IV ~ Un cambio

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A sus doce años, Judal seguía guardando su punzante temperamento.

-¡Judal!

El mencionado bajó la mirada, topándose con el rostro que la vida le había obligado a aceptar. Recostado en la rama de un árbol, mordisqueando una manzana distraídamente, vio como la jovencita, inútilmente, clavaba la punta de los pies en los huequecitos de la corteza del alto vegetal. Nada más se impulsó, resbaló y un estruendoso "PAM" se expandió por el paraje desértico de muchedumbre. Apenas un liso pasto y plantas condecoraban el lugar.

-¿A qué has venido? – Artículo nada conmovido por su puchero.

La jovencita se dio dos palmaditas en el trasero e irguió sus reducidas pupilas.

-Mamá nos está esperando– La mirada de Judal cerniéndose sobre ella siempre espantaba sus repentinos enfados. Ante él lucía encogida como una arruga.

Judal era consciente de que no debía desviarse de su camino, que su prioridad era regresar a casa; al menos lo era para su madre, pero el caso es que ya se había cansado de vivir oculto como una rata inmunda. Todavía existían varias cuestiones que no habían obtenido respuesta, y aunque las hubiera expuesto, su madre nunca contestó. Siempre las esquivaba.

-¿A ti no te gustaría descubrir mundo?

Al bajar la mirada, se topó con su cabeza negándolo a trotes.

-A mí me gusta nuestra casa – Una sencilla sonrisa se diseñó en sus casi pálidos labios.

Judal blanqueó los ojos. Desde un principio supuso que aquella niña no compartiría su opinión. Al igual que su madre, Anaan había aceptado aquella monótona vida.

Pensativo, concentró su mirada carmín en la punta de su índice, el cual lentamente fue alzando. Pronto, sintió un vació a sus espaldas.

-Judal, no – Su susurro apenas era un sencillo roce del viento – Sabes que mamá no quiere que hagas uso de tu magia...

Ignorando su casi neutra existencia, el ser azabache se movió por el tranquilo lugar. El sonido del viento raspando el césped, sacudiendo las hojas de los árboles, el chirrido de algún bicho y los pasos de Anaan, de esos sonidos se componía el ambiente.

-Hey.

Anaan alzó su mirada, viendo a Judal una vez más. Ahora, permanecía quieto en el aire; a metros sobre su cabeza.

-¿Sí? – Se trabó con su lengua. Que le hablara tan repentinamente era impropio de él.

-¿Qué edad tienes?

Anaan se quedó patidifusa. Por primera vez en años de convivencia, Judal le cuestionaba sobre su persona.

-Quince...

-¿Qué? – Se la quedó viendo ceñudo – ¿Eres mayor que yo?

Jamás se lo imaginó. La joven allí abajo se asemejaba más a una niña en lo que respetaba a su carácter.

Aquella fue la primera vez que Judal le prestó más atención. Hubo ciertas zonas en su cuerpo que no pudo pasar por alto. Años atrás había podido ocultarse tras la máscara de su descuidado aspecto, pero los dos bultos salientes a la altura de su pecho delataban su género.

Anaan esperó que su casi hermano dijera algo más, que explicara la razón de su repentino interrogante, pero éste prosiguió como si nada de más hubiera acontecido, así que ella se limitó a hacer lo mismo.

Se habían distanciado más de lo habitual. Era Judal el que siempre desobedecía a su madre y jamás mostraba signos de lamentarlo, aunque en ocasiones su madre le hubiera reñido desconfiándolo.

Magi ~ Sístoles de Amor [Finalizada]Where stories live. Discover now