Veinte

20 5 0
                                    

CAPÍTULO 20: Siete minutos en el paraíso.

Capítulo corto.

Las miradas de todos quedaron fijas en el frasco de vidrio.

Es Acacia.

Andrea me abre paso a una de las habitaciones que están en el piso de abajo, me explica bien el juego.

1. Todo lo que pase se queda ahí dentro.

2. No puedo tardarme menos de siete minutos.

No es difícil aprenderse las reglas, lo difícil es cumplirlas cuando se trata de Acacia.

La puerta se cierra y yo solo puedo ver el semblante serio de Acacia debajo de la pobre luz de un foco en la mesita de noche de lo que parece ser el cuarto de invitados.

Estoy sentado en la cama, justo en una esquina. Pero no digo ni una palabra al igual que ella, que está sentada sobre la mesita de noche.

Es totalmente incómodo, todo en silencio me produce ansiedad.

Se escuchan hasta los suspiros más mínimos.

Ella parece notarlo ya que carraspea.

— ¿Podrías suspirar más bajito?– pregunta, molesta.

— ¿Cómo haces eso? A ver, cuéntame– digo burlón— Dame clases de como suspirar más bajo.

Ella tuerce los ojos en modo de respuesta.

No es difícil notar que le incomoda estar aquí conmigo. No me tardo en darme cuenta de que este es mi momento de hablar con ella, pero no sé si sea lo correcto.

Miro el reloj, faltan seis minutos.

— ¿Quieres hablar?– le pregunto.

Ella parece pensárselo, aunque tarda demasiado en contestarme.

— Sobre qué o qué– dice al fin.

— Lo que ha pasado.– digo tajante.

— No tengo nada que hablar contigo– dice ella ahora.

— Sí que lo tienes. Aquel beso, ¡uff!– bromeo, refiriéndome al beso de ella con Adam— Buena manera de no tener nada con alguien.

— No tengo por qué darte explicaciones de nada, ridículo. Puedo besar a quien yo quiera. Además el es mi novio.

Novio.

Novio.

Novio

— Entonces no puedes besar a quien quieras– me burlo nuevamente, fingiendo que no me ha dolido aquello.— Fíjate, ya hasta me estás explicando.

— Ya callate, Mike.

— ¿Lo has hecho por que te miraba, cierto?– pregunto, ella no responde.—¿Por que querías? O... ¿Por que sabías que me molestaría?– intento ser lo más irritante posible para que me responda. Debido al alcohol, siento valentía para decirle todo esto. Estando completamente sobrio no se lo preguntaría ni a mi reflejo en el espejo.— Vamos, dilo. No te atragantes con las palabras.

— ¡Lo hice por que quería! ¿Contento? Soy totalmente libre de besar a mi novio las veces que quiera y donde quiera hacerlo. ¿No tenías tú una novia con quien besuquearte? Si aún la tienes ¡Ve y besala! Dejame en paz.

Espera, ¿Qué?

No me da tiempo hablar cuando ella ya está saliendo de la habitación. Cuando la puerta se abre puedo ver a todas las chicas detrás de esta, husmeando nuestra conversación. Antes de salir, susurra algo que podamos escuchar todos.

Una Chispa de VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora