Labios Rotos

162 18 1
                                    

     Había pasado una semana, Michael ya se sentía mejor de lo ocurrido incluso llegó a creer que fue lo mejor que le pudo a ver pasado. Aunque este se sentía un poco endeudado con su hermano así que procuro ayudarle en su casa y trabajo, como limpiar las cosas, ayudarle a organizar su agenda y la tarea que más le costaba, cuidar a Bruno.

- Okey...  ven perrito  -

Decía intentando hacer que el perro se acercara a él para comer, aunque la actitud del perro era gruñir.

- vamos, Bruno -

  Dijo acercándose, por lo que el perro aventó una mordida, la cual el chico esquivo.

- bien... Te dejaré tu comida ahí, mientras yo hago la casa -

Dijo por último para después pararse a seguir sus tareas. Al pelinegro no le venía mal hacer esas cosas, en lo que cabía el era un chico limpio y organizado, así que para Lucifer era grande encontrar su casa mejor organizada.

- Bien... Veamos -

El arcángel mayor cogio un pediodico para buscar algún trabajo que pudiera ayudar por el momento. Revisando cada parte, aunque al final no logro encontrar nada.

- Hola, ya llegue -

Dijo el rubio abriendo la puerta, intentando meter otra vez su bicicleta, aunque en esta ocasión Michael le ayudó, así que este se pudo relajar de pasar un momento vergonzoso como siempre.

- Gracias -

Agradeció a su hermano quien logró meter la bicicleta con facilidad, así que este le resivio con un saludo para hablar.

- ¿ Qué tal tu trabajo? -

- Todo estuvo bien, logré hacer varias cosas -

- Que bien -

- Si -

Lucifer sonrió al notar que mike servía de comer, esto último lo mantuvo en silencio.

- ¿otro intento? -

- Ya te dije que se me hace injusto que trabajes y yo no haga nada -

- Hacer mi casa y cuidar a Bruno ya es ayuda Mike -

- Pero... -

- aunque agradezco que quieras hacer todo -

Mencionó al ver su platillo. Hace poco que el arcángel empezaba a vivir como humano por lo que era un novato en esto. El arcángel mayor tenía muchos talentos, como la pelea, la escritura, incluso hablar otros idiomas pero sin duda la cocina era un punto difícil para el.

- De acuerdo se ve bien -

Memciona el rubio para probar así que el pelinegro se dispuso a observar. El otro masticaba aunque de la nada su garganta empezó a quemarle junto a su lengua.

- Ah!!, ¿Michael que le pusiste? -

Menciona para tomar agua, aunque esta última estaba vacía así que no tuvo otra opción que abrir la llave.

- Nada lo que dijiste salsa de tomate -

Menciona el pelinegro mostrando el producto aunque lo escondió al notar que decía " Salsa picante".

- Ay, Mike -

Así fueron los días con el pelinegro, aunque para el fue nuevo este mundo. La realidad era que para el rubio esto era especial. Ha el no le molestaba la idea de que su hermano viviera con el de lo contrario estaría a gusto si el se quedara.
Aunque el pasar de los días hacían que estos dos buscaran que hacer juntos, tanto Michael estaba desacostumbrado hacer lo que quiera, como Lucifer lo estaba de tener a Michael las 24 horas del día.

Soñé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora