Cómo una familia

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Finalmente el 10 de agosto había llegado y con ello, el cumpleaños número 15 de Peter.

El castaño menor se levantó con los ánimos renovados, porque presentía que este iba a ser un buen día, además que era solo en los días de cumpleaños en los que veía a Steve y Tony en completa paz y que si se concentraba, podía fingir que los tres eran una familia.

Después de lavarse los dientes, el castaño menor se dirigió a la cocina, llevándose una sorpresa.

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Steve programó su despertador para que se activará una hora antes de la hora en que generalmente despertaba Peter, debido a que no había dormido mucho y tenía que despertarse a la hora justa, si quería que su tiempo le alcanzará para todo lo que tenía que hacer.

Al levantarse, los recuerdos de la noche anterior llegaron a su cabeza y una sonrisa feliz se dibujó en su rostro. Se sentía como meses sin sonreír así, pero es que era inevitable hacerlo y más aún teniendo tantos motivos.

Dió un hondo suspiró, antes de ponerse de pie y dirigirse a su guardarropa, donde eligió una camisa azul real, un pantalón negro semi-formal y zapatos a juego, antes de dirigirse a la ducha y bañarse a conciencia, diciéndose que este era un día importante y que debía estar preparado para todo.

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Se dirigió hasta la cocina y se sorprendió gratamente al encontrarse a la razón de sus suspiros y tormentos sentado en una de las sillas de la barra, utilizando ese traje de tres piezas de color negro con chaleco gris, camisa blanca y corbata roja, y con la mirada perdida en el vacío, mientras hacía figuras con su índice en la mesa.

—Buenos días, Tony— saludó el rubio con una sonrisa, haciendo uso de sus modales —¿Qué haces despierto a esta hora?— preguntó curioso, mientras se acercaba a la cafetera y empezaba a preparar el café.

A Tony le tomaron unos buenos segundos recuperarse de la impresión que le había generado ver a Steve tan hermoso, antes de responder.

—te estaba esperando. Le pedí a Jarvis que me despertará tan pronto te despertarás. Supuse que te levantarias a preparar el desayuno para todos y quería ayudarte— explicó el castaño brevemente, mirando al rubio con sinceridad y con una muda súplica en su mirada para no ser despedido.

Steve parpadeó repetidas veces, tratando de asimilar del todo lo dicho por el castaño, antes de sonreír y asentir, regalandole una mirada suave.

—yo... Agradezco tu preocupación e interés, Tony. Y claro que puedes ayudarme si lo deseas, solo que... no deja sorprenderme— respondió el rubio con suavidad y honestidad, antes de volverse a la cafetera, que ya había terminado de preparar el café. Con cuidado, se dirigió al estante donde se guardaban las tazas y tomó la favorita del castaño, para servirle el café y pasárselo.

—te lo dije, he cambiado y hay cosas que siempre quise hacer, pero que me negué por estar cegado por mi mismo. Ahora quiero hacer todas esas cosas y esta es una de ellas— respondió con seriedad y honestidad, tomando el café de las manos del rubio y sintiendo un temblor al sentir la piel cálida del rubio tocando la suya.

—pues, si es así, creo que es el momento de ponernos a trabajar, tenemos mucho por hacer— respondió el rubio con entusiasmo y con una brillante sonrisa, mientras tomaba su delantal y se lo colocaba, recibiendo una sonrisa a juego del castaño, quien también tomó un delantal y se acercó a donde se encontraba el rubio.

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Y esa bella imagen fue con la que Peter se encontró, con Steve y Tony riendo como niños pequeños, mientras el rubio le enseñaba a hacer tortillas al castaño, ambos con rastros de harina en sus delantales y mejillas, con la barra llena de comida que olía verdaderamente delicioso y con sonrisas plenas y felices en sus rostros.

Peter se apoyó en el marco de la entrada y lleno sus ojos con la escena, sintiendo que sus ojos se nublaban con las lágrimas de felicidad que amenazaban con caer de sus ojos.

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—...lo dejas cocer un poco más y ya está listo. Ahora ponla en la pila con las demás— pidió el rubio con una brillante y enorme sonrisa, mientras veía al castaño dejar la tortilla en la gran pila que habían formado.

—dejame hacer la siguiente a mí solo, estoy seguro de que con la temperatura adecuada puedo conseguir el resultado— pidió el castaño, negándose a rendirse tan fácilmente.

En ese momento, el rubio levantó la vista de lo que estaba haciendo, para encontrarse a Peter, que tenía una sonrisa en sus labios y la mirada nublada por las lágrimas que estaba conteniendo.

—¡Oh, Peter! Buenos días— saludó el rubio con una sonrisa aún más grande. —¡Feliz cumpleaños!— felicitó, quitándose el delantal, para luego darle un abrazo al castaño más pequeño, teniendo especial cuidado de no ensuciarlo con la harina que cubría su rostro y manos. —tu padre y yo estábamos haciendo el desayuno. Toma asiento y elige lo que quieras, antes de que Thor, Buck, Bruce o Clint se aparezcan y acaben con todo— le dijo con diversión, mientras lo empujaba suavemente a donde se encontraba Tony.

—¡Feliz cumpleaños, campeón! Cada vez te haces más grande— le felicito el castaño, dandole un breve abrazo, antes de soltarlo. —tengo algo para ti en el taller, así que después del desayuno, podemos bajar y revisarlo ¿Que dices?—  preguntó con simpleza y ese tinte tan suyo que desprendía sarcasmo, egocentrismo y misterio.

—yo... ¡Si!— exclamó emocionado, encontrando sus palabras al fin. —gracias a los dos, por todo ¡Este es mi mejor cumpleaños!— exclamó alegré, antes de reunirlos a los dos en un fuerte abrazo, quienes los mayores correspondieron.

—te mereces esto y más, Peter— respondió el rubio, despeinado suavemente sus cabellos una vez el castaño menor los soltó.

—es verdad, por todo lo que has hecho y lo que haces por nosotros. Gracias por estar aquí, niño— le dijo el castaño con cariño, acariciando su hombro.

—bien, vamos a desayunar antes de que se enfríe ¿De acuerdo?— preguntó el rubio, escuchando varios pasos que se acercaban a la cocina.

—¡Si!— exclamó emocionado el castaño menor dirigiéndose a la barra y tomando su lugar.

—ahora tienes el camino libre— murmuró el castaño mayor, para evitar que el menor los escuchará.

—gracias por todo, Tony— agradeció sinceramente el rubio con una sonrisa

—no tienes que agradecerme. Todo por la familia— respondió con simpleza, pero un un ligero tinte de temor.

—si, para eso está la familia— secundó el rubio, sin perder la expresión feliz de su rostro. —Tony, yo quisiera...— empezó, haciendo una pausa al final.

—...hablar contigo. Supongo que era lo que querías decir y yo también lo quiero. Hay cosas que no están del todo claras entre nosotros y quiero tratarlas contigo— respondió con seriedad, mirando al rubio, quien con un gesto serio asintió.

—hoy en la tarde ¿Te parece bien?— preguntó con un ligero tinte de duda en su voz.

—me parece perfecto. Ahora vamos, los metiches están por llegar y es de muy mala educación dejar al cumpleañero comiendo solo— respondió con diversión el castaño y con una sonrisa, que fue secundada por el rubio.

Se lanzaron una mirada de complicidad, antes de avanzar y sentarse a ambos lados de Peter, quien se veía sumamente emocionado y feliz por las atenciones recibidas.

Lo que ellos no sabían es que Peter había oído absolutamente todo y que estaba dichoso, porque al fin parecía que todo saldría bien. Claro, si las escenas de antes eran un indicio.

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Tenía que escribirlo, Peter mercería ser feliz, después de todo lo que tuvo que aguantarle a este par. Siguiente capítulo, la charla de este par.

Enamorándome De Tiحيث تعيش القصص. اكتشف الآن