Caeldrel II - El Puesto de Avanzada.

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Ubicación: Base secreta de operaciones de la Flota del Psi Corps

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Ubicación: Base secreta de operaciones de la Flota del Psi Corps

El crucero de ataque rápido Akratar reposaba en el dique seco, sus flancos metálicos vibrando con la energía contenida tras la misión en los linderos del imperio dracónico. Habían colocado minas gravidicas y sensores en el espacio profundo, buscando proteger la frontera del oscuro territorio graor. Ahora, en la nave, el aire se volvía pesado, casi opresivo, mientras la tripulación aguardaba en tensa calma.

El Teniente Coronel Hanneman, taciturno y serio, lideraba a su equipo de asalto rápido en la sala de planificación. Sus ojos, azules como un cielo de invierno, recorrían la estancia, notando cada detalle, cada respiración contenida. Masticaba su goma de mascar, cuyo sabor se había vuelto tan amargo como sus pensamientos, y se rascaba la nuca rasurada, un tic nervioso que revelaba la presión que sentía.

El equipo estaba en silencio, esperaban la llegada de la oficial de enlace, Nrrelia. Hanneman no lo mostraba, pero la presencia de la aelfa sombría siempre lo incomodaba. No era solo la frialdad natural de su especie, sino algo más profundo, algo que se revolvía en sus entrañas cada vez que pensaba en aquellos ojos vacíos y llenos de siglos.

Pasó lista con la mirada. Natasha Urianova, la especialista en comunicaciones, estaba sentada en un rincón, su piel blanca como la nieve bajo las luces intensas del Akratar. Sus cabellos negros contrastaban con el entorno estéril, mientras sus dedos jugaban nerviosos con un comunicador, tal vez intentando disipar la ansiedad que todos sentían. Caeldrel, la francotiradora del grupo, estaba inmersa en sus propios pensamientos. A su lado, Loui Du Mont, el otro francotirador, se reclinaba en su asiento, la complexión robusta y la piel mediterránea casi brillando bajo las luces. Los ojos prostéticos que llevaba eran un par de joyas mortales, reflejando la promesa de precisión absoluta en cada disparo.

Los especialistas en demoliciones, Kyle y Urias, permanecían inmóviles. Sus cuerpos neo-humanos, de piel oscura con un brillo metálico, parecían casi esculpidos de ónix vivo. Ojos rojizos, almendrados y cargados de una intensidad que hablaba de su voluntad inquebrantable. A pesar de su apariencia intimidante, había en ellos una quietud casi inquietante, como si supieran algo que los demás ignoraban. Mark Svenson, el médico, se mantenía cerca, alto y esbelto, con una mirada que siempre parecía analizar. Su papel no era solo remendar carne y hueso, sino también mantener la cordura en medio de la tormenta. Derek McAlister, el gigante del grupo, se mantenía en pie, una torre de músculos y furia contenida. Su tez blanca y cabellos rojos le daban una presencia que pocos se atrevían a desafiar.

Al último, estaban Thomas Summers, siempre alerta, y Alison Nguyen, la figura más enigmática del grupo. Su piel grisácea brillaba con un resplandor aceitoso, y el leve aroma a ceniza que emanaba de ella perturbaba a quienes se le acercaban demasiado. Caeldrel aún no había comprendido del todo su naturaleza, pero había algo en Alison que despertaba una profunda curiosidad, mezclada con un leve temor.

Captain Caeldrel MelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora