5. ¿Y Ringo?

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—Odio el sol— murmuró Tord y se concentró en sujetar los papeles.

—Mh— Tom solo le dió la razón para tomar otro cartel y colocarlo en un poste.

—Odio el día.

—Sí— el británico muy apenas le ponía atención, estaba completamente concentrado en pensar en los probables lugares donde se pudo haber metido el gato de Edd. Nuevamente tomó otro papel.

—Odio esto.

—Que bueno— pegó el papel en el parabrisas de un carro e ignoró los gritos del dueño para seguir caminando.

—Odio a Ringo.

—Y yo te odio a ti— esta vez lo escuchó con claridad. —Ahora, deja de quejarte y ayuda maldito commie de mierda.

El noruego frunció el ceño. —¿O qué?— se defendió y alejó los papeles del ojicuencas a propósito en cuanto pensaba tomar otro.

Tom apretó la mandíbula. Seguía molesto, muy molesto. Por su trasnochada, por la caminata que llevaban haciendo hora y media pegando cartelones por media ciudad bajo el sol, por que Edd estaba histérico y le prohibió el alcohol hasta que su gato apareciera. Y eso, ¡Simplemente no se hace!, ¡A pero nadie se podía meter con la coca cola de Edd!, ¡¿Verdad?!. Y luego, completamente ajeno a ello. Estaba Tord.

No podía dejar de pensar en lo que vió la noche anterior. Intentó convencerse en que solo había sido producto del cansancio, pero sencillamente no podía. Su tacto ardiente contra el cuello morado del comunista seguía intacto.

Así como el maldito enojo/ira que le causaba cada que pensaba en ello. Torció la boca y se acercó amenazante al de suéter rojo. —No me provoques ahora Tord— el vacío de sus cuencas chocó con el fino gris del noruego y quizo alejarse. —No estoy de buenas— esa última frase careció del efecto cortante y pesado de un inicio, y sin esperar más, siguió caminando.

Porque estar cerca del noruego le daba dolor de cabeza, porque chocar con su mirada solo lo hacía sentir vulnerable. Porque cada que veía a Tord, sentía que algo le faltaba, que algo olvidaba.

—¿Te atreverías a golpear a un manco tuerto en público?— siguió el amante de hentai. Estar bajo el sol era pesado, cansado y aburrido. Ahora, estar bajo el sol con un cansado Tom, le era divertido.

El británico sonrió con sarcasmo. —Me atrevería a hacerte mucho más— el agobio por el calor no lo dejó pensar con claridad el doble sentido de sus palabras. Hasta que notó el rotundo silencio del noruego y al voltearse, vió una extraña mezcla de vergüenza y atrevimiento en la mirada de Tord.

—¿En serio?— la mirada inquisitiva del comunista lo hizo sonrojar leve. —¿Cómo qué?.

Tom se sumió en un estado de ira y vergüenza. Cosa que al instante detestó y se odió tanto como al noruego. —¡Cómo partirte la asquerosa cosa que tienes como cara!— gritó más alto de lo debido y entre refunfuños le dió la espalda. —¡Ahora camina y dame otro jodido cartel!.

El noruego no pudo evitar partirse a carcajadas  a media calle.

El carmesí en las mejillas de Tom no hizo más que aumentar. El calor se volvió agobiante y juró que mataría al commie con tal de que lo pusieran bajo un clima de bajo cero. Pero no lo hizo, por dos razones simples. Una, si volvía a casa sin Tord, Edd perdería la cabeza y lo obligaría a caminar otro maldito día bajo el sol pegando panfletos del estúpido que tenía como acompañante. Se negaba rotundamente a desperdiciar su tiempo en algo que involucrara al comunista.

Alcohólico ||TomTord||Where stories live. Discover now