Capítulo uno.

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Freddy como todos los días, se encontraba vomitando en el baño de su habitación de la clínica, su sudor corría por su cara, el dolor en el pecho le era muy fuerte por los ácidos que él expulsaba por su boca. Freddy estaba cansado de esos ataques, no podía controlarlos. Las enfermeras lo estaban esperando fuera del baño, ellas sabían que Freddy iba a desmayarse o que en cualquier momento sufriera una taquicardia.

—¿Como se siente, Freddy? —La enfermera le preguntó con una suave sonrisa.

Freddy no le salían las palabras por su boca, su debilidad le afectó tanto que cayó en la inconsciencia.

Freddy despertó en su cama de su habitación, tenía una máscara de oxígeno, tenía electronos por todo su pecho, al lado de él salían hojas y hojas del pulso de su corazón.

Freddy debía de aguantar los paroscardiacos que sufría, quería volver a ser el chico normal que tenía amigos e ir a la Universidad. Sus padres e hermanos casi ni iban a verlo debido al trabajo, pero siempre trataban de llevarle regalos para que el castaño aún sintiera que su familia estaba con él. Freddy llevaba ya cinco años en ese hospital, llegó a los dieciséis años  con riesgo vital, ahora tenía veintidós y su caso aún no mejoraba, nunca habían noticias exitosas.

 Freddy llevaba ya cinco años en ese hospital, llegó a los dieciséis años  con riesgo vital, ahora tenía veintidós y su caso aún no mejoraba, nunca habían noticias exitosas

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Tocó suavemente la puerta.

—Freddy, sus padres le trajeron esto.—La enfermera llegó con un ramo de flores blancas y las pusó en la mesita que el moreno tenía a su lado izquierdo.

—¿Podría salir al patio? Solo un rato, por favor. —Freddy estaba un poco delicado de salud, pero como cualquier enfermo, necesitaba un poco de aire fresco, la primavera hasta se sentía cerca en esa habitación.

—Claro, llamaré al doctor para chequearte y confirmar si me dejan sacarte un rato. —Y la enfermera, se retiró de la habitación de Freddy, el castaño se quedó viendo a las hermosas flores que le habian traído sus padres, los colores de éstas variaban todas las semanas, a veces moradas, o a veces amarillas.

Cada vez que sus padres o hermanos le llevaban flores u otras cosas, él sentía el cariño que carecía bastante, al estar tan débil, lo volvía muy sensible y vulnerable, le daban más ánimos, aún le quedaban, bastantes. Freddy sentía que cuando la flor se marchitaba, él pronto se marchitaría también, cada día sufre de esa ansiedad en el pecho que lo carcome por dentro, con el más mínimo dolor, puede morir. Sus uñas pagaban el estrés que sentía por morir.

La enfermera llegó con una silla de ruedas para él. El doctor había autorizado la salida.

—El doctor sí me autorizó dejarlo salir, pero solo por un rato, en media hora deben hacerte exámenes al corazón. —La enfermera empezó a sacarle los cables y extendió su mano al de ojos mar. Freddy tenía una aguja en su brazo derecho que le daba suero a este, debido a las desnutriciones que tenía cuando vomitaba y los medicamentos diarios que el castaño debía de tomar.

𝐓𝐎𝐆𝐄𝐓𝐇𝐄𝐑 | FrebyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora