Capítulo II: "Un brillo extraño"

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Rami

Anude mi corbata por cuarta vez rindiéndome ante el resultado. Solté un suspiro y observe el traje azul impecable a través del espejo. Particularmente esta noche no tenía muchas ganas de salir, sin embargo no se lo externé a mi hermana, qué muy feliz, me invitó a una cena anual que hacían en honor a su esposo, en aniversario a un año más de su servicio como doctor y director del hospital de la ciudad. Ella expresó su inquietud de que desde que llegue a quedarme unos días, no había salido de casa y que debía distraerme con cosas normales, lo que no entendía era que solo quería descansar con mi familia, la familia que casi no miraba.

Salí de la habitación y baje hacía la cocina, tome una botella de cerveza de la nevera, y al darle el primer sorbo, alguien tocó a la puerta.

Dejé la botella sobre la encimera y me dispuse a abrir. Increíble fue mi sorpresa al encontrarme con Layna, la mejor amiga de mi sobrino. Al verme ella sonrió y no dijo nada de primer momento, así como yo tampoco hable en seguida. mi mente viajo hasta la imagen de ella aquel sábado en la mañana, despeinada, desmaquillada, con solo una camisa de Sebastián puesta. Esta vez, traía puesto un vestido blanco de verano, sandalias, su cabello era de un tono pelirrojo muy suave y le caía sobre la espalda baja en unas suaves y delicadas ondas. Su piel era blanca y tenía unos ojos verdes bonitos.

-Hola-saludó.

-Hola-exclamé-Sebastián no está ahora.

-Lo sé. ¿no hay problema si lo espero?

-Para nada-me hice a un lado y la deje entrar. Ella pasó y se incorporó en la sala de estar. Al cerrar la puerta, fui tras ella y me senté en un sofá a un costado donde ella se había sentado.

El silencio permaneció durante un minuto en la habitación. Ella parecía estar algo nerviosa, al poner su mirada en todos lados del lugar menos en mí.

-¿Están haciendo algún proyecto de la escuela?-pregunté al observa la mochila que dejo sobre el suelo, la cual no había notado que traía. Me miró y asintió-¿Qué están estudiando?

-Medicina-menciona y no puede evitar hacer un pequeño gesto con su nariz al decirlo.

-Por lo que veo no es una carrera que te apasione tanto.

-No, en realidad-quise saber el porqué, no obstante ella no lo expreso en seguida y me sentí muy impertinente al querer preguntar.

-¿Tiene una cena elegante hoy?-preguntó y tardo en darme cuenta que se dirige a mi hablándome de usted. Me sentí un poco incómodo, no estaba acostumbrado a que me hablaran de usted, no me sentía tan viejo, pero tampoco había hablado con una mujer de la edad de mi sobrino. Veintiún años para ser correctos.

-No me hables de usted, por favor-digo riéndome. Ella se sonrojó un poco y bajó la mirada apenada-Y si, algo así-volvió a mirarme.

-Tiene algo... desviada la corbata-expresa con delicadeza.

-Lo sé, fue lo mejor que pude hacer.

-¿Puedo?-la miré sorprendido.

-¿Sabes?-me incorporé y ella me imitó.

-Desde pequeña le hacía los nudos a mi padre en las mañanas-sonreí.

-Adelante, por favor-dio unos cuantos pasos lentos hacía mí. Aflojó mi nudo y luego lo soltó para hacerlo de nuevo.

Mientras ella hacia su magia, observe sus delicadas facciones. Sus cejas estaban fruncidas ante la concentración de sus ojos en su próximo nudo. Termino tan rápido, y sin darme cuenta ella subió su mirada encontrando la mía. Al hacerlo, un brillo extraño recorrió todo ese esmeralda, como una descarga, y sentí que traspasó hacia mi pecho y viajo por todo mi cuerpo. Ella no lo notó, por lo que solo sonrió ante el resultado de la corbata.

-Está listo para un buen baile.

-La mala noticia es que no bailo muy bien.

-Si lo haces. Te he visto-dijo sin pensarlo y enseguida se arrepiente. Me rio.

-Pero no tanto en pareja-asiente algo sonrojada-¿Aparte de atar corbatas sabes bailar?-mi pregunta pareció dar en el blanco, ya que respondió con un "me encanta bailar" muy espontaneo e infantil.

Me giré al estante a mi espalda y puse una canción en el equipo de música, bastante romántica. Le estiré mi mano alejándome un poco, ella al tomarla, genero un choque eléctrico con nuestros dedos, haciendo que alejara su mano de la impresión. Me miró con sorpresa y luego volvió a tomarla.

Sin pegarnos mucho, comenzamos a movernos al ritmo de la música, y cuando llegaba al climax de esta, mis movimientos comenzaron a ser más fluidos.

-Mentiste. Si sabes bailar-acusó.

-¿Con que otro pretexto habrías aceptado bailar conmigo?

Vestida de azúcar 《Rami Malek》Where stories live. Discover now