La chica de las galaxias

1. El día de la exposición

AVISO:

La historia puede contener spoilers del juego y de todas las rutas.

Espero que la disfrutéis ;)

************

Aquella noche me estaba preparando para ir a la inauguración de mi nueva exposición. En realidad poco me importaba la opinión de ciertas personas que se hacían llamar 'críticos de arte'. Nunca me ha gustado la gente pretenciosa que pretende evaluar algo tan abstracto. Ni tan siquiera podía considerar arte a lo que yo hacía... simplemente disfrutaba de cada una de las pinceladas que daba ¿Por qué no deleitarse de la belleza que una obra puede brindarte? Y si además puede hacer sentir bien a alguien... eso es lo que realmente me hacía feliz.

Amaba pintar el espacio exterior... cuando dibujaba esas pequeñas esferas luminosas que tanto me fascinaban, imaginaba que me trasladaba a otra dimensión... un lugar en el que era yo misma, donde nadie me juzgaba por lo que era o por lo que hacía... lejos de la realidad... simplemente podía dar rienda suelta a mi imaginación. Aquello era lo único que me hacía sentir libre. Era mi refugio, mi hogar.

Por supuesto, nadie sabía quién era yo, e iba en calidad de supervisora de la exposición, como representante del artista. Debía hablar con aquellas personas que estuvieran interesadas en comprar mis cuadros, así como dar conversación sobre las obras, aunque a veces eso se convertía en un monólogo de la otra persona, que normalmente presumía de tener grandes conocimientos artísticos. Pocas personas, por no decir ninguna, habían sido capaces de ver más allá. Yo solo quería pintar en mi mundo, con mis complejos y mis traumas que nadie podría entender.

Mi verdadera identidad era desconocida. Mi apodo artístico era Six. Me presentaba ante todos como MC, ese era en realidad, la abreviación de mi nombre real.

No me interesaba que nadie se enterara de aquello, solo había una persona que lo sabía, y que me ayudó a mantenerme en el anonimato, mi madre, que era a la vez mi representante. La única persona que creyó en mí. Envió mis cuadros a gente especializada en arte, y cuando tenía 16 años sonó la flauta. Sin embargo ella falleció, y yo tuve asumir su papel. Nadie sospechaba de alguien como yo. A ojos de la gente yo era una astrofísica, que simplemente compaginaba dos trabajos distintos. Lo que en realidad no sabían es que para mí eso no era un trabajo, dedicaba toda mi vida a entender como funciona el Universo, era lo que amaba, y por eso lo hacía con gusto.

A diario podía ver como la gente especulaba con quién podría ser el Artista de las Galaxias, e incluso relacionándome con otros artistas famosos, pero una cosa era segura, nunca querría salir del anonimato, estaba tranquila en mi humilde estudio a las afueras de la ciudad, sin que nadie me molestara. Yo no quería una vida de lujos y apariencia, quería continuar haciendo lo que quisiera, sin nada ni nadie que me presionara. La mayor parte del dinero que ganaba lo donaba a la ciencia, o a algunas labores solidarias, y guardaba el resto para supervivencia.

Me gustaba mi soledad, así que odiaba que alguien pudiera entrometerse en mi espacio personal. No es que se me diera mal socializar, en realidad era muy buena pretendiendo ser la persona alegre y optimista que no era. La gente a menudo me describía como alguien graciosa y espontánea, pero que poseía también cierta aura de misterio intrigante. Aquello era debido a mi habilidad de distanciarme de las personas que querían acortar distancias conmigo, y me había acarreado algunos problemas en la vida. Aparentemente ese lado mío atraía a mucha gente, la cual declinaba amablemente, para volver a mi realidad, en la que nadie me molestaría.

Cogí mi Fiat 500 blanco y me quité los tacones para conducir. Llevaba un vestido simple, en tono negro, ajustado al cuerpo, y con los hombros al descubierto. Me puse mi identificación y entré en la sala. Había bastante gente, observando detalladamente mis cuadros, cuando una pareja se me acercó a hablarme.