Palabras sobre el futuro I

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-¿Hermano?

Su figura, de espaldas a ella, se giró en un elegante movimiento. Su rostro permanecía en calma, pero había duda en aquellos orbes celestes. Pasaron varios segundos en los que él la estudió, intentando dilucidar si se trataba de una ilusión o si, por el contrario, era su otro yo.

-Hermana -una leve satisfacción se dibujaba en aquellas delicadas facciones. Toda la humanidad que su perdón había hecho brotar, había desaparecido por completo. Sus ojos volvían a ser los habituales, fríos, despiadados, carismáticos. La mirada de la bestia.

-Mi querida hermana, me alegra verte -añadió, con una sinceridad venenosa.

-Tenemos que hablar -el tono de ella, sin embargo, sonó cuasi desafiante.

Johan se limitó a asentir con la cabeza, cortés. Pero aquella sonrisa no se borraba de sus labios.

-Como desees.

Nina observó sus alrededores. La estancia había cambiado de sobremanera, no solo por el paso de aquel tiempo ficticio. No era el mismo lugar, como si los recuerdos hubieran sido alterados. El techo apenas podía advertirse en aquella oscuridad, pero era mucho más alto de lo que ella lo recordaba. Era un lugar mucho más terrorífico, más hostil incluso, que le escenario de la masacre.

-Ví el paisaje final... creí, que sería el definitivo. Pero volví a renacer... Quizás, debería agradecérselo de nuevo al doctor Tenma, ¿no crees?- no eran necesarias las palabras para que él conociera sus más íntimos pensamientos, sus preguntas mudas.

Era un maestro del lenguaje, las pausas, matices, dibujaban en el aire exactamente lo que quería decir. Su tono, modulado hasta el menor de los alientos. No existía la duda en su discurso. Ella se preguntó cuántos, ajenos a la realidad tras aquel rostro perfecto, habían sucumbido a su carisma, el cual no hacía más que crecer con el paso de los años.

-Aunque también debería expresarte mi más sincero agradecimientos a ti. Al fin y al cabo, tú, le diste el coraje que le faltaba -aquella voz, aún neutral, dejaba escapar un matiz de sinceridad, de agradecimiento, que Nina dudó en creer.

Demoledor y cuasi, contradictorio. Así funcionaba su mente, superior a la comprensión de cualquier ser en la Tierra. Tan retorcida y desbordada que sus límites eran cada vez más difusos.

-Sí. Yo le pedí que te operara. ... -sus palabras quedaron atrapadas en su garganta. Había deseado enfrentarlo, cara a cara, infinidad de veces. Pero ahora que él estaba ahí, sus palabras parecían carecer de sentido.

-¿Por qué, querida hermana? ¿Qué hizo que desearas verme con vida otra vez?

Sus peores miedos se confirmaron. Johan pasaba a la acción, la obligaba a enfrentarse a sí misma, a sus contradicciones internas. En sus labios se dibujó de nuevo la crueldad en forma de sonrisa. Ni siquiera ella podía librarse de convertirse en su víctima.

-Ya conoces la respuesta.

Los ojos de él la liberaron, recorriendo una vez más aquellas paredes.

-Sé lo que tus labios pronunciaron, pero no lo que dice tu alma -sus ojos volvieron a posarse en ella, inquisitivos. Todo rastro de amenaza anterior había desaparecido, camuflado en su gesto, extrañamente apacible.

-Fui sincera. Tarde, pero hablé con el corazón. Te perdono, Johan. Te perdono ahora, y lo haré siempre.

El brazo de ella se deslizó hasta el jersey, a la altura del corazón, donde lo agarró en un simbólico gesto.

-Un bello acto, querida hermana. Sin embargo, fútil. Hay cosas que no son recuperables. Ahora, debería estar muerto.

-No, Johan. Tú, no quieres desaparecer. A pesar de todo.

In all conscienceWhere stories live. Discover now