Capítulo 2: Conflictos...

10.5K 363 17
                                    

CAP. 2: CONFLICTOS...

Otro día más sentado frente al mar, mirando hacia horizonte, como tantos. Mi confusión llega al punto en que mi identidad se desvanece dentro de mi cabeza. Me siento tan perdido como los albatros que vuelan sobre los arrecifes y que se lanzan en picada al mar para conseguir su alimento; pero al final del día, incluso ellos saben cómo guarecerse de las noches frías y crueles, pero lo que envidio más es la certeza de pertenencia.

Nunca nada me ha importado lo suficiente, ni siquiera ahora. Siento que la vida tira de mí y me presiona por conseguir lo que espera; me agobia sentir que todo sucede a mi alrededor pero que aun así, me siento atascado. Claramente vivo en conflicto, pero tengo la esperanza que de un momento a otro, una situación inesperada me saque de la inercia que no me deja avanzar. Quiero que mi vida fluya y que importe. El aire proveniente de las olas del mar me llena del vigor que necesito para romper mis estigmas y enfrentarme a una realidad en donde soy el único arquitecto de mi destino.

Me apronto a regresar. Volver a interpretar el papel que me fue otorgado por el simple hecho de nacer. No lo quiero, pues nunca lo pedí; pero no puedo renegar de una vida que hasta ahora ha sido fácil y con abundantes lujos que en verdad he disfrutado tal y como llegaban. Cientos de días de actividades, suculentas cenas al atardecer y muchas noches de pasión y lujuria.

Comienzo a recorrer el camino de regreso, mientras sigo pensando si todo esto sencillamente vale la pena. Espero que pronto acabe mi pesar; pero sencillamente no sé si eso sucederá alguna vez. Letos, mi gran amigo, consejero y compañero de aventuras me espera pacientemente para volver conmigo.

Siempre está cerca, incluso en manifestaciones que son consideradas traición al Reinato Imperial de Aeroldia. Es un hecho que juntos nos dedicamos a organizar a todos aquellos individuos cansados de los abusos del reino hacia el país. En palacio siempre había fiestas y los privilegiados y elegidos vivían una realidad alternativa a lo que sucedía en las afueras de sus paredes. Había hambre, desempleo y enfermedades; y los cargamentos de alimentos y recursos provenientes de los Virreinatos Imperiales, estaban en constante peligro de ser interceptados y saqueados; pues de otra forma, pasaban a fomentar los excesos de la nobleza y la familia real.

Trato de bajar a la costa cada vez que puedo, pues me entrega una visión diferente de las cosas y me ayuda a pensar. Mientras cabalgábamos de regreso a las elevadas tierras del Reino, Letos me informa de las novedades que han acontecido; los lugares en que se están llevando a cabo batallas descarnadas por el control de puntos neurálgicos que nos darán la oportunidad de debilitar el poder del Reino, las bajas que afectan a la rebelión, que debido al precario número de combatientes que la conforman, son un gran motivo de preocupación; también me comenta acerca de lo sucedido en los Virreinatos y en la República Independiente de Aldentain, que no había sucumbido nunca a la codicia y hambre de poder del Rey Zoar; lo cual siempre ha sido un total misterio para todos.

“Hemos perdido a diez más en Gorythia, Jarrod. Suponemos que nos emboscaron – decía Letos. Necesitamos tomar el control de las minas de Zafiro, eso nos daría los recursos para comprar los  armamentos y medicinas que necesitamos para hacer frente al rey; pero ya sabes que cada vez que lo intentamos, caemos en una terrible derrota. Tenemos a un espía en nuestras líneas, Jar, te lo aseguro”.

Yo también sospechaba eso desde hace algún tiempo. Las victorias del ejército de Aeroldia eran estructuradas y sin bajas considerables. Nuestras acciones de avanzadas eran planificadas en la más estricta reserva, en un castillo a las afueras del Imperio. Yo solía venir aquí desde pequeño. Esta casona pertenece a mi familia desde hace cientos de años, pero nadie la ha utilizado en mucho tiempo. Ahora  los rebeldes más influyentes, tanto de los Virreinatos como de Aeroldia, nos reuníamos a planear nuestros próximos movimientos de contención o de ataque, tanto en los mares como en terrenos tan dispares como desiertos abrazadores o en montañas congeladas con riscos, grietas y grandes precipicios. Deberé estar el doble de atento, quizás así logre descubrir cómo se filtran nuestros planes.

Llegamos al lugar y ya se encontraban allí casi todos los miembros del consejo de la rebelión. Un representante de cada uno de los virreinatos, aunque aguardábamos la llegada de Dule, enviado de Monterau, país ganadero de las zonas del norte y Xharel, una mujer fuerte y decidida, que representaba a Osccu, el país costero del Oeste, dedicados a la pesca. Los demás ya habían comenzado una tremenda discusión respecto a temas bélicos y necesidades de pertrechos y alimentos en los cuarteles rebeldes de las provincias más alejadas. Traté de entender el fondo de las quejas y comentarios, pero era difícil seguirlos, pues ya estaban muy sulfurados.

“¡Hey amigos, debemos calmarnos o no resolveremos nada!” – dije con autoridad y en un tono de voz que pudiera ser oído dentro del bullicio que había. Logré que todos estuvieran en silencio. Entonces comencé a pedirle uno a uno que me dieran una descripción detallada de las condiciones de su país y escuchaba atentamente sus preocupaciones.

Cuando íbamos por la mitad de ellos, llegó el joven Dule, quien supervisa a las tropas de Monterau; uno de los puntos más importantes, estratégicamente hablando, por limitar con Aldentain, la única orbe misteriosamente independiente y la información que tenía acerca de su hija, la princesa Kairi, era algo que no me esperé ni en un millón de años y el hecho de que ella ya venía hacia acá a casarse con el heredero de Aeroldia, me desconcertaba aún más. Necesitaba aire; debía salir de ahí. Yo hubiese querido montar mi corcel y correr a toda carrera montaña abajo, hasta dar con el mar; pero en estos momentos no podía darme ese lujo, debía tranquilizarme y comportarme como el líder que era. Mi confusión aumentaba, pero ya estaba más tranquilo. El aire frío de las montañas penetraba por mis fosas nasales hasta bajar a mis pulmones. Entonces en mi cabeza todo comenzó a tener sentido.

Letos estaba mirándome desde la cercanía; lo conocía bien, su rostro demostraba una preocupación que pocas veces vi en él. Entonces apareció Xharel, quien acababa de arribar desde Osccu y me dediqué a actualizarla con las noticias que ya había terminado de digerir.

“¡¿Qué haremos, Jarred?!”- preguntó preocupada e interesada, a sabiendas que yo ya había tenido tiempo de analizar las posibilidades y que sabría para entonces las acciones preventivas que debíamos tomar. Ella tenía razón. Y entonces totalmente seguro y con mucha autoridad, les entregué mi respuesta: “Pues haremos una visita a la princesa antes que llegue a puerto. No sé cuál es el objetivo de este matrimonio, pero hasta no averiguarlo totalmente, hemos de impedirlo a como dé lugar… La princesa Kairi no debe casarse con el heredero de Aeroldia, o no estaremos en posición de poder hacer nada contra esta alianza secreta”. Estaba decidido, tomaríamos medidas y evitaríamos que el “Conquistador” llegue a puerto. Ya desde ahí se decidirá el siguiente paso. Y entonces embarqué a mis mejores hombres y zarpamos hacia el sur, dispuestos a todo, con tal de interceptarlos y quedarnos con tan importante cargamento…

Princesa EsclavaWhere stories live. Discover now