4.- Ya no quiero ná

543 115 15
                                    

Kevin

Me sentí como una mierda el resto del día, pero Lindsay no apareció por casa esa noche y tampoco durante un par de días después. No la vi hasta el sábado en plena noche. No la había oído llegar a casa, pero cuando bajé a la cocina a por algo para beber antes de seguir estudiando, me la encontré sentada en la isla de mármol, delante de un bol de cereales con leche.

—Buenas noches —saludé, sin saber que decirle.

Sabía que estaba cabreada conmigo y sabía por qué. Era lo mismo que había pasado un año y medio atrás: Lindsay no quería mi ayuda. Hasta que no había comprendido eso cuando estuvo en Madrid, no habíamos empezado a llevarnos bien. Pero esta vez no nos íbamos a llevar bien, porque no iba a dejar que ese gilipollas se aprovechase de ella.

—No te hablo —me respondió, llenándose la boca de cereales.

—Ya veo —me reí un poco, sacando un zumo—. Pero no puedes enfadarte conmigo, Linda.

—¿Por qué no? —preguntó tras tragar—. ¿No puedo enfadarme porque insinúes que nadie puede quererme? ¿O que no soy digna de confianza? ¿O por no dejar de restregarme que mis padres te prefieren a ti...?

—¿Eso crees que ha pasado? —me reí un poco por sus celos—. Deberías tener un hermano, Lindsay. Creo que estás muy acostumbrada a ser la única niña de tus padres.

—Ya, quizá —rumió un poco, llenándose la boca de nuevo.

—Creo que tú eres digna de confianza, Linda. Y, por supuesto, si tus padres quieren algo, es protegerte y cuidar de ti. Y jamás se me ocurriría insinuar que nadie puede quererte, porque yo te quiero muchísimo.

Se le cayó la cuchara de vuelta a los cereales y salpicó por todas partes. Alcancé unas servilletas y se las pasé para que limpiase el mármol, mientras ella se ponía de pie para comprobar que no le había salpicado nada. Llevaba un pijama de pantalón muy corto y una camiseta que de verdad era mía, de manga corta, que le quedaba casi de vestido. Una de sus mangas resbalaba por su brazo. Estaba preciosa hasta en pijama.

—¿De qué hablas, idiota? —preguntó, apartándose un paso de mí cuando secó lo derramado.

—Bueno, Linda —traté de controlar una sonrisa, pero no pude evitarla—, eres mi prima favorita.

—Eres lo peor.

Agitó la melena y tiró el bol en el fregadero con algo de fuerza. Fue un milagro que no lo rompiese.

—¿Por qué le has dicho que soy tu primo, Linda? ¿No querías ponerle celoso?

Me acerqué a ella y la arrinconé contra la nevera.

—No, es que eres mi primo, eso dice tu padre, ¿no?

Alzó ambas cejas y no se dejó intimidar ni un poco.

—Sí, eso dice —me reí—. Así que tu novio no tiene por qué preocuparse, supongo. —Pasé un dedo por su barbilla con suavidad y sus mejillas se tiñeron de rojo.

—Mi prometido —me corrigió con un hilo de voz.

—Ya, te vas a casar con él, es verdad... —Me incliné un poco más hacia ella—. Y yo voy a asegurarme de que te quiere solo a ti y no tu dinero, Linda, porque te quiero, y no voy a dejar que arruines tu vida.

—¿Me quieres como a tu prima o como a Stesha? —tartamudeó un poco.

Fruncí un poco el ceño porque mencionase a mi mejor amiga. A la que llevaba un año y pico sin ver. ¿Estaba celosa de ella de verdad?

Tu nombre en las estrellas - Bilogía Estrellas 2 - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now