Sarah

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Sarah

No era la primera vez que pasaba.

Siempre he sido alguien a quien todos sienten que deben proteger. Sé que es así aunque me digan que no. Hill, Yunei, mi abuela... todos ellos me han llevado consigo, pero siempre protegiéndome.

Se supone que me fui de casa para probarme a mí misma, para crecer, pero no he cambiado nada, sigo siendo una niña en la mente de todos.

Y ahora volvió a pasar. Se suponía que iba a ayudar a Hill a destruir la fuente de poder del titán, pero en vez de eso me hicieron huir de la pelea llevando a un niño en brazos. Sea de forma inconsciente o no, Hill demostró que aún me veía como una niña... como una hermana menor.

No sé qué es peor, el hecho de que me vea aún como una niña o el hecho de que jamás me verá como un interés amoroso. Porque he visto a Yunei y a Hill juntos, a pesar de que ellos mismos no quieran ver lo que realmente siente el uno por el otro. Además la confianza que hay entre ellos... es algo doloroso de ver.

Pero, aunque sé que jamás seré un interés amoroso para él, aun así quiero ayudar... no solo a él, sino a todos... quiero que al fin me vean como a una igual y no como a alguien que se debe proteger... Si al menos pudiera hacer algo...

No, yo puedo hacer algo.

Después de todo no solo era la nieta de la diosa elemental del agua, sino que también era una apóstol. La apóstol que controlaba la magia espacial.

—¿Sarah? —preguntó Sarel al verme aparecer fuera de la barrera protectora que había puesto sobre Sarte—. ¿Qué ha ocurrido? ¿Y ese bebé?

—Hill dijo que te lo trajera... —le dije, entregándoselo—. Pero ahora debo irme... ¡Sarel! ¿Tienes algo que desprenda energía mágica?

Estaba a punto de irme cuando recordé a aquellas cosas que consumían la magia. Necesitaba una forma de contrarrestarlas y si había alguien que pudiera tenerla era la persona delante de mí, conocido como el maestro de runas.

—Tengo, pero... —me respondió, sorprendido de mi repentina pregunta. Sin embargo, al ver mi resolución asintió—. Espera aquí.

Sarel entro en la barrera con el niño en brazos. No pasaron más de unos segundos cuando regreso como n una pequeña bolsa en la mano derecha.

—Toma —me dijo, dandomela. Al abrirla me encontré con media docena de pequeñas piedras con runas grabadas—. Me quedan pocas ya que las usé al auyentar a los que querían entrar a la ciudad. Solo debes poner un poco de energía mágica en ellas y luego arrojarlas, al hacerlo producirán una pequeña explosión de energía mágica. No es mucho, pero...

—No, es perfecto, gracias —le agradecí—. Debo irme, me necesitan.

Y sin decir nada más me transporte de nuevo al lugar de la pelea.

Al llegar me encontré a Hill siendo atrapado por aquellos lazos runicos, los cuales reaccionaron al sentir mi energía mágica. Sin perder tiempo arroje una de aquellas piedras, produciendo una explosión que distrajo a aquellas cosas. Me teletransporte al lado de Hill y lo tomé, para luego llevarlo a las puertas de la mansión destruida.

—¿Sarah? ¿Qué haces aquí? ¡Vete! ¡Esas cosas te mataran! —gritø.

—Esta vez no, Hill —le No te tienes que preocupar por mí, ya que esta vez vengo a salvarte yo.

—O hay tiempo, yo me encargaré de aquí. Tú ve.

—Pero...

—¡Ve! —le grite, arrojando otra piedra para distraer a los lazos, los cuales ya se dirigían a nosotros.

Theria Volumen 6: Hyperion.Where stories live. Discover now