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Izuna se sentaba tranquilamente en un negocio de la aldea mientras comía un delicioso postre 😋. No le causaba alegría ver a las personas de la aldea disfrutando, pero tampoco le disgustaba. Era un ambiente que le brindaba calma y paz.
Excepto, claro, por el bocón de Tobirama Senju.

Aquel antipático albino se encontraba justo en una mesa cercana. Su misión no era nada más y nada menos que estar en vigilancia de los Uchiha. Claro que Tobirama estaba confiado de que en cualquier momento podría matar a Izuna, así que en realidad estaba ahí espiando a Madara en sus pláticas con Hashirama.
—Deberías dejarlos en paz. Yo tampoco estoy de acuerdo con todo esto y mucho menos con su relación, pero si mi hermano es feliz soy capaz de aceptarlo.

Tobirama sabía que era verdad que esa situación hacía feliz a su hermano también, pero un detalle que había es que los Uchiha son seres más malignos y despiadados que los Senju, y era por eso que Tobirama quería evitar los problemas que causarían ellos a toda costa, sin importarle el resto de la situación. Pensaba que Hashirama estaba cegado por el amor y que simplemente no podía verlo, pero él al ser capaz era el encargado de evadir los problemas.

—Sabes mejor que nadie que no confío ni en él, ni en ti, y los sucios planes que pueden estar tramando en su clan.

—Deja de ser tan ridículo, Tobirama; lo único que tienes es un odio irracional hacia nosotros porque no puedes ser capaz de acabar con el odio que se ha venido trayendo todos estos años. ¿En serio el hermano del fundador de la aldea puede mantener ideales tan inútiles?

Tobirama gruñó. Era verdad que siempre tendría rencor por todo lo que esos bastardos habían hecho en el pasado, pero fueron precisamente sus acciones las que aumentan la desconfianza en ellos y que este tipo de personas no cambian de un día para otro.

—Lo único que quiero es poner a salvo esta aldea que mi hermano fundó y haré lo necesario para protegerla y si eso significa matar a su esposo o matarte a ti otra vez, estaré dispuesto a hacerlo —frunció el ceño y se largó, quizás tratando de buscar a Madara para vigilarlo.

«¿Este idiota quién se cree que es? ¡Se va a arrepentir!», pensaba Izuna mientras apretaba el puño. Sentía que debía vengarse, porque en estos momentos de verdad que detestaba a ese Senju malnacido; sentía las ganas de hacerlo sufrir, de humillarlo, de hacerlo sentir avergonzado por la forma que es...
Y no se le ocurría otra cosa que un amarre.

—¿Un amarre amoroso? ¿A Tobirama Senju? ¿Para ti? —preguntó la santera con la que contactó—. ¿Qué te está pasando por la cabeza, Uchiha?
—De verdad detesto a ese bastado —responde apretando el puño—. Matarlo, tortutarlo, golpearlo, nada de eso servirá. Lo único que me basta es que sufra, y no hay mejor manera de hacerlo sufrir que humillarlo; ¿te imaginas al gran Senju Tobirama enamorado perdidamente de UN Uchiha? ¡Y no sólo eso, sino al que casi mata y al que más odia! —soltó una risa malévola—. Es el mejor plan que alguien habría podido pensar.
La santera no quiso opinar nada más y, activando su kekkei genkai, realizó el amarre amoroso.

A lo que Izuna se despide y sale del lugar, camina por el bosque para despejarse. «No me siento diferente en lo absoluto. Si esa bruja intentaba estafarme la asesinaré».

En lo que camina por el bosque nota la presencia de dos poderosos shinobis cerca, a lo que supuso de inmediato que se trataba de los shinovios de Hashirama y Madara, y decidió alejarse de esos dos bochornosos. Intentando ser disimulado, choca con alguien y cae al suelo. Era el estorbo de Tobirama; ¿por qué siempre debía estar en todos lados siendo un fastidio?

—¿Qué te sucede, desgraciado? —grita Izuna, alterado. Ya sabían que estaban ahí así que no importaba que los oyeran.
—¿De qué hablas? Yo literalmente sólo estaba ahí sin siquiera moverme, ¿qué te sucede a ti?

Tobirama se levanta e, inconscientemente, le tiende la mano a Izuna para ayudarlo a levantarse, pero él se la aparta de inmediato y Tobirama se sonroja. Izuna todavía piensa «¿qué le sucede a este tarado?» hasta que recuerda el amarre que acaba de hacer. Sonrió antes de escuchar los pasos acercarse.

—¿Qué pasa? —pregunta Madara

—Estos dos traman algo —dice Hashirama—. ¿Qué esconden?

—Lo que pasa es que Tobirama está enamorado de mí y quiere que le preste atención —dice Izuna, volteándose y golpeando a Tobirama en la cara con su cabello.

Hashirama suelta una carcajada mientras que Madara solo sonríe un poco. Tobirama se pone más rojo, pero está vez de la rabia que siente hacia el Uchiha. El pelo de Izuna huele muy rico y se ve muy suave, me gust– Tobirama se da cuenta de lo que está pensando y comienza a tener una crisis interna.

Hashirama al ver que su hermano no reacciona deja de reír y comienza a preocuparse— Tobirama, ¿qué pasa, estás bien?

—¿QUIÉN SE ENAMORARÍA DE UN SUCIO UCHIHA COMO ÉL? YO LO ODIO —es lo que quiere gritar Tobirama, pero lo que sale de su boca es un suave «Cállense...»

Izuna comenzó a reír a carcajadas. «Todo está saliendo a la perfección, está actuando como un idiota». Hashirama dejó de reírse y dejó una leve sonrisa, mientras sentía algo de lástima. Posó su mano sobre el hombro de Tobirama apartándolo un poco de ese incómodo entorno.

—Bueno, bueno, ya basta de bromas. Vamos a calmarnos un poco.
—¡Él fue el que me empujó! —gritó angustiado Tobirama, todavía sonrojado.
—Al menos yo no andaba de chismoso contemplando los besuqueos de otros —contesta Izuna, cruzándose de brazos.
—¡¿Qué te... —grita Tobirama, queriendo abalanzársele a Izuna.
—Suficiente —dice Madara, interponiéndose entre ambos—. Ya estamos cansados de su inmadurez.
—¡Pero... —replica Izuna, pero Madara interrumpe.
—Dije suficiente. Ustedes no pueden pretender representar los altos rangos de sus respectivos clanes con actitudes como esas —miró a Hashirama, como si esperara que continuara.
—No es que esté mal que se gusten o algo por el estilo —ambos rieron un poco—, pero por favor absténganse de esas peleas inútiles. Espero que comprendan el significado de «unión» y «alianza».

Izuna y Tobirama compartieron miradas chocantes. Izuna no podía creer que acaba de ser regañado por el tarado éste que siempre se empeñaba en arruinarle su vida y Tobirama no aceptaba que un Uchiha lo estuviera haciendo entrar en razón.

Madara suspiró y tomó a Hashirama de la mano, alejándolo de ese lugar, mientras éste se despedía con la mano de parte de ambos sonriendo.

El Amarre (tobiizu)Where stories live. Discover now