Capítulo 12

147 29 60
                                    

 Estoy corriendo como una loca azarada por todas las calles a pesar del dolor intenso que tengo. Y todo para llegar al trabajo. Esta mañana me levante con un dolor agudo de vientre que creía que pronto me desmayaría por sudar frío, todo a causa del efecto de estar en mis días, me coloque una de mis tallas de mis últimos paquetes que mi madre conseguido en una cola. También buscamos pastillas para el dolor de vientre en una farmacia, pero no se encuentran, hace mucho tiempo que no llegan. Así que mi madre me preparó un té de manzanilla*, nada mejor que los remedios naturales. Lucas, estaba parado en la puerta parado con sus brazos cruzados, al verme me recibió con un gran abrazo.

—Hola, mi bonita, ¿qué tienes? Estas como pálida —mencionó tocando mi frente.

Aparte lentamente su mano.

—Nada tranquilo, es una cosa —solté casi en eco y mi vista estaba un poco borrosa.

—Dime, bonita. No te veo bien —dijo mientras ahora pasaba la palma de su mano por mi cara.

¿Cómo te digo que tengo mi periodo?

—Es que, me da pena... —murmure tapándome los ojos con las manos de la pena.

—Tus días cierto.

¿Cómo sabía?

—Si.

Asentí quitando mis manos con vergüenza, pero él sonreía como bobo.

—Es normal, bonita.

¡Claro!, es tan normal hablar con el chico que te gusta sobre la menstruación.

—No hablemos de esto, ¿sí? Toma mi madre te mando el desayuno es una pizca andina* con unos pastelitos y una chicha* que le regaló una amiga en su trabajo.

Lucas abrió los ojos como platos y saboreó sus labios.

—Ella está muy agradecida que estés en mi vida y por ayudarnos con la bombona.

—Eso no es nada, bonita. Lo hice de todo corazón.

—No es nada para ella tampoco. Te estima mucho en verdad. 

—Es que me da pena recibirte.

—¡Qué pena ni que nada! —exclame entre risas mientras le daba la comida pese a sus protestas.

—Bueno, dile que gracias, bonita. Es la mejor.

—Ella lo sabe.

—¿Por qué no te vas a tu casa bonita?, yo me quedo doblando tu turno y hablo con mi papá para...

—¡Nada de eso Lucas!, esto no es un impedimento. Yo voy a trabajar, además hoy toca hervido de gallina con el asado negro* y nadie lo prepara también como yo.

—Tan creída tú.

Rio mientras me plantaba un rápido abrazo. Me marchaba a la cocina a preparar todo, como cada día Lucas intentaba robarme un beso y yo me alejaba burlona, nos divertíamos mucho en la cocina, y al cocinar como amor todo sale siempre más que bien.

[...]

Más tarde cuando ya estaba sirviendo varios platos, en el televisor que estaba en la esquina superior del restaurante apareció la imagen de la bandera nacional acompañado de la voz de la mujer que anunciaba una nueva cadena. Muchos clientes comenzaron a removerse en sus asientos de incomodidad y a protestar y maldecir yo por mi parte lance un suspiro de frustración porque todos los días se encadenaba por horas en radios y televisores a hablar de miles de falacias y decir cuántas cosas y gestiones han hecho que son falsas pero las cosas que verdaderamente pasan no las dice. El señor Marcos apagó rápidamente el televisor y muchos aplaudían felices, pero unos cuantos se fueron molestos por eso.

Un amor fugaz ©[✔]Where stories live. Discover now