𝑳𝒂 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒆𝒔𝒂

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ㅡ Entonces doblan en la esquina siguiente y ahí estará el templo, pero si van a la derecha comenzarán a entrar en la etapa Edo, con cuidado muchacho vivo, sal de aquí lo antes posible.

Le decía un anciano a Hiro, hablando su lengua natal; japonés.
Hiro le respondió de igual forma, hizo un reverencia y de nuevo fue a reunirse con Miguel.
El lugar era tan grande como para andar por ahí a ciegas así que lo más acertado sería pedir indicaciones y Miguel sólo hablaba español, no como Hiro que había aprendido chino a los 5 años, francés a los 7, español a los 14, alemán a los 16 y además claro su lengua materna.

ㅡ Listo, sé a donde ir ... ¿Miguel?

Eso había dado tiempo a Miguel de ir a uno de esos puestecillos que solía haber en los hanami, aquel juego de destreza donde tenías que atrapar a un pez con una red de papel. Rivera no se había resistido ante aquella tentación, era un juego totalmente distinto a los de la feria de su amada Santa Cecilia.

ㅡ ¡Espera Hiro! Ya casi lo logro.

Estaba tan concentrado que inclusive había sacado la lengua y la había apretado entre sus labios para así de alguna manera obtener más 'precisión'.

ㅡ No tengo tiempo para estos juegos de niños, vámonos ㅡ Entonces le tomo del cuello de la camisa y se lo llevo casi arrastrando a la dirección que le había brindado el anciano, no podía creer la exuberante falta de madurez del mexicano ¿todos eran así?
Suspiró.

ㅡ Ya ya, puedo caminar solo. ㅡ Se soltó del agarre y acomodó su camisa para ir junto al nipón. Si que tenía mal carácter aún así lucía tan tierno a la luz de las lámparas de papel.

Algunos esqueletos llevaban kimonos, los hombres llevaban vestimenta samurái y las mujeres yukata, todos eran colores vivos y muy bonitos. Parecía un festival normal a excepción de que todos y cada uno de ellos estaban... muertos.
Vio a un par de niños correr, se lamentaba de su destino pero ahora estaban bien, se veían felices y tranquilos.
Ese era el lugar al que querría llegar cuando muriera, definitivamente.

ㅡ ¿Conseguiste información? La verdad no entendí nada pero ¿dijo algo sobre ir a la derecha no? ㅡ Preguntó Miguel pues pudo ver el ademán que había hecho el anciano cuando le explicaba a Hiro justo antes de irse a probar suerte al juego de los peces.

ㅡ Si te hubieras quedado a ver mejor en vez de irte a jugar habrías entendido lo qué dijo y ¡No! No debemos ir a la derecha. ㅡ Orgulloso, Hiro regaño a Miguel una vez más.

ㅡ Ya chino, no te enojes. Mejor dime por dónde ㅡ Bromeó el Rivera pues sabía que a Hiro le molestaba ese seudónimo qué le había puesto.

Hiro no le dijo nada, ni siquiera le iba a responder, adelantó su pasó por el camino que le había dicho el señor. Iban rumbo al templo pues Tadashi siempre se sintió en paz ahí, a pesar de que Hiro le apostara más a lo científico, Tadashi por su lado creía en ambos; espiritual y técnico, entonces si había un lugar en que Tadashi se encontrara sería ahí.

ㅡ ¿Te enojaste? ¡No era en serio! Cotorrea Hamada ㅡ Intento salvar su pellejo, no soportaba el que Hiro no le hablara, más con ese acento tan bonito que tenía al hablar español.

ㅡ Silencio ¿sabes que este es un lugar sagrado? Pareces una gallina ruidosa ㅡ Hiro se volvió hacia Miguel y le miró como una madre regañando a su hijo pequeño (aunque Miguel era más alto) tomó la mano del mexicano y lo llevó así, no se arriesgaría a perderlo en un lugar así de grande y más por que Miguel era el que más sabia de la tierra de los muertos, lo necesitaba.

Miguel ya no dijo más, entendió que a veces podía ser demasiado parlanchín, su bendición y su maldición, además prefería disfrutar de la mano tibia del nipón.

𝑷𝒆𝒓𝒅𝒊𝒅𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora