LIBÉRAME [Completa]

EPÍLOGO

Parece como si las 8 pruebas de embarazo sobre mi cama me observaran y se rieran de mí, sólo dos más están de mi lado marcando negativo. ¿Qué pasa con las demás? Esto no es chistoso, para nada estoy sonriendo.

El sonido del celular resuena por toda la habitación y es la tercera vez que lo dejo ir a buzón. Sé que es Carl, quiere saber cómo sigue mi supuesta indisposición.

Ahora es el teléfono de la casa que comienza a sonar, pequeños pasos se escuchan correr y minutos después su vocecita se escucha al otro lado de la puerta:

—¡Aló!.. ¿papi?... Jugaba con Juli ... mmm, no lo shé... Sí puedo...te amo también, chau —El sonido de sus pasos se sienten más cerca y luego pequeños golpes suenan contra la madera—. Mami, papi al teléfono.

Resoplo nerviosa y exasperada, abro la puerta para observar la adoración de la casa que mañana cumplirá sus 6 años.

—Gracias mi vida —digo y tomo el aparato.

Me acuclillo para dar un beso sobre su mejilla, Anna envuelve sus bracitos de forma rápida en mi cuello en una especie de abrazo apresurado y luego sale corriendo al escuchar el llamado de su prima. Sonrío con nostalgia al verla tan grande.

Llevo el teléfono hasta mi oreja y antes que pueda hablar se me escapa un suspiro entrecortado.

—¿Pasa algo, cielo? —La preocupación latente en su voz hacen estragos en mi sistema, y con ayuda de las hormonas un sollozo involuntario es expulsado con fuerza—. Eli ¿Qué tienes? Por favor háblame. ¿Qué ha sucedido?

El camino de lágrimas que no paran de salir se ha vuelto incontrolables y es mi reacción al momento que asimilo la noticia: Estoy embarazada, embarazada de nuevo. Embarazada de un hijo no planeado, no buscado.

Estoy completamente asustada, ninguno de los dos deseábamos volver a pasar por esto.

—Lo siento, Carl. En serio lo siento. No sé... no sé cómo pasó. Yo debí- debí operarme, no quería —El llanto me imposibilita hablar y la respiración del otro lado se ha vuelto irregular.

—¿De qué estás hablando, Eli? ¿Por qué estás así? ¿Qué jodida operación? Voy para allá.

—Dime que vas a perdonarme —ruego completamente asustada.

—Siempre lo hago, mi vida. Cálmate. Sólo dime qué sucede, pero tranquilízate.

Decido que lo mejor es soltarlo ahora mismo, me siento más valiente sin tener que verlo a los ojos.

—Estoy... estoy embarazada.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete... cuento los segundos en mi cabeza, los mismos que la línea permanece en silencio para luego romperse con el sonido del tono incesante. Ha colgado.

Rompo en llanto desmedido y me dejo caer resbalándome por la pared hasta el suelo, tomo ambas piernas contra mi pecho e intento no hacer mucho ruido para no asustar a las niñas.

Anna Sophia es nuestra adoración, nació un año y medio después desde que decidimos tener un hijo, pero la experiencia fue caótica. Ambas estuvimos a punto de morir.

A causa de un momento con mucho trabajo, junto a la muerte de papá, ignoré los síntomas que presentaba mi cuerpo al tener un alza en la presión, causando preeclampsia y por consiguiente un desprendimiento de placenta a los siete meses de embarazo. Resumiré el momento como el peor de mi vida, nunca tuve tanto miedo, nunca estuve tan asustada y nunca tuve tantos deseos de dar mi vida por alguien, incluso cuando Carl estaba destrozado rogando por no querer elegir, aun cuando sus ojos gritaban que no lo abandonara.