BUENA CHICA

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  — Hétero—Felación
                      
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Un familiar sentimiento de sobresalto le indicó que él estaba allí. Finalmente, después de tantas noches rogándole que viniera a ella, respondía. ¿Pero por qué había ignorado tanto su llamado? Ella sabía que podía oírlo, el mismo le había enseñado lo que tenía que hacer si quería que la escuchara.

—Sólo tienes que pensar en mí—le dijo el día que apareció junto a su cama por primera vez—. Háblame como si le hablaras a Dios, reza, si así lo prefieres. Por supuesto, no estoy disponible a tu antojo así que no vendré siempre, pero te escucharé.

Desde aquella noche le rezaba con pasión cada vez que su cuerpo lo necesitaba. Generalmente él demoraba, la tenía varias noches suplicando hasta que aparecía, y entonces le daba lo que ella necesitaba, y bien dado. Pero hacía ya más de tres meses desde la última vez que la visitó, nunca se había ausentado tanto tiempo y ella temía que jamás regresara.

Llevaba muchas noches elevando su anhelante plegaria mientras se consumía de deseo. La inquietante posibilidad de que apareciera volvía su situación aún más torturante, hasta el punto de tener que terminar aliviándose a si misma sin dejar de pensar en él ni un segundo. ¿Por qué me haces esto? Preguntaba. ¡Te necesito, te necesito! Le gritaba mientras el orgasmo provocado por sus propias manos la estremecía. ¿Acaso ya te has olvidado de mí?

Sin embargo, ahora estaba cerca, lo percibía cada vez con más fuerza, estaría allí en cualquier momento. La expectativa la tensó y su perpetuo deseo se irradió por su cuerpo. De pronto,un grave sonido recorrió la habitación y una súbita ráfaga de aire abanicó a la muchacha, como si dos alas descomunales hubiesen sido batidas dentro. Ya estaba allí, lo primero que ella percibió fue el brillo metálico de sus ojos.

Salió de la cama, temblaba, presa de un abrumador cúmulo de emociones. Le temía, sabía que él era poderoso e implacable, nunca fue gentil ni la había tratado con delicadeza, sin embargo lo deseaba más que a nada en el mundo. Supo desde que lo sintió llenándola con su sexo, que le pertenecía totalmente. En este momento también lo odiaba por haberla abandonado tanto tiempo, sentía furia hacia él, tres meses era demasiado tiempo.

Accionó el interruptor de la luz y esta iluminó de golpe la estancia, permitiéndole verlo con claridad. Como siempre, vestía de negro y llevaba su exquisita chaqueta de cuero, su pelo estaba suelto , enmarcando su rostro. Su belleza era sombría y descomunal.

—Estas aquí—musitó la joven.

—¿Es lo que querías o no?—le respondió secamente con los ojos brillantes y entrecerrados.

Ella vaciló, conocía su carácter y su poca paciencia, pero el dolor de sentirse abandonada fue peor.

—¿Por qué no viniste antes?—le reprochó, sosteniéndole la mirada—.He estado suplicándote por semanas. ¿Por qué me haces sufrir de esa manera? ¿Acaso no sabes cuánto te necesito?

La expresión del rostro masculino se tornó terrible y el destello de sus ojos fue feroz. Ella dio un respingo, aterrorizada.

—¡Cómo te atreves a pedirme explicaciones! -gritó, su voz sonaba terriblemente grave, ella retrocedió hasta chocar contra la cama—.Vengo cuando quiero, cuando me complace, que te hizo pensar que tengo la obligación de responder a tu llamado.

—Perdón—dijo ella, temblando y con la vista en el suelo.

—¿Perdón? Crees que pedirme perdón basta. He escuchado tus reclamos cada noche, demandando que viniera a ti. ¿Quién te crees que eres para atreverte a exigirle a alguien como yo?

Porno para el AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora