Titiritero

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Ren no podía entender lo que estaba sucediendo. Los días pacíficos que pasó en el reino de Melromarc habían llegado a su fin. Todo en tan solo unos instantes. Cuando recién llegó a este mundo, lo único que deseaba en compañía de los otros héroes era terminar con las olas y regresar a su mundo.

Durante los días venideros a su llegada, lo único que hicieron fue disfrutar de la generosidad del rey. No entrarían en batalla inmediatamente y el reino les otorgaría un grupo de apoyo. Para él, los equipos eran simplemente una molestia. Quizá sus compañeros héroes serían un excepción.

Pronto, las cosas tomaron un rumbo distinto debido al crimen que cometió Naofumi. Tal vez él no podía jactarse de ser un perseguidor de la justicia, ya que sus deseos y supervivencia estaban por encima de cualquier cosa. Pero aun así, tolerar el simple acto de intentar violar a la princesa del reino que se ofreció ayudarlo cuando estaba solo, era indudablemente imperdonable.

En cuanto el héroe del escudo fue desterrado, todos sabían que tarde o temprano deberían hacer algo más, pues representaba un peligro para el reino. Justo ahora, en su situación actual, lo único que podía hacer era reprocharse por el terrible error que cometieron, pero era tarde... muy tarde.

–Ahora un dedo.

A la voz de Naofumi, uno de los dedos del héroe de la espada se rompió, haciendo pedazos el hueso.

Los gritos de Ren retumbaron entre el campo de batalla, su grupo de apoyo no podía acercarse a brindarle ayuda. Esas pobres almas no sabían que los siguientes en morir serían ellos, pero por lo pronto, dejaría que apreciaran la inutilidad del héroe al que seguían.

–¿Qué pasa? Tú siempre me decías que no estorbara. Mírate ahora, no eres capaz de luchar por la vida de tus compañeros, ni por la tuya.

Los monstruos atacaban sin descanso a los seguidores de Ren, quienes no podían hacer nada contra las terribles criaturas que se habían desatado por culpa del demonio del escudo. La situación apuntaba a una muerte terrible, pues el héroe era prisionero de hilos que sobresalían de su cuerpo, como si fuera una marioneta.

Y ahí estaba Naofumi, sentado en una roca, disfrutando la tortura que le propiciaba a otra de sus víctimas.

–Pe...Perdóname...

Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro.

–¿Qué has dicho? No te escuché bien.

Las lágrimas y el nudo en su garganta por el llanto no le permitieron responder a la pregunta.

–Deberías respetar a tus mayores, niño.

Un movimiento de su mano bastó, para que una de sus piernas diera un giro de trescientos sesenta grados. Los gritos paralizaron brevemente a los presentes. Todos veían la cruel tortura y la risa del escudo demoniaco.

–N...No puedo seguir con esto, ¡Me largo de aquí!

El espíritu de la luchadora del grupo se rompió, no se quedaría para morir junto con todos ellos. Si algo había aprendido, era a escapar de una batalla que claramente no puedes ganar. Sus piernas se emplearon a fondo y sus sentidos se afinaron, todo por intentar sobrevivir. Pero cuando por fin deslumbraba una salida, una espada atravesó su pecho.

–¿Hacia dónde van a ir? – la sonrisa demoniaca se amplió, al ver el terror en el rostro de aquella chica.

Naofumi había controlado los movimientos del cuerpo de Ren y la apuñaló con la espada legendaria. De esa manera, se le ocurrió un divertido "juego"

–Parece que ellos no pueden esperar más para divertirse. Muy bien, tú serás mi marioneta y los asesinarás por mí.

–¿T...Te volviste loco? Realmente... ¡Realmente eres un demonio!

–Qué comience la diversión. – rió a carcajadas, mientras controlaba los movimientos del héroe.

Uno a uno fueron cayendo, siendo cortados por el filo de la espada que debió protegerlos. En esos últimos momentos, todos se arrepintieron de haber tratado de forma terrible al héroe del escudo.

–¿Cómo se siente? Perder a todos tus compañeros. Itsuki no pudo responderme, espero que tú si lo hagas.

–¿Itsuki? ¡T...Tú!

–Vaya, es muy difícil para ustedes responder una pregunta. Ya me he divertido lo suficiente contigo, no te necesitaré más.

–¡Es...Espera! ¡NO! ¡DAME OTRA OPORTUNIDAD! ¡POR FAVOR!

–Ellas no tuvieron otra oportunidad.

Sus ojos emitieron un destello y cada parte del cuerpo fue separada articulación por articulación, siendo la cabeza la última parte en romperse.

–Parece que ya es tiempo de ir por quienes realmente me importa. – su mirada se fijó en el castillo de Melromarc que se divisaba a lo lejos.

Mientras tanto, Motoyasu se reagrupaba de los incesables ataques de los monstruos. La situación –que de por sí era mala- se había vuelto crítica. En todas direcciones, una horda ilimitada de criaturas de todas las formas y tamaños los azotaba.

–¡Debemos irnos, Motoyasu! – Malty exclamó, tomándolo del brazo.

–Pero... Ren e Itsuki no han vuelto.

–Seguramente nos están esperando. Vámonos, no podemos hacer nada por ahora.

–De acuerdo.

Lo que ellos no sabían, es que sus vidas ya no les pertenecían, pues ahora bailaban en la palma del demonio que ellos mismos habían despertado.

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Gracias por leer y por los votos, nos leemos en el próximo cap!

Waking The DemonWhere stories live. Discover now