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Las salidas siguieron repitiéndose, incluso fueron más frecuentes que las que solían hacer antes, o sino se veían antes para después terminar en la casa de alguno. Ninguno puso un pero a ello, no lo veían nada de malo aunque por dentro sus inseguridades hicieran presencia cuando estaban de nuevo solos.

Había veces en las que Wonjae se cuestionaba sus acciones, pero todo quedaba en segundo plano cuando pensaba en Namin, ya que al final del día sentía que valió la pena, sin pensar en el riesgo, eso es algo que hasta se había olvidado que era la razón principal para no formar lazos con ella.

Era miércoles, ese día iban a verse pero antes, ella lo había citado en una cafetería, luego irían a la casa de Namin, no lo pensó mucho, guardo todos sus trabajos en la computadora y salió de ahí, pasando por alto las miradas de sus compañeros que lo veían confundidos porque se estaba yendo a las cuatro de la tarde, apenas había llegado hace dos horas y ya se iba.

No pudo ir en el auto, ese día lo había dejado al no sentir ganas de conducir, igual no le importó mucho, sólo tomó un taxi hasta el lugar que Namin le dijo, era cerca de la universidad, por lo que quedaba de camino también para su casa.

Al llegar ella ya estaba ahí, ignoró que él llegara al estar con el celular, su sonrisa se veía brillante desde su parecer, sin duda estaba emocionada por algo y eso lo intrigaba.

—Hola —saludó corriendo la silla.

Namin se asustó pero igual lo saludo feliz, dejando su teléfono a un lado.

—Wonjae, a que no adivinas —contestó a su vez que buscaba con la mirada a alguien que los atendiera.

—No lo haré, sé que no lo haré —se negó acomodandose en su lugar—. Sólo dime.

—Ya tengo todo listo para el sábado —reveló con emoción.

El sábado era el cumpleaños de ella, y supuso que su felicidad y emoción se debía a que, además de tener todo organizado, podría estar con sus amigos en ese día.

—¿De verdad? ¿cómo harás entonces? —se interesó.

La menor no llego a responder porque una mesera pidió su orden, Wonjae respondió por ambos al saber lo que Namin pediría, mientras ella lo veía con una sonrisa al azabache por recordar sus gustos.

—El viernes será la cena en el infierno de mis padres —comenzó a contar sacándole una risa al mayor—, ya sé que irán socios de él y eso, todo muy aburrido, pero el sábado que es el día real de mi cumpleaños iremos con amigos a un karaoke, pero iremos a eso de las nueve y media, por lo que tendremos tiempo para nosotros.

—¿Quieres que nos veamos? —preguntó con sorpresa.

—Claro que sí —afirmó como si fuese obvio—. Sólo si quieres y puedes, por supuesto.

Bad vibesWhere stories live. Discover now