Chicago

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Capítulo 14


Albert con la brevedad posible explicó al pequeño John lo sucedido a Candy.
La tía Elroy estaba decidida en apoyar la relación entre Albert y Candy, no por enterarse que Candy ahora era una mujer muy importante en el País económicamente, sino porque sabía que para su amado sobrino, Candy era muy especial y que el pequeño John era feliz junto a ella.

- ¿Me comprendes pequeño? - preguntó Albert mientras le explicaba  lo poco que un niño de siete años podría entender.
- Si tío, por favor dile a Candy que la quiero mucho y espero su regreso pronto.

Albert tomó su auto y condujo hasta la Villa.
Al entrar al cuarto de Mary, Albert se encontró con una Candy frágil, vulnerable no la Candy que había mostrado rencor odio  hacia su abuelo y Frank.

- ¡Albert estás de regreso!
Albert abrió sus brazos para recibir a su pequeña Candy, los momentos felices que habían vivido hacia unas horas en la casita del bosque habían pasado a segundo término, su prioridad era protegerla, apoyarla, estar con ella en estos momentos difíciles.
- Gracias por estar aquí, por estar conmigo en estos momentos difíciles Albert.

Candy alzo su mirada y se encontró con esos ojos azul claro como el cielo al amanecer.

- Oh Albert, no sabes La Paz que me transmite verme en tus ojos, esa mirada donde me pierdo en ella y encuentro el valor, Amor, la protección y dulzura que tanto necesito.
Un beso y un abrazo dicen mucho más que mil palabras.

Albert la abrazo fuertemente y besó su frente.

- El auto está listo.
Cuando estés lista nos podemos ir... Podremos ir buscando la vasija donde pondremos las cenizas de tu madre.

He pedido a George que se encargue de obtener los boletos para el tren que nos llevará a New York, de ahí tomaremos un barco para Southampton, Inglaterra.

Escuchar la palabra Inglaterra puso nerviosa a Candy. Albert se dio cuenta por la palidez de su rostro. - No temas, yo estoy contigo y no permitiré que nadie te vuelva a lastimar nunca más. - Lo se Albert...gracias por estar a mi lado.
Respondió Candy, soltando un respiro profundo.

- Señorita Candy, he preparado una pequeña maleta con cosas que la señora había comprado para usted. También he puesto los documentos necesarios para su viaje con la información donde se cree su padre estuvo el día de la emboscada, cuando falleció.
- Muchas gracias Sara.

Candy se acercó y tomó las manos de Sara para agradecerle todo lo que hizo por su madre y por estar ahí con ella en esos momentos.

- Sara, quiero pedirle que siga a mi lado apoyándome en los negocios que mi madre dejó y hacer de esta Villa el hogar de Pony.
He decidido traer a los niños y a mi hermana Anny a vivir a este bello lugar.

- También cuentas conmigo Candy, yo te ayudaré a modificar el lugar para los niños, hay mucho terreno que podrías construir una pequeña clínica.- dijo Albert con una tierna sonrisa.

- ¡Que dice Sara! ¿Acepta mi propuesta? No será mi empleada sino mi mano derecha. La mujer de confianza, mi amiga.

- Aceptó- dijo Sara.
- Como no aceptar, si mi amiga así lo deseo muchas veces. Me decía que su hija tenía un buen corazón y sentimientos.
Sabe las tardes de té con usted la hicieron muy feliz.

Las lágrimas de Sara y Candy rodaban por sus Mejias.

- Candy, ¿qué pasará con Mason, el guardaespaldas de la señora?
- Quizás yo no necesite un guardaespaldas.
Pero nos puede ayudar en muchas cosas.

En ese instante Albert interrumpió la conversación.
- Mason trabajará para mí y cuidara de tu seguridad Candy, no lo tendrás interfiriendo en tu vida personal, Pero creo que ahora que has heredado una gran Fortuna y serás presentada a la sociedad  como hija de Mary Montgomery, necesitaras de protección.

- Todo ha pasado tan rápido que de mi seguridad no me preocupo, ahora que te tengo a ti.-Decía Candy frágil y dulcemente.

Albert mostró una leve sonrisa y le confirmó que él siempre estaría ahí para ella y con ella. Pero la conversación con George lo había preocupado.
Las palabras resonaban en su cabeza.

(Una mujer joven y rubia está en busca de la señorita Candy, creo que es la amante del actor, la actriz Susana Marlow)

- Candy, es hora de irnos a Chicago. ¿Señora Sara se irá con nosotros en el auto?
- No señor, me gustaría irme con Mason... Señorita Candy, ¿Podría permitirle a Mason que pueda ver a la señora por última vez? Él la apreciaba mucho.

- Claro que si Sara, mi madre fue muy querida por todos ustedes... no podría negarme.

Todos salieron de la Villa rumbo a Chicago, acercándose a la casa del faro, Albert detuvo su auto... Al escuchar el sonido del motor, John bajo de inmediato.

- ¡Anny Anny! , estás aquí... gritaba John con alegría.
- John mi pequeño ven aquí. Sabes que no puedo cumplir mi promesa de ir a la Villa contigo verdad.
- Lo se Anny.
-¿Sabes porque John? - Si Anny,  lo sé, y lo siento mucho. Ahora eres como mi tío Albert y como yo... no tenemos mamá Anny.

John la abrazo fuertemente. - No estás sola Anny, el tío Albert y yo te cuidaremos. No temas yo te protegeré desde hoy y para siempre.

Candy mostró una tierna sonrisa a su pequeño Casanova.
- John sabes que mi nombre es Candy y no Anny, ¿recuerdas?
- Debo acostumbrarme Candy. Pensaré en caramelos a cada momento para acordarme de tu nombre, ¡Yummy! Ha ha.
- Se les hace tarde William- dijo la tía Elroy...
- Candy, William me contó todo, lo siento hija. Cuentas conmigo de ahora en adelante también tienes a una tía.
Soy vieja pero se escuchar a los jóvenes... seguro te podré dar consejos que te servirán. Pero no es el momento de hablar de eso. Adelante hijos les espera un viaje de dos horas y días para llegar a su destino final.
- Gracias señora Elroy.  John pórtate bien, no te veré por un tiempo.
Pero pronto regresaré y traeré una sorpresa para ti.

Albert y Candy salieron de la casa del faro y salieron rumbo a Chicago.

Candy cansada camino a Chicago se  quedó dormida, el sedante para controlarla había hecho su efecto.
Albert se preguntaba una y otra vez porque le sucedían penas y tristezas a las personas buenas, como al pequeño John y a Candy que perdieron a sus madres tan jóvenes.

- ¡Ja! Pero si de esto yo mismo lo sé en carne propia, perdí a mis padres cuando era un niño. Mi madre ni siquiera la conocí- se decía así mismo en voz baja, sin darse cuenta que Candy ya había despertado y lo escuchaba cuidadosamente.
Ella no dijo ni una palabra, solo pensaba que no era la única que ha sufrido, que no importa si eres rico o pobre, cosas suceden y la vida no perdona  edades ni estatus social.

Habían pasado dos horas de camino, Sara y Mason llegaron antes que Albert y Candy a la funeraria, Candy había vuelto a caer en un sueño profundo.
Albert estacionó el auto y pidió a George que cuidara de Candy mientras él hablaría con los de la funeraria.
Había decidido posponer la cremación, Candy no podría ponerse de pie para ver a su madre por última vez en esos momentos.

- ¿Joven Ardlay y la señorita Dustin? Preguntó Sara, preocupada al sólo ver a Albert entrar a la sala.
- Candy se ha quedado dormida desde que salimos de Lakewood, creo que después de todo no soportó la dosis del tranquilizante.
Tendremos que posponer  la cremación para mañana, ella debe estar presente.
- Claro, por supuesto... la señorita no nos perdonaría nunca.
- Hablaré con los encargados... lo haremos hasta  mañana.
Sí señor, será lo más conveniente.
- Sara tenga esta tarjeta, es uno de los hoteles de la familia Ardlay. Ahí pasaremos la noche o el tiempo necesario. Por favor diga en recepción que va de parte del señor George Villers y que preparen otra habitación para William Ardlay.


Después de hablar con los encargados de la funeraria Albert condujo a uno de los hoteles de la Familia Ardlay en el centro de Chicago.
Candy seguía profundamente dormida, al llegar al hotel él tuvo que cargarla y ponerla en cama.
La muerte de la señora Montgomery había corrido por todas las calles de Chicago y se expandía rápidamente en todo el País, así como también la noticia de nueva heredera de la fortuna Montgomery.
Después de 12 largas horas de estar dormida Candy se quejaba suavemente.

-" No, no por favor suéltame, me lastimas"
- ¡Candy, Candy!...Despierta.
- No, noooo...
- Candy...
- Oh Albert, gracias a Dios estás aquí.
- Creí que tus pesadillas habían desaparecido, pero me doy cuenta que no es así.
Volviste a soñarlo ¿Cierto?

- Si.
Creo que es por todo lo que ha sucedido tan repentinamente.
¡La cremación!... oh  Dios dime que no lo hicieron sin estar presente y verla por última vez. Por favor dime que No.
- Tranquila, por supuesto que nadie haría algo así.
Por favor desayuna algo. Iremos a la funeraria cuando te sientas mejor.
Sara y Masón están esperando que yo les avise a qué horas nos iremos.

Después de desayunar y arreglarse para salir rumbo a la funeraria.
Albert caminó a la habitación de Sara escuchó una mucama pedir disculpas a una joven de cabello largo rubia.
- Disculpe señorita... en seguida regresaré con el desayuno así como lo desea.
- Que clase de hotel es este... ¿No se dan cuenta quién soy? Quiero hablar con el dueño de este hotel.

Albert al escuchar a la enfurecida mujer. Preguntó a la mucama que sucedía.
- Buenos días, ¿Que está sucediendo? ¿Está todo bien?
- Si señor, es solo que la señorita quiere el desayuno de otra manera y no como lo pidió la primera vez.
Los hoteles estaban a Cargo de George por lo tanto Albert era un desconocido para los empleados solo el manager del hotel lo conocía.
- Dice que es una actriz de Broadway y que debemos de tratarle como se merece. Hasta la suite presidencial tiene. No sé cómo más podríamos tratarla mejor.
- ¿Actriz de Broadway? ¿Sabe su nombre?
-No señor, estoy tan molesta que no me importaría decirle el nombre de ella aunque es ir en contra de las reglas por dar información de los huéspedes.
Solo sé que llamó a su acompañante por el nombre de " Fra.. "
- ¿Frank... quiere decir?
- Si, así es... Frank.

Continuará.
Gracias por la espera.
Bendiciones, hermoso día.


Perdida en tu miradaМесто, где живут истории. Откройте их для себя