9 | «Caricia»

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La última vez había sufrido una metamorfosis así... terminó en la calle, herido, en el cuerpo de un gato y dentro de una caja. No estaba seguro de porqué, pero por alguna razón, su nueva "habilidad" reaccionaba en cuanto experimentaba emociones con bastante intensidad.

Como ahora.

Desde el interior de esa mochila, escucho gritos y golpes. Aturdido por la forma brusca en la que la maleta cayó al suelo, uso sus garras para abrir el cierre desde adentro. El pelo de su lomo se erizo en un ataque de ira e, instintivamente, gruño mostrando los dientes.

La joven que con tanto esmero tomo cuidado de él estaba siendo agredida físicamente con crueldad. Su pecho ardía en furia, tanto que hasta podía sentir que sus sentimientos salían de él como un vapor caliente. No era su imaginación; realmente estaba humeando. La piel le quemaba y el sudor le humedecía el pelaje. Se estaba repitiendo, otra vez... como si fuera la primera. Sus extremidades se alargaron y el pelo que cubría por completo su cuerpo comenzó a caerse. Había recuperado su forma humana casi por completo, a excepción de que sus manos aún poseían pelo y sus dedos se habían alargado hasta el punto de parecer unas enormes garras negras, además podía sentir un peso extra en la mandíbula. ¿Acaso tenía también colmillos?

Tomó del cuello al imbécil que había golpeado a Ritsu, levantándolo varios centímetros sobre el suelo. El hombre lo miro con pánico, sacudiéndose desesperadamente por la falta de aire y el miedo. Sin mucho esfuerzo, Law lo arrojó sobre el otro. Ambos se arrastraron violentamente por el suelo.

Por último, miro de manera intimidante al que minutos atrás se encargaba de sostener a la pelirroja.

-¡M-monstruo! -Gritó, huyendo junto con los otros dos. Law escupió al suelo, indignado.

«¿Quién es el verdadero monstruo aquí?»

Fijo toda su atención en la temblorosa, jadeante y empapada adolescente a unos metros de él. Corrió a socorrerla, tomándola entre sus brazos. No estaba del todo inconsciente aún, o eso decían sus tenues párpados. Tardo unos segundos en dejar caer su cabeza hacia atrás, desmayada.

-Resiste un poco más... -Apretó los dientes con fuerza, acomodándola en su pecho. -Vas a estar bien...

La culpa golpeaba con fuerza su conciencia. ¿Cómo permitió que esto pasará?

Sus sentidos se habían agudizado, por lo que no se le dificulto oír patrullas a varias calles de ahí. De un salto logró llegar a lo alto del techo más cercano de donde estaban, no sin antes recoger las pertenencias de la figura femenina que sostenía. Se tambaleo ligeramente, el tener acceso a tantos alores con mayor intensidad lo mareaban. Sacudió la cabeza, concentrándose. Debía huir de ahí, antes de que la vida la chica estuviera bajo un peligro mucho mayor a lo que acababa de pasar.

(• ɪ •)ฅฅ(• ɪ •)ฅฅ(• ɪ •)

Desperté con un espantoso dolor en el abdomen y con la sensación de que todo a mi alrededor daba vueltas. La cabeza me palpitaba y podía sentir el ardor de raspones en ciertas partes de mi cuerpo.

Me senté lentamente sobre la cama. El movimiento, por más suave que me esforcé para que fuera, me ocasionó náuseas. Tuve que acariciar mi sien o sentía que iba a volver a desmayarme. Noté un parche en mi frente y pequeños vendajes en las zonas donde más me lastimé al momento de la caída. Una corriente me acaricio los huesos cuando me percaté que traía puesta mi pijama.

¿Cómo es que llegue a mi habitación?

Sentí miedo, mucho miedo. Temblando, me esforcé por levantarme e ir en dirección a mi puerta, la abrí. No había nadie. No me relaje, no hasta que inspeccione toda la casa tras volver a mi habitación para armarme con una lámpara de noche.

-Despejado... -Susurre para mi al descubrir que no había nada fuera de lo común. Pero aún así seguía sin entender como había llegado ahí, como es que traía puesta otra ropa, como es que mi cortes y raspones fueron tratados y... ¿Dónde estaba Gatito?

Me sobresalte al escuchar un ruido proveniente de la habitación de papá. Eran tan pocas las veces que iba ahí que incluso olvide por completo inspeccionarla. Con pasos lentos y sigilosos me direccione hacia el lugar. Noté sombras extrañas desde la abertura en la parte baja de la puerta. Tome aire, llenándome de valor para enfrentar a lo que sea que me encontrará del otro lado. Contaría mentalmente hasta tres...

«Uno...» Coloque mi mano en la perilla, un tanto vacilante.

«Dos...» La giré con lentitud, evitando hacer cualquier ruido que me delatara.

«¡Tres!»

Solté un alarido de guerra, lista para golpear a todo lo que se moviera con mi lámpara. Mi miedo y adrenalina fueron reemplazados por alivio y ternura.

Suspire agotada.

-¿Cómo llegaste ahí? -Cuestione, mirando a Gatito conmovida. El armario de papá estaba abierto a la par, Gatito estaba enredado bajo un par de camisas blancas y unos pantalones de tela negros. Forcejaba contra la tela a su alrededor, su expresión pareció suavizarse en cuanto noto mi presencia. Reí. Este gatito no tenía que hacer mucho para devolverme el ánimo. -Déjame ayudarte.

Lo despoje de las prendas que lo cubrían, intento morderme en varias ocasiones pero ya había aprendido como evitarlo. Lo atraje a mi pecho para poder abrazarlo, dejo de resistirse, cosa que me hizo feliz.

-Si que pase miedo... -Susurre al tiempo en los ojos se me humedecían. -Papá tiene razón... el mundo es un lugar lleno de gente mala. -Suspiré. Odiaba darle la razón en ese aspecto, pero lo había vivido por mi misma el día de hoy.

La mirada de Gatito estaba llena de pena, se me revolvía el estómago sólo con verlo así. Le dediqué una sonrisa triste y lo acerque a mi rostro para juntar mi nariz a la suya.

-Estoy bien, estoy bien. -Susurre con suavidad, dándole masajes con mi nariz. Me llevé una enorme sorpresa cuando su rasposa y diminuta lengua peino mis labios. Me detuvo unos segundos, él también pareció sorprendido de lo que acababa de hacer. Exploté. -¡Eres tan tierno! -Bese todo su suave y hermoso rostro sin compasión, el intento huir por todos los medios posible pero no se lo permití.

Lo dejé libre tras varios minutos de "amorosa tortura". Sin pensarlo mucho, me deje caer sobre la perfectamente tendida cama de papá. Había sido un día largo y horrible... de un salto, Gatito se subió también. Se colocó a mi lado y me inspeccionó con sus bellísimos ojos. Bueno, no del todo horrible. Cerré mis párpados un segundo para pensar mejor... No creí que volvería a quedarme dormida y tampoco que Gatito se enroscaría sobre mi pecho para descansar junto a mi.

(• ɪ •)ฅฅ(• ɪ •)ฅฅ(• ɪ •)

Eran alrededor de las siete p.m. cuando mi sueño se vio interrumpido por el molesto e insistente timbre de mi casa. Me removí incomoda por el ruido, sintiendo un gran peso extra sobre mi. El cuerpo me dolía y el sonido no paraba.

Abrí los ojos molesta, dispuesta a arrojar lejos lo que sea que me estaba aplastando e ir enfrentar al sujeto que se atrevía a timbrar tan insistentemente. Palidecí de inmediato.

Un chico.

Uno muy guapo.

Dormido. ¿Por qué esta dormido...?

Desnudo... ¡Oh, maldición también está desnudo! ¡¿Sobre mi pecho?!

Grité como loca, empujando al extraño lejos de mi.

Law, mi lindo gatitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora