• XII: Transmisión •

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El botones abrió la puerta de la habitación y se hizo a un lado, dejando a Hikari entrar corriendo con su mochila colgando de sus hombros; Connor rió y luego entró también. La habitación era enorme y tenía una hermosa vista a la ciudad y la Tokyo Tower.

– Puedo ver toda la ciudad desde aquí –dijo el menor, mientras veía por la ventana

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– Puedo ver toda la ciudad desde aquí –dijo el menor, mientras veía por la ventana.

– Sí –rió.

– Señor, las maletas están ya en el cuarto –informó el botones.

– Oh –se giró y lo miró.– Muchas gracias –hizo una pequeña reverencia.

– Puede llamar si gusta algo más. Con permiso –hizo una reverencia y se fue.

Connor cerró la puerta.

– Estaba por darle propina, casi olvido que es de mala educación –suspiró.

– Señor Connor –lo miró.– ¿Puedo conectar mi consola?

– Ah. Claro, adelante.

El pequeño dejó su mochila sobre el largo sofá y la abrió, sacando de ella su PS4, sus joysticks y varios videojuegos; conectó su PS4 al televisor, puso un juego en ella y se acomodó para comenzar a jugar. Mientras tanto, el mayor se encargó de ordenar toda la ropa en la habitación, luego preparó en el escritorio todo el equipo de trabajo.

Cuando todo estuvo listo, Connor encendió ambas laptops, la suya y la del niño.

– Hikari –llamó.– Está listo.

– De acuerdo –asintió mientras jugaba.

Hikari terminó su juego, guardó la partida y apagó la consola, colocando ahora la televisión.

– Los comerciales japoneses son muy coloridos...y algo raros –comentó.

– Cierto –rió.– Ven aquí, pequeño Nihil.

El niño se levantó de un salto y corrió hacia él, observando el escritorio.

– Hm...Necesitaré dos pantallas más.

– Bien, las pediré por servicio a la habitación –se acercó al teléfono del hotel.– ¿Algo más?

– Galletas, muchas.

Connor rió y negó con la cabeza, luego llamó a servició a la habitación para pedir las pantallas. Minutos después llegó el botones que había subido las maletas junto a otros dos que cargaban dos pequeños televisores; aquellos dos dejaron los aparatos sobre una mesa y el otro dejó el carro con comida junto a esta, luego los tres se retiraron. El menor se acercó al carro y comenzó a revisar la comida, había galletas y varios dulces y pasteles; mientras, el mayor acomodó las dos pantallas en el escritorio y las conectó a la laptop.

– Está listo.

El mayor miró al pequeño, quien tenía en sus manos varias galletas, una en su boca y las mejillas llenas de migajas.

Death Note: Dea 🖋Where stories live. Discover now