Capitulo 1

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Ambos encapuchados se dirigían, como todos los fines de mes, a la Aldea luego de completar una de sus tantas misiones brindadas por la Hokage.

El mayor mantenía al joven cerca de él, mientras que el muchacho mantenía el silencio que tanto les agradaba a ambos.

—Después de ir a la oficina de la Hokage, iremos por provisiones –dijo Sasuke sin despegar su vista del frente y con sus sentidos puestos en todo —no te separes de mi Hotaru, ni entables conversación con nadie que no sea-

—Que no seas ni tu, ni mi padrino o la hokage el pequeño pelo negro interrumpió al mayor y se quitó la capucha de su capa sonriendo con tranquilidad —lo sé papá. Lo dices siempre que venimos a la Aldea.
El Uchiha mayor puso su mano en la cabeza del muchacho y alborotó -todavía más- su desordenado cabello.

Desde donde estaban lograron ver la gran entrada de la Aldea por lo que Sasuke en un movimiento rápido pero suave le volvió a poner la capucha al pequeño.

Sasuke tomó una bocanada enorme de aire para que sus pulmones se llenarán y comenzó a caminar cerca de su hijo a la Aldea.

Los guardias al momento de acercarse a la puerta, hicieron el procedimiento de siempre.

—Identifíquese –ordeno el más joven, que no tendría más de 20 años y su cabello café peinado para atrás.

— ¿Dónde está el abuelo Yama y el abuelo Kazu? –dijo el muchacho viendo al castaño con rudeza.

—Eso no es de tú incumbencia enano- –antes de que él castaño terminara, una voz más grave lo interrumpió.

—Cierra el pico, Kaede –el hombre bastante mayor se puso frente al chico y se dirigió al pelinegro —perdona por el contratiempo, muchacho, Kaede solo tiene dos semana en el puesto que recientemente dejó Kazuki.

—Escuche de su pérdida, Suzuya –Sasuke acercó su mano al hombro del hombre canoso y desde el fondo de su corazón le dijo —lamentamos lo que le ocurrió a Kimura –dijo Sasuke hablándole al fallecido por su apellido.

—Gracias muchacho, –bajo la vista y con media sonrisa vio al otro encapuchado —tienes un buen papá, niño, no dejes que se meta en problemas.

Eso fue todo para que el hombre de cabello ya algo gris y el muchacho siguieran con sus actividades y Sasuke se dirigiera a su destino inicial.

El muchacho veía con atención los ligeros cambios que había tenido la Aldea durante ese mes y los pasados; la cafetería se había convertido en una tienda de almacén, habían plantado flores de azucena por todo el centro de la Villa y estaban construyendo algo más allá de las cabezas de los hokages.

Hotaru sabía del festival por el inicio de la primavera que se celebraba todos los años sin falta en la Aldea y como gente de todas las villas venían y se divertían. Pero el nunca se llegó a quedar o a disfrutar de este.

Su nariz captó un olor muy agradable y dirigió su vista a donde creía que provenía el olor, su boca se hizo agua y sin querer su estómago hizo un ligero ruido.

—En esa panadería venden unos rollos de canela muy buenos –dijo Sasuke siempre atento a los movimientos de su hijo —en cuanto terminemos con Tsunade y de hacer las compras, podremos pasar por unos para el camino.

Hotaru siguió a su padre con la mirada seria pero con un brillo de alegría en sus ojos negros que era inigualable.

En el camino ninguno hablo, pues no hacía falta de ello; ambos disfrutaban del silencio que el otro producía. Cuando el muchacho y su padre llegaron a la torre Hokage y antes de entrar, Sasuke se detuvo para ver en cada dirección del gran recibidor.

Luciérnaga de medianoche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora