Una pequeña ayuda por @Kikalu

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En tres días ese llanto en las madrugadas opacaron toda la felicidad que llegó cuando supe  que sería papá, esto es demasiado agotador,  parezco un zombi, no entiendo como  es que Bianca logra hacer todo eso, si no fuera por esa estúpida caída de ...

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En tres días ese llanto en las madrugadas opacaron toda la felicidad que llegó cuando supe que sería papá, esto es demasiado agotador, parezco un zombi, no entiendo como es que Bianca logra hacer todo eso, si no fuera por esa estúpida caída de mi suegra yo no estaría haciendo muecas en el supermercado tratando de hacer que se calme, no sé qué tiene, ya le di de comer, lo cambie, le saque los gases, y sigue llorando. <<¡Necesito ayuda!>> pensé, y justo ahí la voz de una mujer muy guapa resaltó.

—Qué lindo bebé; pero tienes que arrullarlo para que se calme —comentó.

—Muchas gracias —anuncié mientras empezaba a sacudirlo suavemente.

—Veo que eres primerizo, ven te ayudo —Se ofreció al verme tan envolatado.

Ella lo alzó, y ahí mismo mi hijo dejó de llorar, aproveché la situación, pague los pañales que había olvidado comprar, y logré tomarme un café, al cargarlo de nuevo vi que dormía como un angelito, rápido salí, quería mantenerlo así y poder dormir. En la salida quise agradecerle nuevamente a la mujer, solo que ya no estaba por allí.


***


Esa noche por fin mis ojos se mantuvieron cerrados por más de 3 horas, me desperté recargado, mucho más cuando por mensaje mi esposa me da la gran noticia que por fin regresa a casa y sin mi suegra, todo volvía a la normalidad. Antes de comenzar la labor de amo de casa improvisado pasé a ver a mi pequeño, estaba medio dormido, movía su boquita, lo alcé y noté que su manito agarró mi pecho.

—Shhh, mami no demora en llegar —susurré viendo cómo se acomodaba en mis brazos y agarraba fuertemente mi dedo para llevárselo a su boquita. Sentí un corrientazo y comenzó a llorar otra vez, menos mal que en ese preciso momento llegó Bianca.

—¿Cómo se portaron los hombres de la casa?

— Yo bien, el mal —contesté—; llora cada rato.

—Amor, dejé de darle pecho, les cuesta acostumbrarse al biberón, no te preocupes, ya me encargó —afirmó tomando a Efraín en sus brazos.

Salí a sacar las maletas del carro, al tomarlas me percaté que mi dedo sangraba, no recordaba haberme cortado, en esas escuché un grito provenir de nuestra habitación. Llegué para ver la peor de las escenas, el pequeño masticaba algo, volteo y rio mostrando unos pequeños colmillos, sus ojos brillaban y se fueron tornando rojos, en segundos se bañó de la sangre de mi Bianca, consumió sus pechos y bebió hasta la última gota.

No pude reaccionar, su mirada me congeló, vino a mí gateando, trepo por mis piernas —Papi —masculló atacando mi cuello.

Antes de perder el conocimiento vi a esa mujer del supermercado entrar volando por la ventana.

—Te doy las gracias, no sabes cuánto me gustan los bebés —anunció tomándolo en sus brazos y huir con él.

Con un último aliento, grité —¡Tiene una abuela!

Historias de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora