CAPÍTULO 1

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Eran las 7:00 de la mañana aproximadamente cuando escuché unos gritos que provenían de la cocina, como cada sábado era mi madre gritando que ya estaba el desayuno.

-Kiara- gritó mi madre

-Ya voy- respondí con el mismo tono

Antes de bajar a desayunar decidí tomar un baño porque el calor en Green Bay era insoportable.

Tomé mi celular para poner mi playlist favorita en Spotify y posteriormente meterme a la tina.

Ya dentro del agua sentí como corría por todo mi cuerpo, era la mejor sensación que alguien podría sentir, lo mejor de bañarte con agua fría era que todo el estrés acumulado de la semana desaparecía en cuanto quedabas sumergida y dejabas flotar tus problemas.

Pasaron aproximadamente 12 minutos así que me cambie lo más rápido que pude para que mi mamá no estuviera tan enojada.

Me vestí con un short de mezclilla junto a una polera amarilla y mis sandalias favoritas de Paradise.

Bajé la escalera lo más rápido que pude, pero al entrar a la cocina no había nada sobre la mesa, de reojo vi a mi madre barriendo la sala y me dirigí a donde ella estaba.

-Oye Yessenia- solté en un tono brusco y por su nombre ya que no soy mucho de decirle mamá.

- ¿Qué quieres Kiara? - me preguntó cortante

-Pues que ¿en dónde dejaste el desayuno?, me estaba bañando y ahora ya no hay nada- exclamé cruzada de brazos

-Pues para la próxima vez te levantas más temprano como tu hermana- dijo sin siquiera mirarme

- ¿Perdón? - le pregunté con la voz entrecortada

Ya estaba harta de que siempre me dijera eso, todos los fines de semana era lo mismo, literalmente era un ciclo que nunca terminaba.

-Ya te dije- refunfuñó

-Me estresas, siempre es lo mismo contigo, nunca me vas a tratar como me lo merezco, me molesta que creas que Maite siempre será mejor que yo solo por que vive en otro país, sé que no soy la mejor pero siempre he querido que te sientas orgullosa de mí y si no es así mínimo hazme el desayuno- le grité entre sollozos.

- ¿Eso es todo? ¿Ya puedo terminar el quehacer? - respondió

-A veces me quisiera ir de esta maldita casa- exclamé

-Nadie te esta agarrando las manos- contradice

-Bien entonces me iré- le dije mientras la miraba directamente a los ojos

Subí a mi cuarto corriendo antes de que ella pudiera contestar, tomé la maleta dorada que estaba en mi armario y comencé a empacar, ropa, accesorios, cosas necesarias y souvenirs de mi frigobar.

También incluí unas cuantas fotos que no quería dejar.

Agarré mi valija y antes de abrir la puerta volteé hacia una foto familiar en donde yo tenía 3 años.

-Se supone que debíamos ser felices- susurré mientras rodaba una lágrima por mi mejilla.

Salí de mi cuarto y cerré la puerta.

En mi camino a la salida topé con el cuarto de Maite, solo, abandonado, ella había dejado a mis padres y solo aparecía cuando necesitaba algo, es una aprovechada no se como la soportan.

La odiaba por dentro y el rencor solo crecía entre más lejos estaba.

Mi padre no estaba y a mi madre no la vi en el camino, así que todo estaba perfecto, caminé hasta el boulevard con maleta en mano y mochila en la espalda.

De ahora en adelante iba a ser yo y nadie más. Me alegré de haber ahorrado durante los últimos 3 años así que tenía dinero suficiente para sobrevivir un tiempo.

Tomé un taxi hacia la terminal de autobuses Airbus y cogí el primero que se dirigía a Miami.





EL DESTELLO DE UN DIAMANTEWhere stories live. Discover now