1

12.2K 848 329
                                    

"No creer en el mal no te hace inmune"
_________________________________________

CLARA

Mi vida cambió cuando me mudé a casa de mi abuela.

Llegué empapada y con dos maletas a los costados después que mis padres se separan en un divorcio tóxico como su relación.

Quisiera decir que lloré, intenté cortar mis venas y todas esas mierdas que hacen los jóvenes que están hartos de su vida, pero no. Sí estaba harta de esa vida, pero no para querer morirme.

Al contrario, me sentí liberada y eso me llenaba de satisfacción.

Era de esas personas que tenía un aguante increíble para las cosas, en serio, intentaba causar el menor revuelo posible porque conocía perfectamente mi temperamento explosivo.

Aguanté dieciocho años de maltrato físico y verbal, de vivir con miedo a expresar mis sentimientos y recibir una bofetada porque nadie me mandó a hablar.

Perdí amistades porque si llegaban a visitarme, mis padres comenzaban a pelear y me hacían pasar vergüenza.

El día de pascuas fue la gota que derramó el vaso.

La familia de mi padre estaba presente y mi abuela materna nos visitó para compartir la cena. Mamá me pidió que la ayudara con los preparativos pero al no hacer todo a la perfección, se enojó, dijo una sarta de barbaridades y me echó en cara hasta el primer tetero que tomé.

—No entiendo por qué no puedes hacer una mierda bien. Eres lo que menos sirve.

Por un momento la reparé y vi como habían pasado los años en mi madre, ya no era aquella mujer amorosa y delicada. Al contrario, se había vuelto pedante y violenta.

Mi rostro no se inmutó cuando terminó de descargar su rabia en mi, sabía que nada de lo que decía era cierto y que de alguna forma tenía que desahogarse.

Mi silencio surtió el efecto contrario, en vez de calmarse, rompió en mi cabeza un plato de loza.  La sangre caliente rodó por mi rostro y solo ahí se dió cuenta de lo que había hecho.

—Sé que no soy el hijo varón que tanto desearon mi padre y tú, pero al menos podías ocultar un poco la aversión que te causo —la sangre seguía cayendo en mi rostro y sus ojos se cristalizaron—. Pero no te preocupes, esta es la última vez que me recuerdas que fui lo peor que te causé.

Di la vuelta para irme, pero su mano me detuvo.

—Clara...

Giré y sonreí —¿No sabes dónde está el otro plato para romperlo ahora en mi cara por mi osadía? Está ahí en la isla.

Me solté de su agarre y pasé por el lado de mi abuela materna que en ese preciso momento entró.

Escuché como mi abuela le decía que si esa era la educación y el amor que le había enseñado, que yo era una gran persona y no merecía ser tratada así, pero caminé lo más rápido que pude y me encerré en mi cuarto.

Recogí las pocas cosas de valor que tenía y mi ropa. Reuní dos maletas en total y salí por la madrugada.

Con los pocos ahorros que tenía solo pude pagar una noche en un motel y dos taxis, así que cuando me ví perdida llamé a mi abuela y le conté lo que pasó. Me dijo que podía irme a vivir con ella y si no tenía para pagar el taxi, no importaba, ella lo hacía.

EL TRITÓN Y LA ELEGIDA (Book #1) ✔️Where stories live. Discover now