Reino Ttang, Casa Huang.

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—¡Te prohibo servirle al Príncipe Kun ese horrible té! ¡Sabe a mierda! —exclamó el Rey KyungSoo a su hijo menor.— Le darás un suave té de frutos rojos y te comportaras como el prometido ideal.

Renjun puso sus ojos en blanco al escuchar a su padre cuando la sirviente tomó la tetera para cambiarla por una que desprendía un aroma más agradable.

—Creo que sé que le gustaría ¿no crees? Al fin y al cabo es mi prometido. —refunfuño Renjun mientras su padre acomodada su traje y su banda.— Es el favorito de Kun.

KyungSoo fruncio el ceño un momento, la mirada fija en su hijo antes de bufar.— Sí, claro... dije que no, Renjun, no es no.

Un escalofrío ligero recorrió la espina de Renjun, su piel se erizo y una ligera sonrisa apareció en su rostro cuando sus ojos brillaron. Taeyong apareció segundos después, recostado en la pared con una sonrisa burlona.

—¡PAPÁ! —gritó, asustando a KyungSoo que soltó a Renjun de repente.— ¡Acaba de pasar una tragedia!

—¿Qué? ¿¡Qué pasó!? —preguntó el mayor, asustado palido.— Espera... ¿Dónde estabas? Se supone que ibas de camino hacia el Reino Ma-Eum, para cenar con Su Alteza.

—Sí, sí, eso puede esperar ¡no me escuchas! Ocurrió una tragedia... —Taeyong relamio sus labios con cuidado, intentando que su sonrisa no saliera nuevamente.— ¡El Príncipe Kun tuvo un accidente!

—¿¡QUÉ!? —el Rey dejó a un lado a su hijo y se sentó en el sofá más cercano, una mano en su pecho con sorpresa y pánico.— ¿Cómo que el Príncipe...? Demonios, YiXing va a morir si algo le pasa a su heredero, ¿cómo lo supiste?

Renjun vio a su hermano por unos segundos, antes de que su mirada bajara a sus manos, que jugaban entre ellas con aparente temor, empezó a sorber su nariz y sus ojos se volvieron ligeramente rojos.— Oh, Kun...

—Yo iba en mi caballo, por el camino hacia el Reino Ma-Eum, cuando... vi su carruaje, el chófer perdió el control y volcó. —Taeyong se acercó a su padre asustado.— Yo vine directo a ti para informarte y saber que hacer...

Contrario a lo que se espero, el rostro del Rey cambio por completo. —¡Vienes hasta aquí para eso en vez de traerte al Príncipe Kun de una vez! —gritó y Taeyong abrió y cerró la boca unos momentos.— ¡Ve por el Príncipe! —exclamó y el mayor asintió, antes de salir por la puerta y entrar segundos después con Kun y su chófer.

Taeyong soltó a ambos, que cayeron al suelo de golpe, su padre lo vio furioso pero él soltó un simple "ops" antes que los sirvientes se los llevaran a ambos a unos aposentos, seguidos del Rey.

Renjun que había estado en silencio, sollozando suavemente, levantó la mirada una vez su padre se fue, Taeyong lo veía, entre enojado y divertido.

—Has mejorado... —exclamó el mayor, sentándose a su lado.— Eres más específico... fue sorprendente verlo, la tierra se agitó donde él pasaba, pero yo estaba intacto.

—Puedo sentir a las personas. —Renjun sonrió.— Dónde están, por dónde van y caminan, lo desarrolle hace poco, por eso sé... que no viene solo, Yukhei y Chenle vienen con él.

—No había nadie más. —Taeyong negó.— Solo él y su chófer... que por cierto, se debe enviar a alguien por el carruaje.

—Papá ya está en eso, pero ellos estaban con él, en su bolsa. —Renjun negó, colocándose de pie, tomando la bandeja con la merienda mientras salía de su habitación.— La jodida costumbre de moverse a través de objetos...

—Hacemos lo mismo. —

—Sí, pero lo hacemos bien. —burló Renjun antes de poner un rostro preocupado para entrar a la habitación donde estaba Kun.— No con cosas tan fáciles de perder...

El mayor los vio fijamente a ambos, su ceño estaba haciendo todo lo posible para no fruncirse y los sirvientes limpiaban su rostro y le proporcionaban ropa nueva. No tenía ni un rasguño, claro, eso Renjun lo sabía bien...  igual que sabía que dos personas se habían quedado perdidas en el camino.

—Déjenos solos, por favor. —pidió Renjun y todos salieron después de inclinarse con una sonrisa ante el dulce Príncipe menor.

—Que bienvenida. —burló Kun y Renjun puso sus ojos en blanco.— Deja de buscar un cerebro, Renjun, no lo tienes...

—¿Cómo te atreves? jodido... —siseo Taeyong, dando un paso al frente con la mirada penetrante en Kun.

—Supongo que es lo único que tenemos en común. —burló el menor, impidiendo que Taeyong lo asesinara.— ¿Dónde está Yukhei y Chenle?

Kun se tenso unos momentos, su mano se movió por reflejo pero la detuvo a medio camino, su rostro palidecio un poco.— En el palacio, por supuesto...

—Los perdiste. —

—Yo no... Renjun, agradezco la invitación de Su Majestad para tu jodido té con sabor a mierda, pero debo volver... ahora. —exclamó Kun, colocándose de pie, sacudiendo su ropa rápidamente.

Renjun refunfuño.— Es té de composta, estúpido... Tae, ve por donde viste el carruaje, no sé de que color son las piedras. —agregó, más como una pregunta.

—Son rojas. —exclamó Kun y una sonrisa altanera apareció en el rostro de Taeyong antes de desaparecer de la habitación.— Gracias, supongo.

—No lo hago por ti... lo hago por Su Majestad. —Renjun suspiró.— El Rey YiXing no debe sufrir una perdida por negligencia...

—Lo sé, pero igual, gracias... —Kun se encogió de hombros, su mirada recorrió la habitación con cuidado.—  ¿Es té de tierra de nuevo?

—Creo que son frutos rojos. —

—Genial. —suspiró el mayor, sirviéndose un poco en una taza, fue cuando notó una pequeña planta en la bandeja. —¿Y esto? Es muy bonita...

Renjun apretó sus labios, reteniendo ina carcajada cuando la mano de Kun pasó con cuidado por las extrañas hojas redondas.

—¿Qué planta es? —preguntó, dirigiendo su mirada hacia él.

—Hiedra venenosa. —exclamo Renjun, encogiendose de hombros.

—¿¡QUÉ!? —Kun saltó de repente, tirando accidentalmente al suelo la planta, aunque ahora era diferente, las hojas más puntiagudas, su textura se veía más rasposa.— ¡Renjun!

—Un regalo del Príncipe Taeil. —el menor se encogió de hombros.— Lamenta no estar aquí... pero lo dejó para que no lo olvides, con un pequeño regalo adicional. —exclamó, señalando las marcas rojizas que empezaban a aparecer en la piel de Kun.

—¡Mierda! —gritó el mayor, sus ojos ardiendo de furia, mientras sus manos rascaban sin obtener alivio.— Voy a joder... estúpido prometido de... —exclamó estirando una mano hacia él, la oscuridad empezó a inundar la habitación pero Renjun bufó y con la mirada fija sintió como sus tobillos eran enredados por unas raíces.— ¿Qué? Pero...

—Si no te hice comer tierra antes, te haré comerla ahora... —murmuró antes de acercarse a Kun con una sonrisa.— Y recuerda, cariño, soy el mejor prometido.

Bendición de los dioses | NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora