XVII

1.7K 62 24
                                    

Siento mucho la espera, de verdad. Solo puedo decir una cosa y es que se  🍷

P.O.V Inés

Me quedé cinco minutos más sentada en la silla de aquella cafetería. Petrificada. En mi mente se repetía una y otra vez la imagen de Irene saliendo por la puerta con los ojos llenos de rabia y de tristeza. Empezaba a notar como los míos también se iban inundando de ese sentimiento. Limpié las primeras lágrimas con el dorso de la manga de mi americana y salí de allí.

Caminé un par de calles con las manos en mis bolsillos e Irene en mis pensamientos. Levanté la cabeza y distinguí una figura a lo lejos, apoyada en una pared y con la cabeza hacia arriba. Era ella. Pensé en acercarme, pero entonces ella miró hacia a mí y nuestros ojos se cruzaron. Tristes. Los de ella estaban rojos. ¿Me acerco? Fue la espalda de Irene y como avanzaba hacia adelante la respuesta a mi pregunta.


- Toma –dijo Begoña extendiéndome un pañuelo.

- Gracias, Bego. Siento presentarme así de sopetón en tu casa sin avisar, pero necesitaba a una amiga.

- Imagino que estás así por la podemita, ¿me equivoco?

- No, no te equivocas.

Mi amiga se agachó y puso sus manos en mis rodillas. Levanté la mirada para verla, sus ojos denotaban preocupación. Me recordó a la mirada de mi hermana mayor cuando llegaba del colegio llorando.

- ¿Qué he pasado? –me preguntó por fin.

- Que me ha dicho todo. No se ha callado nada.

- ¿Y ha sido malo?

- No. O sea, me quiere y yo también le he dicho que siento algo por ella.

- ¿Y dónde está el problema, Inés?

- En mí, Bego. Yo soy el problema. Me importa el qué dirán y sí, me importa que sea una mujer. Me muero de miedo. La política es mi vida y no sé qué voy a hacer si me hunden.

- Escucha, Inesita –dijo tomando asiento a mí lado en el sofá- La gente hablará muchísimo. Durante semanas e incluso meses porque sois dos mujeres y porque sois políticas rivales. Sin embargo, las mentes olvidan y el mundo va a toda máquina. En él pasan millones de cosas cada día que empujan otros sucesos pasados. Así funciona esto. Pero tu corazón y todo lo que sientes va a seguir ahí y cada día más porque la vas a ver, la vas a oír y vas a tener que hablar con ella. ¿Qué prefieres? ¿Pastilla roja o pastilla azul?

Sonreí al ver como mi amiga también lo hacía y la abracé.

- Creo que me voy a ir a casa.

- ¿Quieres que te acompañe? –se ofreció Begoña mientras nos abrazábamos.

- No, no te preocupes. Ya he dado mucho la lata.

- Nunca la das, cariño.

Me dio un tierno beso en la frente y cerró la puerta a mis espaldas. Apreté el botón del ascensor. El único destino que tenía claro en ese momento era el de bajar a la planta cero pero, una vez allí, ¿a dónde iba? No quería ir a mi casa.

Una vez pisé la calle comencé a andar en línea recta. A mí paso me fijaba en la gente y, en ocasiones, algunas personas también se fijaban en mí, pero agradecía que no me dijeran nada. Empezaba a notar mis piernas entumecidas a causa de los tacones. Aún se sentía el calor del sol cuando salí de casa de Begoña y ya era casi de noche. No sabía cuánto había caminado. Vi un parque delante de mí y caminé hasta a él. Aproveché que la zona de columpios estaba despejada de niños para sentarme en uno de ellos y mecerme.

Sin pactosWo Geschichten leben. Entdecke jetzt