capítulo 9: Drift.

1.3K 133 60
                                    


En el momento en que logré conectar mi mente a mi cuerpo, me bajé del automóvil y decidí que debíamos caminar un poco. Estar tanto tiempo dentro y juntas iba a ser contraproducente para ambas. Sobre todo para mí, que considerando cómo me ponía, temía arrojarme sobre ella en cualquier momento. Pero había aprendido a reprimir mis impulsos cuando era adolescente y no iba a quitar los cimientos de tanto trabajo por su culpa.

Miré a Billie por unos segundos, tenía un perfil casi perfecto... tal vez y yo... Oh, solo un poquito. Sacudí la cabeza. No, debía olvidar ese tema. Bueno, tanto como puedes hacerlo cuando tienes una espécimen como esa constantemente cerca de ti. Siempre con una sonrisa divertida en sus labios y con olor a sudor, colonia y jabón.

«Tal vez si fuera más guapa», pensé.

-Así que... arte, ¿eh?

Billie frunció el ceño.

-¿A qué te refieres?.--preguntó dirigiéndome una mirada fugaz mientras llegábamos a la mitad de lo que parecía ser una manzana con edificios construidos de ladrillos y pintados de un verde muy oscuro.

-Al drift, ¿arte?.--inquirí.

Ella sonrió.

-Es un arte, Gordinflona, aunque no lo creas. Es muy complicado y requiere demasiada concentración.

-No me llames Gordinflona, me suena como a perro y eso se oye mal.

Billie lanzó una carcajada y se colocó la gorra que llevaba enganchada en su cinturón. Primero puso la visera hacia delante y luego la giró con un resto arrogante y peligrosamente sexy. Los brazos y las piernas me temblaron, así que me obligué a decir algo antes de caer en la tentación de seguir mirándola.

De pronto me pregunté qué demonios acababa de sucederme. Tal vez era el problema de pasar tanto tiempo con ella. Eso es lo que siempre dicen las personas que pasan mucho tiempo juntos, a la larga algo termina ocurriendo entre ellos.

-Ahora sigamos hablando de nuestros temas.--dije procurando que mis mejillas encendidas pasaran desapercibidas.

-Que mal, yo quería hablar de nosotras.--arrastró las palabras.

-Lo dudo, Billie. Porque no hay nosotras.--la corté.--Somos buenas amigas, nada más.

-Podría haberlo.--replicó.

-Por el momento no. Ya veremos luego.

Sus ojos se iluminaron y una sensación reconfortante recorrió mi cuerpo como si fuera un soplo de vida. Respiré profundo. Bueno, no. No era una respiración normal: acababa de suspirar por Billie. Me alteré.

-Creo que lo has dicho para conformarme. Y está bien, te comprendo. Ahora sigamos que me desconcentras.

¿Que yo la desconcentraba? Si era ella la que cortaba la conversación a cada rato como si de por sí no me costase seguir sus locuras.

-Si, claro. Cuéntamelo todo.--dije con sarcasmo.

-Arte, preciosa. Si puedes hacer que tu auto forme un ángulo con la dirección del movimiento sobre la carretera o la pista, haces drift. Ese es el estilo del derrape.

Apreté los ojos.

-Eso es técnicamente imposible. Derrapar es solo derrapar. Todos derrapan y no hay nada de arte en ello. Mi madre derrapaba cuando llovía mucho y las carreteras estaban resbaladizas.

-Pero no todos derrapan con estilo, como yo. ¿Quieres hacerlo conmigo?

Mis mejillas se enrojecieron.

DestrucciónWhere stories live. Discover now