Tweek

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Te siento conmigo en cada latido que da mi corazón, Pinta mí espíritu del azul sereno que emana tu voz. Busco en cada centímetro de tu alma alguna explicación del porqué me siento desvanecer cada que te escucho sollozar en soledad, con una sola mirada tuya me sumerjo en un mar profundo lleno de sueños y temores, pero no me siento asfixiado, no me siento ansioso, es una sensación de tranquilidad y estabilidad. Navegando en esas aguas misteriosas, viendo el cielo surcado de nubes mientras caigo, la paz es lejana y nuestro futuro incierto. No veo nada, no oigo nada, todo es tan frío, duermo en tus brazos y busco a mi alrededor una señal de estar vivo, pero todo lo que me rodea es un vasto cielo azul.

***

Las vacaciones de verano habían finalizado, voy un par de horas antes de la inauguración del ciclo escolar para poder escoger el mejor asiento de todos y así poder ver a Tweek a la perfección. Cuando he llegado al tren, intento dormir un poco con la mochila apoyada en mi regazo, el bastón de Merlín en el asiento de mi lado y la mejilla sobre la fría ventana humedecida por la lluvia de la noche anterior; toqué la gasa que cubría las marcas en mi cuello, aún dolía, aún podía sentir sus colmillos enterrarse en mi piel bebiendo mi sangre.

Suspiré, no puedo seguir dando vueltas a este asunto, debo de dejar de pensar tanto en lo que sucedió esa noche, de lo contrario no seré capaz de concentrarme la primera semana de clases, y eso no es algo que deba de hacer el sucesor de Merlín. Me dediqué a observar mi entorno para poder disipar aquellos pensamientos y dudas. En el tren sólo iban una pareja de ancianos y un hombre de negocios en sus treinta, eso hacía que el ruido de las ruedas deslizarse por los rieles aumentara impidiéndome conciliar el sueño. El paisaje era hermoso; un cielo durazno aun cobijado por una delgada sábana de nubes de tormenta, un vasto camino de montañas pobladas de naturaleza, el camino al lado de las vías del tren apenas estaba transitado por tres hombres adultos y una mujer, parecía la pintura de algún artista con su corazón lleno de nostalgia. En la radio escucho la noticia sobre los supuestos ataques de vampiros en nuestro viejo y olvidado pueblo, con la intensión de subir el pánico en los residentes para presionar al alcalde de iniciar una caza de bestias, una caza para castigar a su propia especie.

- Es una barbaridad. - susurra la señora que va cinco asientos detrás de mí. - No puedo creer que los oficiales aun no hayan dado con esos demonios. Ni siquiera la sociedad de magia y hechicería hace algo para detenerlos.

- ¿Qué pueden hacer un montón de magos ante seres del demonio como lo son los vampiros? En mis tiempos el alcalde ya hubiera ordenado quemar el pueblo entero para destruirlos.

<<Idiotas>> pensé. Los seres humanos siempre son así, siempre temen a lo que desconocen y buscan a quien culpar de sus miedos. No todos los vampiros son asesinos, no todos los vampiros merecen la pena de muerte, pero es algo que ellos no comprenden, ni comprenderán. Los vampiros temen más a los humanos que nosotros a ellos, pero eso es algo que alguien que quien no a convivido con ellos lo suficiente no comprenderá.

Mi vista comienza a nublarse junto con mis pensamientos, cada vez me cuesta más abrir y cerrar mis parpados hasta el punto en donde no puedo más y decido cerrarlos, las voces de los ancianos se hacen cada vez más lejanas siendo remplazadas por un profundo silencio. Recargo la cabeza contra el vidrio escuchando el retumbar del tren, dejando al reloj avanzar con tranquilidad mientras logro conciliar el sueño finalmente para poderlo ver a él, a mi amado Tweek.

***

Cuando llego a nuestra habitación Tweek está casi vestido. Era la primera vez que lo veía en el instituto desde su desaparición antes de las vacaciones. Seguía siendo el mismo de siempre, el Tweek Tweak que yo recordaba, aunque su piel traslucida imitaba a la de un muerto y su corazón no latía más.

Blue EyesWhere stories live. Discover now