, todo a la vez.

- Estas molesto. - su hijo asiente, sin dirigirle la palabra, viendo dormir a su hermana en la gran cama de cobertores rosa y negro, propio de la reina Bandit.- entiendo qué estés molesto... yo también lo estoy ¿sabes?- su hijo frunce el entrecejo y lo mira con descaro- ¿Cuándo planeabas decirme que te tiras al profesor particular de matemáticas?- el café le sale por la boca y por la nariz y tiene que golpear y sobar su espalda para que deje de toser.- tranquilo, vas a despertar a tu hermana.

- ¿hace cuánto lo sabes? - lo ve pasar saliva con dificultad y cuando sus avellanas, tan iguales a los propios chocan con él, se ve derrotado en una guerra que ni siquiera ha empezado. Jamás podría negarle nada, nunca y nunca podría provocar en él dolor o sufrimiento, no está en su interior.

- No sé... supongo que lo sospeche desde el inicio, pero no fue hasta que un día, después de ocupar artimañas que no deberían ser ocupadas, tu padre me lo dijo- se encoge de hombros.

- O sea que ocupaste el sexo para sacarle la verdad. - le señala con media sonrisa, su media sonrisa.

- Soy tu padre, háblame bien- pero se ríe. - sí, lo hice. Gee siempre me dice la verdad después de un buen polvo, lo que sea que quiera saber, él me lo dirá si lo complazco lo suficiente...

- Ojalá Aidan dijera lo que quiero escuchar después del sexo- lo ve suspirar con cansancio y también dolor.

- ¿qué te atormenta? Dímelo, voy a matarlo si lo merece, solo dame una maldita razón- dice con los dientes apretados. Escucha la cantarina risa de su hijo, esa risa que es tan parecida a la de su amor.

- Yo... ¿has sentido alguna vez que cuando miras a esa persona, el aire se aleja de ti, que el pulso se vuelve rápido y fuerte, que te sudan las manos y que no sabes como mierda has vivido hasta ahora, si todo lo que necesitas es a esa otra persona? - mira a su hijo, su pequeño hijo que esta tan perdido como lo estuvo él.

- Todos los días de mi vida. Cada vez que veo a tu padre y en el pasado era peor, porque todo fue cuesta arriba hasta que ustedes llegaron y tenía la constante sensación de perdida quemando y hormigueando en la punta de mis dedos.

- Nunca hablan del pasado- ambos se sobresaltan. Observa como su hija se talla los ojos y lo mira. Suspira pesado. Es cierto, jamás han hablado de lo que fue su vida antes de sus hijos, pero siente que ahora es el mejor momento...

- Está bien... verán, conocí a papi Gee cuando el tenía 16 y yo tenia 22, fue en una fiesta y,

El observar las expresiones de sus hijos ante cada palabra, le infunde valor para contar toda la historia, destapar la caja que yace olvidada en el fondo de su mente.

***

Los ojos le pesan y tantea el lado de su cama, el que esta vacío y frio. Se incorpora en esta, pero la arcada que sube rauda por su garganta y el mareo inminente lo hacen llegar en paupérrimas condiciones hasta el baño a devolver todo lo que no tiene en el estómago.

Small BumpWhere stories live. Discover now