Los tres de siempre; ZoLu/LuNa/Zonami

El furioso Sanji

¿Pero quién se cree que es ese cretino? ¿Cómo se atreve a hacernos esto? ¿Cómo se atreve a hacerle esto? No; necesito calmarme antes de hacer alguna tontería. No me podría perdonar si dañase el corazón de mi preciada Nami al matar a ese imbécil. ¡Pero no merece menos! ¿Cómo puede jugar asñi con su corazón?

Desde la primera vez que vi aquellos ojos castaños aparecer ante mí supe que estábamos destinados, que era un ángel, una ninfa, un hada nacida solo para alimentar los sueños de los hombres. Su cabello liso, largo y pelirrojo cayendo por su espalda, con algunos mechones enredándose tras sus orejas además de un pequeño flequillo que danza al viento; su pequeña, fina y tierna sonrisa que se transforma en una mueca de diversión, provocando que su nariz se encoja sobre sí misma y se le formen unas preciosas arrugas en los bordes de aquel suave y perfecto puente; sus manos de terciopelo con delgados y largos dedos protegidos con el mayor de los cuidados; la figura serpenteante de su cuerpo, de la piel más rosada y brillante que haya podido contemplar; sus busto, su trasero, sus piernas de infarto en medio de aquella ropa cortita que siempre lleva puesta... Nami es la mujer más hermosa, que con pocos rasgos y gran simpleza consigue sacar hasta el último de los suspiros de mí. ¿No es la simplicidad la mayor demostración de su belleza?

No; debo parar. He salido del hospital hace poco por un amago de infarto tras enterarme de lo de Robin; no quiero regresar por un derrame nasal. Necesito concentrarme en mi furia.

Oh, es cierto, ese inútil.

¿Cómo se atreve ese tal Zoro a jugar con los sentimientos de Nami? ¡¿Es que no ve que ella es el cielo, la tierra y el mar desbocado?! ¿Quién en su sano juicio le pondría los cuernos a la perfección encarnada en mujer? Una razón más para odiarlo...

Aún recuerdo cuando me declaré a ella. Yo estaba esperando por Usopp para volver a casa y Nami por Luffy. Al fin y al cabo somos cada uno el amigo de la infancia del otro. Ese fue nuestro primer encuentro a solas en el que conseguí hablarle de una vez y dejar de temblar por lo que me abrumaba su presencia. Era amable, curiosa e inteligente, siempre con un tema de conversación y las ideas muy claras respecto a su futuro. A día de hoy sigue siendo un ejemplo a seguir. Allí, enfrente del portal de la preparatoria, me puse de rodillas y le grité al mundo que mi amor por ella no tiene fin, que me despierto y me acuesto con su pensamiento y una de las mayores motivaciones que tuve para meterme en el mundo de la gastronomía fue poder sorprenderla y cuidarla con todos los platos que pudiese ofrecerle. Hasta el último de mis latidos voló tras mi lengua.

Y me rechazó. Dijo que no me veía con los mismos ojos, que me valoraba pero como un amigo. Mi corazón se rompía poco a poco y sin detenerse, pero cuando él apareció ante mí ya fue el caos. Aquel día conocí a Roronoa Zoro y todo el asco que me producía. Llegó, la saludó, besó su mejilla y mantuvo su mano sobre la cadera de Nami mientras hablaban de asuntos que no alcancé a comprender. La simple visualización de esa escena me destruyó. Mi amor parecía cómoda, acostumbrada a aquel contacto y trato tan cercano.

¿Son pareja? Ella nunca me lo confirmó aquel día ni lo usó de excusa para rechazarme, pero las pruebas son suficientes. Aún hay días que me los cruzo paseando por la ciudad. Van juntos al mismo gimnasio. ¡Van juntos al mismo gimnasio! Puede verla haciendo estiramientos, con el sudor corriendo por su piel y una coleta permitiendo una mejor visión de su rostro. Es imperdonable, simplemente imperdonable. ¿Cómo un chico rudo sin dos neuronas puede estar con semejante bombón? Lo he analizado cada noche antes de acostarme pero aún no le he encontrado el sentido. Sobre todo ahora que sé que le pone los cuernos. He notado la sonrisilla que se le queda viendo la pantalla de su móvil, las fotos imprevistas que se saca para alguien, las llamadas telefónicas con un tono demasiado cariñoso como para no darme cuenta de lo que pasa... Cada vez que me cruzo a alguien de cabellera verde no puedo evitar fijarme en él hasta descubrir si es ese payaso. Quizá no quiera golpearlo porque puedo dañar los sentimientos de Nami, pero en cuanto lo vea solo le recordaré lo que significa ser un hombre.

Maldita sea, ya me he hecho sangre en las palmas por apretar los puños. Esto no es bueno si quiero ser un cocinero de renombre y cuidar de mi Nami y mi Robin cuando se hagan famosas. Debo cuidar de mis manos si quiero ser útil en un futuro, pero solo con pensar en esto me desquicio.

Idiota, si no la quieres, no la ates a ti. Déjala para alguien mejor que la merezca, aunque no sea yo, pero nunca te atrevas a jugar con el corazón de una dama. A la primera lágrima que le vea derramar, tu sangre será lo siguiente en caer.