Capítulo I ¿Por qué mi corazón late?

1.1K 40 19
                                    

Mis ojos estaban apuntando a una dirección fija y era como si no los pudiera controlar, la estaba viendo atrás de la ventana de mi salón de clases desde el segundo piso del edificio de nuestra escuela, sin duda alguna eso no es un comportamiento normal en mí. Al dar un parpadeo ella desapareció de la mesa en la que se encontraba junto a sus amigas hablando.

Suspire de forma en que mis pulmones se llenaran completamente de aire y exhalaran con una fuerza de desánimo. Para mi mala suerte, mi tristeza fue percibida por mi amigo Saimon Dross quien no dudo en acercarse para poner encima de mi hombro su mano.

- ¡Ezequiel! - gritó mi amigo en mi oído.

- ¡No me grites! - conteste todo malhumorado.

Saimon se empezó a reír y entre risa y risa me dijo "Tú sí que eres bipolar, en un momento estas triste y luego enojado". Me irrito su respuesta burlona a lo que le conteste con un insulto que definitivamente a él no le agrada en absoluto.

- Eres un opa Saimon. - dije quitándome su mano de mi hombro.

Las risas de Saimon cesaron, un silencio incomodo comenzó, él no decía ni una palabra, dentro de mi mente pensé, «que si me había pasado de la raya. «. Él sólo intentaba animarme a su manera sin embargo le pague con una ofensa hacia su persona.

- Perdón Saimon no debí de agredirte verbalmente - Dije.

- Te perdono únicamente si me dices el ¿Por qué? De tu tristeza. – contesto volviendo a poner su mano en mi hombro. 

Inhalé todo el aire que se me fuese posible y suspiré nuevamente.

- Esta bien - conteste

Le comenté sobre aquella belleza que las retinas de mis ojos captaron en este planeta llamado tierra añadiendo que quisiera descubrir en que edificio de nuestra escuela ella se encuentra. Al fin al cabo solamente hay cuatro edificios y cada uno de ellos ubicado en un punto cardinal.

- Mi plan es simple pues solamente debemos ir a cada edificio y dar un vistazo en cada salón.

- ¿Cuándo lo haríamos? – me pregunto Saimon.

- Cuando tenga el valor. – conteste.

- ¿Qué? Tú de verdad piensas que esperare tanto tiempo. – Replico Saimon dando piruetas.

- No - Le conteste sin mirarlo pues estaba haciendo el ridículo con su insistencia. 

- Empecemos la búsqueda de tú amorcito. - Dijo Saimon habiendo ganado la discusión. 

- ¡No! Es mi amorcito. - Le dije, pero por su cara no parecía escucharme. 

- Lo que tú digas Ezequiel. - Dijo mostrando una sonrisa mi tonto amigo Saimon. 

Decidimos que sería un buen inicio ir al Oeste donde se hallan los estudiantes regulares al finalizar nuestra última clase. Fue todo un fastidio esperar que el maestro Tosca terminara de dar su cátedra, no sé si era su voz tan resonante y aburrida o por otro lado sus terribles chistes relacionados a su materia de filosofía.

A Saimon le parecía un hombre genial que tenía un vasto conocimiento del mundo, su boca no se cansaba de decir tantas cosas buenas que yo no podía ver en ese tipo.

Tres en punto de la tarde y Saimon y yo revisando como ridículos espías encubiertos cada salón del edificio Oeste, era todo tan molesto, aguantar las miradas incomodas de esos idiotas, aguantar el estúpido murmullo que obviamente provocaba nuestra presencia, ya estaba hasta la coronilla de toda esta situación y no veía ni un indicio de ella.

- Larguémonos Saimon, ella no está aquí. – Le dije a mi amigo en un tono bajo de voz.

- ¡Ah! ¿Te rindes tan fácil? Eso me decepciona. – Dijo Saimon.

- ¡Imbécil! Ya hemos revisado todos los salones. – Conteste exaltado.

- Cierto, está bien, vámonos. – Me respondió Saimon viendo a través de mi desilusión.

Levante mi muñeca izquierda para ver mi reloj y ya marcaba las cinco con cincuenta minutos de la tarde, habíamos estado investigando por más de dos horas, definitivamente hay algo mal conmigo.

Quiero ser tuyo que tú seas yo y yo ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora