Capítulo 26

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«Reglas»


Había amanecido en completa soledad, sin poder sentir esas manos delgadas y frías que le apresaban el cuerpo, al mismo tiempo que el alma; con el sol bañando su piel a través de las ligeras cortinas como si intentara, piadoso aliviar su temor.

Al despertar, se vió acompañada únicamente por una bandeja con una taza que contenía un humeante brebaje con sabor dulce a mantequilla, el cual bebió con ansias, pues su organismo imploraba por algo que saciara su estómago vacío. En poco tiempo, se sintió satisfecha; dejó la taza en el sitio donde la había encontrado y se decidió a hacer un segundo intento por salir del cuarto.

Se frotó el rostro con una toalla humedecida que halló en el tocador y se apuró a vestir.

Al abrir el ropero, se encontró con una variedad exorbitante, casi abrumadora de prendas, impecables, y listas para ser usadas. Medias, vestidos, tiaras, collares de oro puro, zapatos; todas confeccionadas con las más finas telas por manos asgardianas. Parecía el sueño de cualquier doncella.

Más, para la midgardiana era como una pesadilla.

Con un nudo en la garganta, cerró de golpe aquel ropero y buscó presurosa el vestido con el que había llegado hasta ese lugar, negada a utilizar algo que proviniese de Loki.

Pero, al no encontrarlo, la frustración y desesperación se apoderaron de ella.

No le importaba cómo, debía salir de ahí.

Sin más opción, tomó de la variedad de opciones el vestido más austero que logró encontrar. Al igual que todos, era de un color claro; aquel en particular,violeta, tradicional y simple.

Al deslizarse en su interior, se alarmó al descubrir que le ajustaba a la perfección, como un guante. No porque no le gustara, si no que le intrigaba, a la vez que le aturdía imaginar en cómo habría obtenido el dios sus medidas. Se cuestionó que más información de ella pudo haber conseguido.

Con sumo cuidado, logró abrirse paso entre las pesadas puertas de la habitación y al asomar precavidamente la cabeza se percató de la ausencia de los guardias. Se sintió aliviada y cerró la puerta procurando no emitir ni un sonido.

Echó a andar por el largo pasillo, quería salir, quería salir del palacio. Miraba por las grandes ventanas  el cielo del amanecer, que era interrumpido solamente por las parvadas de golondrinas que volaban en él.

Pronto, se cruzó con miradas un tanto más conocidas pero no amables. La servidumbre había comenzado a laborar varias horas antes de que la joven despertara. Al pasar a su lado, la miraban con desprecio, recelo y repudio, susurrando cosas que la midgardiana no alcanzaba a entender. Su primer reacción fue bajar la cabeza.

Vainui se preguntó si el rumor de su verdadero origen se habría corrido, como el aroma de las flores por el viento, entre los muros de palacio. Se sintió diminuta, triste y sola. Echaba de menos a su hermana y dudaba, dada su nueva condición, tener la oportunidad de conocer su paradero. Se había esfumado de su vida como el humo del cráter de un volcán.

Desvaneció de su pensar aquello que tanto la abrumaba y apretó el paso, en busca de una salida, hasta que finalmente la encontró; cegandola momentaneamente cuando el reflejo del puente de cristal, brillante e iluminado por el astro mayor, incidió en sus ojos aquamarina.

La puerta al exterior del dorado castillo.

Sin pensarlo, corrió hasta su destino, consciente de su acción inprudente, que  por seguro le acarrearía problemas, más demasiado desesperada por verse libre como para pensar en las consecuencias.

S I R E N A © [Loki Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora