Parte 5 Historias que convergen

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Estoy inmersa en fuego y cenizas, me estoy mareando. Ni siquiera sé cómo pasó, lo último que sé es que entré al almacén y en menos de dos minutos estaba rodeada por fuego, traté de correr pero todas mis salidas estaban bloqueadas.

Una silueta en llamas corre en el suelo frente a mí y me hace soltar un grito. Después me pongo a toser, mi máscara no es suficiente filtro para este incendio.

No puedo más así que me dejo caer y empiezo a jadear. Debí quedarme en el acuario, no sé porqué estoy tan rehúsa a obedecer a quien quiere ayudarme, debí escuchar a Rob. 

Mi vista se nubla, creo que voy a desmayarme... Entonces llega una figura alta, se agacha frente a mí y veo una cara de ojos claros que me habla, no puedo oír lo que dice.  Se quita su máscara y veo su rostro angelical, como esas pinturas preservadas en museos que no puedes fotografiar,  como una escultura.

Me coloca su máscara y sin más me levanta en brazos. ¿Es un ángel que me lleva a mi muerte? No lo sé, probablemente lo sea. 

Lo último que puedo sentir es su torso, me aprieta con fuerza contra sí y me mira agobiado con esos ojos gris claro. Entonces pierdo el conocimiento.

...

Al despertar estoy en un sencillo cuarto de cuatro paredes grises, empiezo a toser y me recuesto de lado para intentar calmarme. 

Escucho voces a lo lejos, al mirarme estoy toda cubierta de hollín y mi uniforme gris claro ahora es casi negro.

Entonces entra una mujer de cabello oscuro y ojos grises, ella no es quien me salvó, pero de alguna forma es bella, es igual que él.

-¿Cómo te sientes? Me alegro de que despertaras ¿Puedes sentarte para comer algo? - ella me mira con cariño y siento ganas de llorar.

Intento hablar pero la voz me sale ronca, así que mejor no digo nada y me siento en la cama con dificultad, quedo apoyada entre almohadas así que es casi acostada.

-Perfecto, tranquila, estás bien ahora. Déjame traerte agua y comida.

Cuando me siento miro a mi alrededor, en la otra esquina hay un sillón y hay alguien ahí que no había visto. Es precisamente el chico-ángel que me salvó. Está también cubierto de hollín y duerme con la boca entreabierta haciendo un ligero ronquido, pero no por eso es menos atractivo. 

Escucho fuera del cuarto una voz femenina nada parecida a la mujer cariñosa que vino a verme, por el contrario es ruda y fuerte.

-Ni hablar, tenemos que irnos lo más pronto posible. Seguro encontrarán a ese rufián, el dueño del almacén, él les dirá que fuimos nosotros y vendrán para encarcelarnos.

-¿Qué harán con la chica? ¿La devolverán a la ciudad? - pregunta la mujer que me calmó.

-No estoy tan segura. Podría delatarnos, yo diría que la llevemos con nosotros hasta comprobar que es de fiar.

-Podría quedarse aquí.

-¡No, Mary! Imagina que la hallan aquí, te inculparán y dirán que secuestraste a una chica conservadora. No creo que te perdonen la vida si eso pasa.

Se hace un silencio momentáneo, me remuevo inquieta en la cama ¿En qué me metí? ¿Serán criminales o habrá sido un accidente?

-Está bien, pero hay que esperar unas horas a que Peter recupere fuerzas. Seguro inhaló más contaminantes de los que puede soportar.

-Nos iremos cuando amanezca. - dice rotunda la otra mujer.

Escucho pasos así que hago como que dormitaba, la mujer del principio me habla con voz tranquilizadora: - Toma, te dejo aquí algo de pan y agua. Espero que te sientas mejor.

Abro los ojos un poco y la miro, pero me doy cuenta de que en verdad tengo sueño así que me dejo llevar y duermo de nuevo.

....

Despierto esta vez cuando ya está oscuro, decido buscar el baño, me levanto con las piernas adoloridas. Hay una ventana junto al sillón, me acerco y veo entre los tablones que la cubren, pues no hay vidrio realmente.

Afuera hay movimiento, las luces que utilizan son eléctricas y la gente va de allá para acá sin orden alguno. No veo autos y todos visten ropa sucia o rota.  Esto es el exterior, imaginaba que sería diferente pero no tanto como lo veo ahora.

El chico angelical, creo que escuché que lo llamaron Peter, se remueve inquieto en su sillón. Doy un respingo pero me alivia ver que aún duerme, lo cubro más con la manta y lo miro con agradecimiento. 

Después salgo en silencio del cuarto, hay una puerta al fondo del pasillo que espero sea el baño.  Está limpio pero veo que hay una cubeta con agua grisácea para bajar el contenido porque seguro no hay agua corriente. Al terminar me lavo las manos con un trocito de jabón que había y esa agua no del todo limpia.

Salgo al pasillo e intento ir de puntillas a mi cuarto, pero una voz me hace detenerme helada. 

-¿Todo bien? 

Me vuelvo para encontrar una chica rubia, de mirada seria y penetrantes ojos color miel que me mira bajo la luz de una pequeña lámpara eléctrica que trae en la mano. Me atemoriza su sola presencia. -Sí, eso creo.

-¿Podemos hablar un momento?

Trago saliva, pero ella no espera mi respuesta y va pasillo abajo para que la siga. La sigo titubeante hasta un cuarto que solo tiene una mesa medio rota y un par de sillas viejas.

-Puedes sentarte. No voy a hacerte nada, lo único que quiero es saber cómo llegaste a ese almacén.

-No fue a propósito - musito y luego mi temor gana - ¿Son criminales? ¿Van a secuestrarme? No lo creo porque el chico angelical me salvó la vida... ¿Van a hacerme daño? ¡No los delataré yo...!

Pero la chica me corta con un solo movimiento de su mano, me mira con una media sonrisa -¿Peter angelical? Es lo más divertido que me han dicho, yo diría que es un pequeño diablillo si me lo preguntas.

Me quedé helada y avergonzada, mi maldita costumbre de decir lo que pienso.

-No somos criminales, somos exterminadores de pestes. Pero esta era tan grande que no pudimos con ella y terminamos incendiando todo, ahora todos los de tu ciudad pensarán que somos "atacantes del planeta"

-¿Qué es una peste?

-¿Es en serio? -ella alzó una oscura ceja, pero no se burló de la pregunta - Son animales indeseables, ratas, ratones, cucarachas, todo lo que invade casas y edificios. Pero ese no es el punto, responde mi pregunta.

Me encojo de hombros, tendré que decirle aunque no me crea. -Estaba en una excursión, en el acuario. Salí por una puerta no autorizada y me encontré en medio del desierto, solo quería ver algo fuera de la ciudad. Nunca pensé que acabaría totalmente en la periferia, lejos de casa.

-Pero no llores - dijo ella con ironía

-¡No! Al contrario, me emociona ver el exterior... siempre y cuando no muera en el intento, claro.

Ella me miró con esa media sonrisa otro momento, luego se puso seria otra vez. -Como podrás imaginar, tenemos que irnos de aquí. Peter y yo te llevaremos con nosotros hasta que hallemos una forma de regresarte a la ciudad sin que se note mucho.

-Mi familia notará mi ausencia, no lo digo como amenaza, lo digo porque son aprehensivos y quieren todo bajo control.

-Tendremos eso en mente. - replicó ella, incluso su forma de sentarse en la silla al revés me parecía ruda e impredecible. - Vuelve a dormir, nos iremos antes de que salga el sol. 

-¿Ustedes no duermen?

Ella soltó una risa entre dientes - No siempre, hay que estar alerta porque alguien podría querer hacerte daño si no te cuidas la espalda.

Me miró significativamente, supe por su mirada que creía que yo era una chica tonta e indefensa. Probablemente lo era, pero decidí que no lo mostraría.







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