KiseKuro

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Lo que cuenta una mirada

Resumen:

One- shot. Ambientado justo después del partido de práctica de Seirin contra Kaijō.

¿Qué pasaría si lo que todos interpretaron como una conversación sobre baloncesto fuese algo más? ¿Y si Kuroko y Kise fueran algo más que antiguos compañeros? ¿Les quedará algún asunto por resolver?

¿Cuánto se puede llegar a transmitir con una mirada?


Me siento enfermo. No sé si es el golpe en la cabeza o la "enorme" cantidad de comida, pero la verdad es que estoy muy mareado. Aún no entiendo como Kagami-kun puede seguir respirando ¿acaso no es humano? Aprovechando que el resto está distraído, salgo del restaurante; necesito un poco de aire fresco.

— ¿Tienes un minuto para hablar? — Me sorprende una voz, desde lejos. Él está ahí. Sonriéndome, esperándome, como si nada hubiera cambiado ¿qué demonios hace aquí? Miro dos veces para asegurarme que verdad es él.

— Sí...— Contesto. Pero no estoy seguro. Entonces él me sonríe de vuelta y mi corazón se hace un poco más chiquitito ¿por qué sigue doliendo tanto?

De un salto se baja de la valla, ágil y elegante, y comienza a andar; siempre tan seguro de que lo estoy siguiendo. Y, por supuesto, eso es lo que hago. Esta situación me trae recuerdos del pasado, flashbacks que se clavan en mi mente y ya no encuentran la salida.

Si Aomine- kun era mi luz en la cancha, Kise-kun lo era en el resto de aspectos de mi vida. Kise, mi Kise, siempre sonriendo a todo el mundo, infantil en el juego, extrovertido, amable, encantador... tan dulce y cálido como el sol; tan diferente a mí. Él, tú, siempre te quejabas de mi frialdad... Aunque era más como una broma íntima, porque sabias que cuando nadie estuviese mirando, todas mis reacciones, expresiones y sentimientos serían tuyos. Después de aquel día ¿qué hubiese sido de mí sin esa frialdad?

Llegamos hasta un parque, pequeño y bonito, al lado de una cancha de baloncesto; los dos sonreímos a la vez. Quizá ambos estamos recordando lo mismo: tantos fines de semana, con el equipo o solos, jugando sin parar. Sin que apenas me diese cuenta, ha comenzado a hablar. Habla, estoy seguro de que puede pronunciar mil palabras, pero están todas vacías; sigue teniendo la manía de dar vueltas a todo antes de ir directo al grano. Conceptos como rechazo, pérdida, un mal día y Midorimacchi llegan a mí. Los ignoro. Espero paciente a que Kise se decida a hablar.

— Kise- kun ¿por qué me has traído hasta aquí? — Decido hablar por fin, cortando su irritante monólogo.

— ¿Eh? Tu siempre eres tan directo, Kurokocchi..."Kise- kun" dices... quizá esa es la razón. — Dejando de jugar con el balón, se pone de pie y me mira fijamente. — Hubo un tiempo en que era simple y llanamente 'Ryouta', me gustaba más, la verdad... ¿Por qué desapareciste después de aquel partido Kurokocchi? — Mentiría si dijera que me toma por sorpresa. Desde que entré en el equipo de baloncesto, sabía que este día llegaría.

— Perdió el sentido para mí. —

— ¿¡Pero qué dices, Kurokocchi!? Ganar lo era todo ¡y nosotros siempre ganábamos! —

— Ese día, ese último día, ganamos el partido, pero yo perdí tantísimas otras cosas. — ¿Por qué me sigue haciendo sufrir? Esto es doloroso, demasiado.

— No te entiendo Kurocchi...— Parece dolido— ¿Es por Kagami? ¿E-estás con él en serio? Yo ya te pedí perdón... Vuelve conmigo, Tetsu...— No ¿cómo se le ocurre si quiera?

— Ya te lo dije, Kise- kun, voy a vencer a la Generación de los Milagros. Os venceremos convertiré a Kagami- kun en el mejor jugador del Japón. — "Y quizá, cuando lo consiga, podré perdonarte". Pienso mientras siento como las lágrimas luchan por salir de mis ojos.

— ¿¡Por qué!?¿Por qué te empeñas en dejarme, Tetsu? ¿No fui nada? — Por un segundo estoy a punto de perder mi falta de expresión ¿cómo se puede tener semejante desfachatez?

— No me hagas enfadar, por favor. Yo... voy a demostraros cuan equivocados estáis. Por vuestra ambición yo perdí todo lo que tenía. A Aomine- kun, mi mejor amigo, mi amor por el básquet se oscureció... a ti.

— Kurokocchi...— Comienza. Nunca pude soportar esa cara de perrillo apaleado.

— ¿Y yo? ¿Qué fui para ti, Kise- kun? ¿A caso te hago falta?- Le digo, recordándonos a los dos una de las últimas frases que Aomine- kun me dijo.

— ¡¡Mucho!! Te lo aseguro... por eso quiero que vuelvas conmigo. — Tengo ganas de ceder, de coger esa mano que sigue tendida hacia mí. — Nunca me voy a rendir contigo, no otra vez.

Y ahora lo recuerdo de nuevo, la razón por la que me fui. Supongo que este es el resumen ¿no? Sin mis dos luces, yo desaparecí. Aomine- kun se dejó llevar por su orgullo, se ofuscó... Recuerdo de forma muy dolorosa aquel choque que nunca me devolvió. Pero eso solo fue el principio, la piedra que hizo tambalearse mi equilibrio. Si el peli azul se llevó una parte de mi devoción por el baloncesto, Kise me arrancó una parte de mi alma. Sin ellos dos, yo no fui más que una sombra, una sombra perdida en la total oscuridad; hasta que casi creí no ser nadie. Aún no puedo perdonar que me abandonaran y mucho menos que ensuciaran algo tan precioso como nuestro baloncesto, nuestro equipo ¿por qué tuvieron que olvidarse de mí? El tener a Ryouta enfrente hace que los recuerdos vuelvan a mí, son tantos que casi me asfixio. Aquel año perdí muchísimo, prácticamente las ganas de vivir. Pero ahora todo es diferente, he conocido a gente que lo hace diferente. No solo a Kagami- kun, sé que junto a todo el equipo lo lograré; les demostraré a todos lo equivocados que estaban. Y quizá solo entonces, mi corazón se sienta lo suficientemente libre como para volver a amar.

Sin embargo, no dejo de observar esa mano que continúa alzada hacia mí.

Y entonces mi nueva luz vuelve a aparecer, salvándome de nuevo, apartándome de un empujón. Parece que quiera separarme de lo que un me convirtió en oscuridad.

Finalmente, cuando nos vamos a ir, casi llego a creer que Ryouta se había dado por vencido. Pero antes de irse, mientras se despedía de Kagami- kun, puedo leer en su mirada la verdad. Puedo verlo en sus ojos, esa cálida luz que un día me amó sigue ahí. Parece que me diga: "Te estaré esperando, Tetsuya." Y lo creo, porque sé que él es tan mío, como yo lo soy suyo.

Puede ser que haya luces— y sentimientos— que nunca se llegan a extinguir.

Conjunto de one-shot de Kuroko no BasketWhere stories live. Discover now