Aciaga eternidad por @Arassha

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El viento se alzaba en el tenebroso bosque remeciendo las ventanas de la desvaída cabaña

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El viento se alzaba en el tenebroso bosque remeciendo las ventanas de la desvaída cabaña. Las bisagras emitían chillidos lastimosos, anunciando el advenimiento de un terrible suceso. El humo de la chimenea ascendía mortífero, adhiriéndose a las hojas de los árboles. Dentro de la morada, la víctima se arremolinaba en el armario del pasillo, con la esperanza, inútil, cabe decir, de no ser hallado. Los frenéticos latidos delataban la ubicación.

Paradójicamente, el corazón que le proveía vida iba a ser lo que le traería la muerte. Aquella criatura lo estaba buscando. Trató de serenarse, consciente de que todo intento sería en vano, y más tratándose de un rastreador tan habilidoso que, como era lógico, lo descubrió.

—Hola, cariño —saludó la dama, exhibiendo una sonrisa que evidenciaba unos amenazantes colmillos.

El hombre palideció, el horror cubrió su faz. Un grito agudo fue lo último que emitió.

La nieve que rodeaba a la cabaña se cubrió de carmín... huellas de un cuerpo siendo arrastrado marcaron un camino de muerte. Las bestias propias del bosque miraron la escena, acechantes, ansiosos, mas no se atrevían a disputar el cadáver con aquel ser que los superaba en fuerza y salvajismo. El cascarón humano fue arrojado junto a otros cuerpos, que se amontonaban unos sobre otros en posturas antinaturales. Los charcos de sangre se ceñían al suelo como una maligna enredadera, formando siluetas grotescas a causa de la cellisca. La mortandad se sentía en el aire.

—¿Alguno sigue vivo? —preguntó Amelié, viendo la carnicería que su padre había hecho. Estaba acomodado sobre los cadáveres como un rey en el trono, bebiendo directamente de la fuente. La debilidad senil provocó que olvidara los buenos modales.

—Uno —contestó Amina.

—¿Dónde está? —observó la matanza y no vislumbró signos de vida.

—Sabes a quién me refiero. Él no está ahí...

En los ojos negros de Amina brilló la complacencia, de quien está al tanto de un oscuro secreto.

—Antes de que siquiera puedas emitir una palabra, desgarraré tu garganta —siseó Amelié, apartando irritada un mechón de su cabello negro que se le había adherido a la boca—. No me amenaces, hermana, que el vínculo familiar no representa nada para mí.

—No, si eso está claro. Un desconocido es más importante para ti que los de tu especie. Pero tarde o temprano nuestro padre sabrá de su existencia —desvío la vista al viejo patriarca vampiro—. Él desgarrará tu garganta... por traición al clan.

—Es un riesgo que correré. —La mirada de Amelié se detuvo en su padre, sombría e inquieta. David no sería parte de ese banquete sangriento—. Mientras haya hombres de un cuarto de siglo disponibles, él no sospechará nada. Y tú no te atreverás a decírselo.

—Las palabras contenían una advertencia implícita.
—Nunca delataría a mi hermana —contestó maliciosa, desafiándola.

—Te lo advierto, Amina. —Los ojos ardieron en fuego escarlata—. Si no quieres que sea el último crepúsculo que veas...

—Que no diré nada —interrumpió la aludida—. Aun así, sigo pensando que deberías tomar la vida de David antes que padre lo haga. Él no será piadoso, lo matará sin posibilidad a transformación alguna.

—¡No puedo hacerlo! —exclamó lo más bajo que pudo—. Él está apegado a su vida mortal. No me perdonaría si lo transformo sin su consentimiento.

—Una vez lo hagas, nada de eso importará. —Le habló al oído en un tono dulce, delicado, echando mano de su poder—. Él te guardará obediencia, como dicta nuestra ley. Toma su corazón...

—Pierdes tu tiempo, tu voz no tiene efecto en mí. —La empujó a un lado, bruscamente.

—Lo sé  —sonrió con desparpajo temerario—. Mis palabras son expulsadas por esa barrera en tu mente; aun así, me hace ilusión pensar que algún día puedan cumplir su cometido. Volviendo al tema...

—No hay más qué decir —zanjó, enfadada por la insistencia—. David permanecerá en su estado mortal, y nosotros seguiremos siendo unos muertos, viviendo como parásitos de los humanos, en una miserable y aciaga eternidad.

Observó en la distancia al anciano y demacrado vampiro a quien llamaban padre. Por fuera seguía en su aspecto longevo, por dentro la sangre que había ingerido le devolvió la vitalidad.

El monstruo estaba de vuelta.

Historias de medianocheWhere stories live. Discover now