P.O.V Inés
Allí estaba. Sentada en la cafetería de aquel bar, en Madrid. Miraba a mi alrededor. El bar lo había escogido Irene y era por Malasaña. Estaba lleno de estudiantes y sentía que yo no encajaba nada. Sin duda esa zona no era la mía. Escuché la puerta y miré rápidamente deseando que fuese Irene, pero no. Un grupo de chicas entró riendo.
Revisé mi móvil y el último mensaje era el de "estoy llegando". Después de las elecciones me había instalado en Madrid y, tras la llamada de Irene, se me ocurrió decirle de quedar para felicitarla y ponernos al día. Éramos amigas. Aunque a mí solo se me venían a la cabeza los momentos que habíamos pasado juntas, besándonos y riéndonos.
- Hola –me sobresalté al escuchar una voz a mi lado.
- ¡Joder, Irene! Ni te había visto –dije con la mano en el pecho.
Me levanté y nos dimos dos besos. La tensión podía cortarse con un cuchillo. Me maldije interiormente por haber estado todo el rato mirando a la puerta y haberme perdido en mis pensamientos en el momento en el que ella llegaba.
- Voy a pedirme algo a la barra –miro mi vaso a punto de terminarse- ¿Quieres otra tú?
- Por favor.
Me sonrió y se alejó hacia la barra. Podía verla allí apoyada. De espaldas con una pierna sobre el tubo de hierro que había a los pies de la barra y la otra en el suelo. No podía oírlo, pero estaba segurísima de que repiqueteaba con sus dedos sobre la barra y que, en cuanto se acercó el camarero a atenderla, le puso una de sus encantadoras sonrisas.
Noté como unas mariposas empezaban a revolotear en mi estómago. "No Inés" me dije a mí misma. Levanté la vista y la vi acercarse con las cervezas en la mano. Me sonrió y yo me derretí. "Estás jodida" pensé de nuevo.
- Aquí tiene, señorita –dijo dejando mi cerveza delante de mí.
- Muchas gracias, madame.
Reímos y tomo asiento delante de mí.
- ¿Qué tal tu nueva vida en Madrid? –me preguntó.
- Bueno, pues aún no me ha dado tiempo de empezarla, la verdad. Aunque ya sé que esta no es mi zona.
Se echó a reír al notar mi clara incomodidad.
- ¿Pero por qué? Si Malasaña es un barrio genial.
- Irene –dije susurrándole y aproximándome más a ella- No han dejado de mirarme desde que entré.
Vi cómo, en cuanto me recliné hacia ella, canceló el buche que le iba a dar a la cerveza y la bajó de nuevo a la mesa. Me fijé en que su mirada no estaba en mi cara sino perdida en algún otro punto. Entonces caí en la blusa que llevaba. Era rosada, un escote en pico y holgada. Me puse recta inmediatamente al darme cuenta de donde miraba Irene. No dije nada. Ella volvió a recomponerse y a mí los calores me subían rápidamente.
- ¿Qué dices? –dijo por fin- Eso será porque a algún chaval le habrás parecido guapa. O chavala.
- Irene, por favor –dije riendo e intentando hacer caso omiso a su comentario final- Si hay muchos aquí que no llegan ni a los 18. Que podrían ser hijos míos.
- Pero no lo son. De todas maneras, que tu pijerío no te impida disfrutar de este barrio.
Le dio otro trago a su cerveza y la miré unos segundos antes de hacer yo lo propio con la mía.
Llevábamos un rato andando y hablando un poco de todo. También sobre que íbamos a ser compañeras en unos días.
- ¿Estás nerviosa? –me preguntó
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Sin pactos
RomanceIrene Montero e Inés Arrimadas. Dos de las políticas más influyentes del panorama nacional verán sus vidas puestas patas arriba cuando un fuerte sentimiento las empiece a invadir a ambas. Nada de esto parece negativo. ¿El problema? Son rivales polít...