• Creando lazos.

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Lo que a veces parece un final inevitable es,
en realidad,
un nuevo comienzo.


Esa pureza...

Magnus sentía la pureza que emanaba del chico: una pureza y sinceridad que lograba tranquilizarlo.

El joven nefilim no pensaba soltar la mano del brujo, no hasta saber que él se encontraba mejor. Además, probablemente no tendría otro momento así con el moreno.

Magnus por su parte seguía abatido. Ahora no le importaba si su destino era incierto, lo único que quería era que el futuro de su familia fuera seguro y con sosiego. 

A pesar de que sus manos se encontraban abrazadas, los dos mantenían la vista apartada, cada uno inmerso en su pensamiento, en su sentimiento

—¿Interrumpo? —Jace frenó aquel momento mientras los observaba con una expresión extraña desde la puerta, lo que provocó que los dos chicos se sobresaltaran y desenlazaran sus manos con rapidez.

—Para nada —el brujo se adelantó a responder con pánico alejándose por completo del pelinegro.

Alec parecía ensimismado después de toda esa escena anterior con Magnus, por lo que, mientras aclaraba su juicio se encontraba ignorando a los presentes; sin embargo, su hermano extrañamente esperaba una explicación de su parte.

—¿Alec...? —insistió el rubio.

El chico por fin reaccionó y comprendió la situación.

—Eh... Yo... —Miró a su alrededor buscando una salida para escapar de las próximas interrogaciones que, con seguridad, Jace le haría—. Debo irme.

Le restó importancia a la actitud de Jace y caminó a paso apresurado hacia la puerta de la habitación para finalmente huir del lugar. 

Su corazón estaba muy acelerado. Comenzaba a entender lo que sentía.

—¿Qué le sucede a Alec?

Magnus simplemente pudo encoger los hombros, ignorante ante lo que le ocurría al nefilim. 

Al ver que sería inútil tratar de averiguar lo que había significado aquella escena anterior, el rubio decidió que lo mejor era cambiar de tema.

—Como sea. Yo sólo... quería saber cómo seguías —reveló en un tono dulce. Un tono que sólo le podría dedicar a Magnus desde ese momento.

El brujo sonrió ligeramente con halago.

—Estoy mejor. —Se acercó a paso lento hacia el chico aún con esa sonrisa formada en el rostro, dirigió su mano derecha hasta una de las mejillas de éste y dejó plasmada una pequeña caricia en signo de apreciación—. Gracias por preocuparte. 

—Lo siento tanto. —Jace podía sentir el dolor todavía presente en Magnus, lo cual le originó un sentimiento de culpabilidad—. Te hice una promesa, y al parecer fracasé. 

—Tranquilo, está bien. No es tu culpa —Magnus negó de inmediato posando uno de sus dedos frente a los labios contrarios, deteniendo así las disculpas del chico—. Además, después de todo, llegaste. 

—Sí —una sonrisa leve apareció en el rostro de Jace—, pero no lo hubiera logrado sin Alec. Él me ayudó a rastrearte.

Alec...

—Alexander es muy gentil —Magnus reconoció.

—Es el mejor...

Por supuesto que sí...

LIMERENCIA PERMANENTE • MAGNUS/ALEC/JACEWhere stories live. Discover now